𝙴𝚕 𝚒𝚗𝚒𝚌𝚒𝚘 𝚍𝚎 𝚊𝚕𝚐𝚘 𝚐𝚛𝚊𝚗𝚍𝚎

2 0 0
                                        


𝙴𝚕 𝚒𝚗𝚒𝚌𝚒𝚘 𝚍𝚎 𝚊𝚕𝚐𝚘 𝚐𝚛𝚊𝚗𝚍𝚎...

¿Cómo se le llama a aquella casualidad atípica en la vida en la que conectas dos veces con la misma persona?

Déjenme expresarme mejor...

Era invierno, tal vez mayo de 2015, si es que no me estoy equivocando de mes y año. Lo que tengo muy presente es el frío de aquella temporada, en aquel salón amplio con techos altos, mientras llevaba una campera de abrigo para contrarrestar la brisa helada que se colaba por las puertas. Pasaron horas y horas en las que sólo me propuse charlar con mis amigos, conversar con las personas que conocía muy bien, y simplemente ignorar a aquellas a las que jamás había visto.

Pero en cierto momento, a unos tres metros de distancia frente a mí estaba de pie aquel muchacho con cabello castaño y anteojos que reía partícipe de una ronda de jóvenes. ¿Acaso ya había visto aquel rostro alguna vez? Pensé mientras fruncía levemente el ceño para observarlo mejor. 

El sonido de su voz era algo ajeno, hasta su nombre era desconocido para mis oídos. No creía volver a verlo por otro sitio ni mucho menos en redes sociales. 

Narrar su existencia me parece algo absurdo en estos momentos, es abrir heridas con una venda en los ojos. Es llorar sin borrar la sonrisa de un encuentro majestuoso.

¿Por cuánto tiempo lo observé aquella noche? Lo suficiente para memorizar hasta su vestimenta. Casi como un rayo de luz enceguecedor me quedé pasmada con su presencia en una fiesta donde sólo reconocía quince de cien rostros.

De pie a mi lado se hallaba mi hermana mayor, moviendo el cuerpo al compás de la música unos instantes antes de que un chico llegase y le tomase la mano para dirigirla al medio del salón de baile. Los nervios se estaban apoderando de mi interior, eso es innegable incluso años después del flechazo (si es que es un término abarcativo). 

— ¿Cómo se llama ese chico de allá?- pregunté acercándome más a ella y elevando un poco la voz, pero manteniéndome silenciosa por si acaso alguien estaba escuchando mi cuestión. No vaya a ser que alguien más intente poner sus ojos encima.

— ¿Ese?- se rio con gracia y me miró confundida por mi seriedad. Asentí de inmediato- Se llama...- contestó segura y volteando en su dirección.

Repetí su nombre como si lo tuviera grabado en mi lengua, como si fuera una cucharada de miel que no podía terminar de tragar por ser tan empalagosa. La cara se me ablandó al instante.

— Ese es el chico con el que se habla Lorena, así que olvidate- agregó antes de aceptar la invitación para bailar y se fue casi en un desliz al centro del lugar.

— ¿Qué?

No podía ser cierto. ¿Lorena se hablaba con ese chico y yo jamás me había enterado?

Disculpen la sinceridad, la falta de prudencia al narrar mi conversación. Cabe aclarar que Lorena era una gran amiga mía, por aquellos años cuando todo marchaba bien. ¿Cómo es que nadie me había dicho, ni siquiera ella, que le gustaba un chico?

La seriedad reinaba en mi rostro durante aquella noche, pero no fue un impedimento para registrar cada movimiento y detalle de aquel desconocido que se grabó en mi mente como fuego.

Mi corazón latía a un ritmo anormal, cada latido era una sensación nueva y desconocida, ajena a lo que haya sentido antes pero no tan fuerte como las que vendrían después. 

¿A quién intento aburrir con una historia poco interesante de un amor fugaz?

A mí misma. El masoquismo no es inédito en mi persona, de hecho reina en cada poro de mi piel. Puedo autolesionarme con palabras hirientes, con actitudes que me infringen el dolor con gran intensidad. Seguramente no soy la única mujer que lo practica, pero si de las pocas que viven del pasado.

Es una actitud poco realista, puesto que la realidad es el hoy y mi recuerdo es ayer, en aquella fiesta sobrevalorada de 2015. Si pudiera volver el tiempo, ¿creen que no lo haría? Sin dudarlo ni una sola vez. Hay muchas cosas que me gustaría cambiar de mi pasado tan recóndito, una de ellas, por ejemplo, las veces que me privé de admitir lo que hoy se esconde como tesoro en una esquina del corazón. 

Por alguna razón, es justamente esa esquina la que sangra, la que es preciso remendar en estos momentos, pero que tendrá que esperar veinticuatro horas más para recibir su cura.


Volviendo a lo que estaba, retomo la explicación poco grata de una mirada efímera desapareciendo en las sombras de un recuerdo amargo. Si por decir que su edad fuera un impedimento, estaría diciendo la más pura verdad. Era casi imposible para mí reconocer que un chico de aquella edad pudiera simplemente voltear a verme y deducir de dónde había salida aquella niña. 

Sólo imagino mi rostro con ojos iluminados y bien abiertos mirando su persona con admiración. Admiraba su entero ser, su misterio, su voz que demoró años en hacerme oír, pero que lejos de perturbar mi espera, valió la pena.

La despedida fue inexistente, fue ver su sombra salir por una puerta amplia y desaparecer junto a un grupo de personas en la oscuridad. La luz se había cortado en medio del baile, y cada uno, incluidos ambos, nos fuimos del lugar con el sonar de una risa. 

No quiero pensar que caminé a su lado en aquel parque camino al auto a su lado, y mucho menos si toqué su mano accidentalmente al pasar. Me desconcierta saber que nunca sabrá lo que me importó aquel momento y lo mucho que extrañaría volver a verlo, aunque era algo que en aquel momento sabía no iba a suceder jamás.


Espero entiendan, y sé que lo hacen, cuando digo que el primer momento en que ves a ese alguien, el inicio, es el inicio de algo grande. No es algo temporal, no es algo que desaparece como mis sonrisas en estos momentos, es algo fortuito e inexplicable.

Ver a esa persona cruzar frente a tus narices, sus ojos brillantes en medio de un sitio cualquiera, con una expresión en su rostro que te alienta a imaginar su sonrisa... Cualquier acción que lleve a cabo en un primer momento va a ser para toda la vida. ¿Lo sabrán alguna vez? Lo dudo.

Díganme si encuentran las palabras para hablar de quien les mueve el suelo, de quien los desvela en las noches de lluvia, quien con aparecer sin previo aviso atenta contra la salud de sus corazones. Cuéntenme cómo fue ese inicio, y cómo ese algo ha ido creciendo cada vez más hasta llegar a formar un batallón de sensaciones en sus vientres. 

Leeré cada relato como una novela de amor, y prometo responder con una sonrisa aunque merezca una lágrima. 

No dudo de la capacidad que tenemos de amar y ser amados, ni de la existencia universal del famoso "amor a primera vista", aquel que te graba en una imagen pintada con acuarelas la historia de tu vida. 



Comenten.

Beso enorme. 




Enmendando un corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora