I Don't Care

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Estoy en una fiesta en la que no quiero estar; prácticamente me arrastraste hasta aquí.

Obligándome a usar traje y corbata. Sabes que detesto vestir así, ¿en dónde quedó mi suéter azul?

"Al menos pude usar algo de Ska" Pensé para mí mismo viendo mi corbata a cuadros blancos y negros. Gracias al cielo pude ganar la pelea para usar la única prenda que realmente me gustaba, a pesar de tus quejas sobre "lo poco elegante que luce" o "que este es un evento serio y no puedo vestir como un payaso"

Sonreí al recordar esos comentarios, en realidad te encanta mi estilo, pero sé porqué dijiste esas cosas: no estoy a la altura de este lugar.

Observé todo el salón y solo pensé en una cosa: demasiada extravagancia; típico de la gente rica.

Es que a ver, ¿de verdad esos candelabros de cristal bañados en oro y con diamantes incrustados son útiles? Cada vez que los miro me entra el pánico de que una de esas cosas me caiga encima.

Y ni hablar del órgano, obviamente bañado en oro también, como si eso hiciera que la música sonara mejor, y el cual solo está ahí acumulando polvo y las células muertas de todo aquel que pase por aquí.

Pero sin dudas, lo peor son las mesas, ¡por favor! ¿crees que mi trasero va a descansar mejor sentado en una silla de terciopelo y con esas ridículas decoraciones doradas? creo que ni siquiera el trono de la Reina tiene tanta ornamentaciones.

En cierto momento mis ojos se topan con una puerta escondida en una de las esquinas más alejadas del salón de fiesta, ¿será la puerta trasera? me pregunto si puedo escapar por ahí; igualmente ando sólo, sentado en un puto trono ridículo, afixiándome porque no sabía cómo hacer un nudo de corbata correctamente y de milagro no me ahorqué a mi mismo por error.

En realidad no habría problema con irme tranquilamente hasta esa puerta y luego salir disparado a mi casa, es decir, nadie me mira, ni siquiera han notado mi existencia desde que llegué.

Le doy un sorbo a mi bebida y hago una mueca de disgusto, ¿se supone que este es el Whisky de exquisita calidad que bebe la gente rica?

—Hey, volví— Te sientas en la silla vacía a mi lado y terminas de beberte ese Whisky por mi —Lamento tardar, ya sabes, la abuela no encontraba su anillo de rubíes con diamantes y alguien tuvo que buscarlo por los alrededores porque ella no confía en los mayordomos—Comentas de forma súper casual y yo solo finjo entenderte.

Ni siquiera he visto en persona un puto rubí y resulta que hay gente que los usa en sus anillos.

"Cosas de gente rica" me repito a mi mismo.

Entonces de un momento a otro agarras mi mano, y mirándome con esos ojos azules que me emboban preguntas —¿Quieres bailar?

Quizá nunca haya visto la belleza de un rubí en persona, pero estoy seguro que tus ojos son mil veces más hermosos.

—Sabes mejor que nadie que no sirvo para bailar; tengo dos pies izquierdos.

—Vamos, déjame enseñarte— Dices divertido con una de tus radiantes sonrisas y simplemente no pude negarme, así nos levantamos de nuestros asientos.

—Sabes que te quiero, ¿te lo he dicho alguna vez?—

Sueltas una ligera risa antes de responder —Todos los días—

Estamos en el medio del gran salón, te agarré de la cintura mientras tú me agarrabas de los hombros y con la mayor paciencia del mundo me explicabas cómo dar cada paso.

Me disculpé mil y un veces por cada pisotón que te daba sin querer y tú solo reías y hasta me devolvías las pisadas; sin darnos cuenta empezamos a hacer bromas sobre todo el asunto y los dos íbamos a nuestro propio ritmo, no estábamos bailando ni mucho menos, pero la pasamos genial con lo que sea que estábamos haciendo.

Lamento haber arruinado tus mocasines Gucci con tantos pisotones; supongo que no encajo en esta fiesta, con estas personas, este ambiente.

Mucho menos con ese candelabro del demonio que tengo justo arriba de mi en estos momentos y tú aprovechas cada mínima oportunidad que tienes para burlarte de este miedo tan absurdo.

Miro a las personas que nos rodean unos momentos antes de volver mi vista a ti; todo el mundo parece importante, todos tienen algo que decir, todas son personas sumamente adineradas.

Tú no eres la excepción, de hecho, eres el cumpleañero de esta fiesta.

Y como todo buen cumpleañero, eres demasiado impaciente, razón por la que decidiste agarrarme y llevarme hasta la habitación dónde guardaban los regalos para escabullirnos y que pudieras husmear antes de tiempo. Ahí fue cuando ví que todos te obsequiaban ropa de marca, zapatos, relojes de lujo, teléfonos de alta gama y un sin fin de cosas que seguramente costaban más que mi vida entera.

¿Y yo? pues...Con mis ahorros de dos meses sacados de mi salario como dependiente de una gasolinera cualquiera perdida en el medio de la nada, pude comprarte un bonito suéter púrpura en la tienda de los chinos que quedaba en la esquina de mi casa.

Aún así lo apreciaste y me diste un beso.

No sé cuánto costó ese lujoso Rolex que te regaló uno de tus primos, pero estoy seguro que no se compara al valor de tus besos.

Sin embargo, a pesar de tu emoción con ese suéter, me siento fuera de lugar, como si no fuera nadie, en especial en este tipo de situaciones dónde me planteo una y otra vez el porqué alguien como tú le daría una oportunidad a alguien como yo.

Pero además de eso, también pienso "¡Al demonio! ¿Quién quiere encajar de todas formas?"

Porque en realidad no me importa.

Nada de esto importa cuando estoy contigo.

Todas las cosas malas desaparecen a tu alrededor y es como si solo existieramos tu y yo.

Y lo más increíble es que me haces sentir como alguien importante.

Gracias a ti, las noches malas desaparecen, ¿qué importan las borracheras de mi madre si estoy al teléfono contigo toda la noche?, ¿qué más da los golpes de mi padre por cada mínima pelea si te tengo a ti curándome las heridas?

Nada de eso importa cuando el cielo de tus ojos es lo único en lo que puedo pensar.

¿Qué importa que en tu fiesta de cumpleaños todo el mundo posee más fortuna de la que alguna vez habré soñado?

Y si no fuera porque te conozco desde el kinder, pensaría que eres igual de superficial y materialista que el resto de tu familia.

Al fin y al cabo, los dos estamos en una fiesta en la que no queremos estar.

Ninguno de los dos encaja en este lugar.

Pero realmente no me importa.

No me gusta ninguna otra persona que no seas tú, es como si fueras el único aquí y los demás forman parte de las miles de decoraciones bañadas en oro que hay en este sitio.

Porque estoy en una fiesta en la que no quiero estar, con gente que odio con toda mi alma, tratando de hacer mi mejor esfuerzo para no salir huyendo, solo porque te tengo aquí y el resto desaparece cada vez que me hablas.

Nada más importa cuando estoy contigo.

—Te amo, Matt— Dije en un susurro.

—Y yo a ti, Tom— Y me besaste.

Esto es todo lo que me importa.

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