7:00 a.m.
—Mmmh —Gruñe soñolienta, su mano va en dirección a su mesita de noche y apaga la alarma — !Dios, no quiero bañarme!—chilla.
Rueda fuera de su satisfactoria y cómoda cama, luego, se va directo a la ducha.
Ella viste un top negro, unos vaqueros que se amoldan muy bien a su pequeña figura, y por último, sus tenis blancas. Se aplica un poco de labial, se sujeta el cabello y baja por las escaleras que se encuentran cubiertos por una alfombra dorada y demasiado inmenso.
Se dirije hacia el comedor y entonces, oye un tierno ronroneo. Voltea en dirección al suelo y observa a su grande y hermoso gato.
—¡Ohh Louiis! —Se arrodilla, besa la coronilla de su cabeza y le pregunta divertida — ¿Cómo amaneciste hoy, eh?—No es como si esperara por parte de Louis una respuesta, pero con un simple "miau" ella sabe que su gato está en perfectas condiciones—Bueno, prepararé tu leche para que puedas desayunar, de paso haré mi desayuno yo también para poder retornar de una vez a mi universidad — Se para y se dirije hacia la nevera de la cocina.
(...)
Se le había hecho un poco tarde, ya que, no quiso separarse de Louis, era tan tierno.
Hasta que llegó la hora de despedirse de su hermosa mascota y entonces retorna a su destino.
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Iba caminando pacíficamente por las calles de Seúl. En el transcurso, vio a una señora llorando descontroladamente, no sabía cuál era precisamente la razón por el cual grita pidiendo ayuda.
Lisa se asustó, la verdad es que no sabía qué hacer, si ir a ayudar o quedarse justo en el lugar en donde paró.
La mujer seguía pidiendo ayuda y nadie se dignaba a preguntar su malestar, simplemente observaban con atención. Es como si estuvieran viendo a una persona que padece de esquizofrenia.
Aquella linda pelirubia no lo dudó más y se acercó a la mujer que se encontraba en pleno colapso.
— ¿Q-qué le sucedió, señora? — preguntó nerviosamente la menor.
Y aunque la gran mayoría de veces no acostumbraba a preguntar cómo se sentía la otra persona porque se apenaba de inmediato, en esta ocasión, hará una excepción porque realmente lo amerita y cree que tal vez contribuya al bienestar de la otra persona.
— Señorita, se llevaron a mi bebé... — la pobre mujer no podía ni levantarse, estaba en pleno colapso — Me la quitaron de mis brazos, por favor ayúdame — Aquella mujer que se la veía totalmente desesperada, estaba botando lágrimas de forma que su tono de piel se tornaba cada vez más roja.
Lisa no sabía qué hacer, ella apenas y sabía sobre primeros auxilios, sería algo ilógico que aplique su aprendizaje en este caso.
Se preguntaba qué podía hacer para poder recuperar a la hija de la mujer.
Mientras pensaba qué podría hacer, se le vino una pregunta en mente, así que lo expresó — ¿Vio en qué dirección se fueron? — No le importaba si se arriesgaba para aquello, solo quería la tranquilidad de aquella mujer que en esos momentos se encontraba con el temor de ya no ver nunca más a su hija.La mayor temblando, levantó su brazo izquierdo en dirección a un callejón.
La joven rubia parecía estar analizando la situación, y entonces, le pidió prestado la bicicleta de aquel joven que solo se dedicaba a grabar y mirar como un verdadero cobarde.
A veces no llegaba a comprender a las personas, puesto que, si se tratase de un familiar suyo, estarían dispuestos a arriesgarlo todo, sin embargo, como ven que la sensación de miedo y ansiedad que recepta la mayor son emociones totalmente ajenas a las personas que los rodean, no hacen absolutamente nada más que solo observar. La doble moral en todo su esplendor.