01. Amor, humillación y placer

970 92 143
                                    

Estamos solos en la biblioteca de la casa, rodeados únicamente de libros y silencio. Sin duda un ambiente perfecto para lo que estamos por hacer. No deberíamos, pero los demás están distraídos jugando en el patio y tú tienes ganas de repetirlo.

Tus manos viajan hasta mi pecho con tanta serenidad que no puedo evitar soltar un suspiro. Tus dedos, largos y elegantes, se cuelan entre la tela para comenzar a desabotonar con delicados roces. No es la primera vez que me tocas de esa manera, pero sigo sin controlar los nervios. Los escalofríos me recorren de pies a cabeza y no lo entiendo. Se suponía que lo asimilara pronto.

Ya hemos tenido varias tardes como esta. Solemos aprovechar los momentos de distracción de mamá para irnos, luego venimos a la biblioteca o nos encontramos en alguna habitación donde no puedan escucharnos. Allí me utilizas, te desahogas y finalmente te vas. Es casi una rutina. Aun así, no me acostumbro a la sensación de ser tomado por ti. Es extraño pensar que tú, un niño tan bueno y con principios, haga esto con tanta naturalidad.

Como eres buen observador y son muy pocos los detalles que se te escapan, notas mi inquietud y te detienes para mirarme.

—Estás temblando, Ray —dices, precavido. No harías nada que esté en contra de mi voluntad. Esa fue una de las cláusulas de nuestro trato y no te conviene olvidarla.

Mantengo mi mirada fija en ti sin decir nada. Con los míos temblando, acaricio tus dedos y me llevo un par a a la boca. Paso la superficie de mi lengua por el índice y el anular en un movimiento seductor, aquel que tanto te gusta. Sonríes y te acercas para besarme, pero aparto la cara y te digo que te des prisa. Al ver que no te mueves me quito la camiseta de un tirón y doy un par de pasos hacia adelante, hundiendo la cara en tu cuello.

Sin poder contenerte, besas y muerdes el nacimiento de mi espalda con una desesperación que no te esfuerzas por ocultar. Vas bajando lentamente mientras yo me arqueo y esfuerzo por no gemir. No me gusta.

Alguna vez, con la voz ronca y excitada, dijiste que esos son tus sonidos favoritos, pero yo los odio. Escucharlos es la mejor forma de recordar en lo que me he venido a meter y sentirme humillado por eso. Me hace pensar que quizá no debí haber aceptado tu propuesta en un principio, que fue una mala decisión.

Muy seguido me pregunto qué habría pasado de haberme negado a ser tuyo.

Para empezar, no tendría este placer. No habría descubierto las sensaciones que me provoca escucharte extasiado; no conocería ciertas facetas tuyas, ya que de otro modo no me las habrías revelado. Tampoco me buscarías como lo haces y seguramente te habrías distanciado para evitar la incomodidad por mi rechazo. Habrías creído que con tu propuesta cambiaste nuestra relación, y entonces te habrías alejado para no causar malentendidos sobre tus intenciones conmigo.

Suelto una pequeña risa irónica que se disfraza de jadeo mientras te entretienes con mis clavículas. Me hace gracia pensar que en un caso así estarías procurando que no pensase que tienes sentimientos por mí, sin saber que es justamente lo que me gustaría. Ojalá fuera mi situación en lugar de esta.

Pero no lo es. Una de tus caricias me devuelve a la realidad y de pronto me siento estúpido por atreverme a imaginar otra cosa.

Tus manos en mi cintura, me giras y entrelazas tu mano con la mía para recostarme sobre la mesa. Poco a poco vas encimándote en mí, desesperado, deseoso de probar mi cuerpo otra vez. Yo me dejo hacer. Ya sé cómo funciona este juego. Jugarlo tantas veces me dio experiencia, mas no confianza: tiemblo y me estremezco ante cada toque tuyo, disfrutándolo, asustándome, sufriendo el choque de ambas sensaciones en los mismos segundos. Tú te limitas a deleitarte con mis reacciones.

Susurras mi nombre a la vez que cierras los ojos y usas tu rodilla para obligarme a abrir las piernas. Obedezco. ¿Acaso tengo otra opción? Sin brusquedad alguna, colocas todo tu peso sobre mi cuerpo y me pides que te desabotone la camisa. Vuelvo a obedecer. Te dejas caer otra vez y nuestras pieles se juntan, ajetreadas y ansiosas, con un ardor frenético que comienza a quemar.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 22, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Different purposes 「NoRay」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora