Hermoso Reflejo

Capítulo 3

Agarro el pomo de la puerta lentamente, sin observarlo siquiera, temiendo que al darme la vuelta algo ocurriera y no poder escapar de allí.

Pero algo ocurrió.

Como si de una ilusión se tratara, no había picaporte. Me giro con rapidez para ver qué sucede y, efectivamente, no hay picaporte.

Es un hecho, estoy loca. En este momento debo estar en algún manicomio con chaleco de fuerza. Mamá me lo decía siempre, aunque bueno, no sé si era cierto o era porque quería hhacerme enojar.

Me sujeto la cabeza con ambas manos y cierro los ojos con fuerza, repasando cada segundo del día. Sacando el hecho de que estoy en un cuarto con un espejo totalmente tétrico y delirando, lo más probable, nada raro sucedió.

Debí haberle hecho caso a Mel, mi mejor amiga, investigar la historia de la casa. No es normal que en pleno siglo XXI no la hayan derrumbado, no es que tenga reliquias dentro o algo similar.

Siento como mis manos se sueltan, liberando el agarre a mi cabello.

Nuevamente quedo mirando a aaquellos ojos fríos que manejan todo a su voluntad. Con nada de dignidad, le suplico.

- Por favor, liberame. No volveré a entrar a esta habitación si es lo que quieres.

Me observa unos segundos y luego, para mi sorpresa, libera una carcajada que me erizó la piel. Se endereza y vuelve a mirarme.

- No lo entiendes, estás atada a esta casa.

Me quedo en blanco.

- ¿Cómo que atada a esta casa?- pregunto desconfiada. Me siento ridícula por hablar con un espejo.

- Va a ser mejor que te lo muestre, acércate. Pon tus manos en el espejo.

Retrocedo de nuevo, en vano porque vamos, estoy encerrada con un espejo parlante y una puerta sin manija.

- Retrocede, lo único que haces es darme órdenes y encerrarme aquí. Por lo que sé lo único que me ata aquí eres tú.

- Resultaste ser inteligente después de todo. Y no, no soy yo. Ya quisiera que te fueras pero si quiero salir de este espejo y dejar de ser un reflejo debo romper la maldición.

Ya decía yo que venía por ahí...

- Ya, ¿y yo soy tu sacrificio humano?

Se ríe nuevamente incomodandome.

-No, eres el recipiente.