Capítulo 1

229 9 0
                                    

Despierto,  miro a mi alrededor y veo que en realidad no quiero lo que tengo y a la vez sí. Me levanto de la cama y me coloco frente a un espejo de cuerpo completo.

"Mi nombre es Grace Mir Whatte" repito en mis pensamientos al ver mi reflejo.

Una chica de mediana estatura, delgada, de tez blanca, ojos grandes color miel, cabello ondulado y totalmente negro (a muchos les gusta el color de mi cabello, pero por alguna razón a mí no), grácil y tierna pero no frágil, aún tengo dieciséis años.

Comienzo a caminar, me detengo en la penumbra de una habitación, observo a mi pequeña hermana Agnes, que es tan hermosa, tan risueña y encantadora, es diminuta en verdad y tan frágil. Tiene ocho años, tiene unos ojos enormes color verde que inspiran confianza y ternura, su piel es de un delicado tono, casi pálido y su cabellera corta y china color chocolate. 

-¿No puedes dormir otra vez?- susurra la voz de un hombre joven a mis espaldas,

Mi adorado hermano Ethan reservado y  exigente pero a la vez inofensivo, amistoso y servicial por naturaleza. Es fuerte y alto, tiene dieciocho años, tiene el cabello castaño y sus ojos son color miel, odio admitirlo pero en realidad es guapo. Él y yo nos llevamos muy bien, compartimos mucho tiempo juntos y hemos jurado cuidar de Agnes, pase lo que pase siempre estaremos juntos.

Muevo la cabeza diciendo que no y el comienza a caminar despacio hacia mí, me toma de la mano y me jala hacia las escaleras, bajamos muy rápido, tan rápido que casi resbalo, al no poder contener la risa, se me escapa una carcajada, Ethan me tapa la boca al final de la escalera  pero solo consigue que me ría más, con un pellizco logra que me calle y continuamos hacia la puerta trasera, que al empujarla se abre con un corto rechinido y salimos disparados a la avenida.

No puedo evitar sonreír, estirar mis brazos  e inhalar profundamente esa brisa fresca de la madrugada, volteo y lo miro de reojo, observo su necesidad de esto, solo un poco de libertad que es lo que llena su ser. Comienza a reírse cuando se percata de que lo miro  y  le dedico una sonrisa. Al  sentarnos en el suelo lo sigo observando y trato de descifrar su semblante

-¿en qué piensas?- le pregunto muy bajo, casi susurrándole

-voy a extrañar este lugar- me dice con tristeza.

Las calles están vacías y obscuras, es muy solitaria la pequeña provincia en que vivimos, muy pronto nos mudaremos a una ciudad que, en opinión mía, está llena de hombres indolentes y mujeres remisas que condenan y juzgan los modales de otros sin saber la historia con la que están frente a frente.

-yo también- respondí con un suspiro  y luego un gran silencio se apodero de nosotros.

Levanto la mirada y observo algo hermoso, el comienzo de un nuevo y bello amanecer, giro la cabeza y lo veo  le doy un codazo a mi hermano que esta agachado y cuando está apunto de refunfuñar se queda pasmado al ver unos rayos color naranja muy brillantes, me mira y me rio, me regresa una sonrisa y antes de que me abrase recibo un leve golpe en el hombro.

-Feliz cumpleaños Mir- me susurra al oído.

"Mir" Así  solía llamarme mi padre que murió injustamente asesinado, el fin de una familia. Después de su muerte nada volvió a ser igual, en realidad todo se transformó  en obscuridad y bruna para nosotros, una escena lamentablemente aterradora cuando mi madre cayó en una fuerte depresión y prácticamente nos abandonó. Mi hermano con quince años obtuvo su primer empleo de  comerciante ilegal en el mercado negro donde se dedicaba a hacer tratos con extranjeros, yo siempre estuve en contra de que se metiera en eso, pero llego un momento en el que de verdad fue necesario y no tuve de otra mas que aceptar, ya que era eso o dejar que Agnes se pudiera morir de hambre debido a nuestra falta de dinero,que no nos alcanzaba ni para lo elemental. Aunque después de dos años, todo terminó mal (como lo imaginaba)  y lo metieron a la correccional ya que era menor de edad, pero él decidió confersar todo lo que sabía a la policia, a pesar de las amenazas que recibía por sus jefes de que si decía una sola palabra tendría consecuencias. Pero gracias a que confesó lo dejaron libre a los seis meses, desafortunadamente durante ese periodo tuve que comenzar a trabajar a los catorce y mi edad no ayudó de mucho, asi que lo único que pude conseguir fué un trabajo de ayudante en una tienda cualquiera de verduras en la que me pagaban un minimo de cincuenta monedas por día, mientras que Agnes de cinco años, gracias a su estatura y complexión le permitían robar de algunos puestos su cena preferida; dulces. Antes de que mi hermano nos dejara, nuestros empleos comenzaban muy temprano y al final del día nos reuníamos debajo de un puente a cuatro calles de nuestra pocilga para contar el dinero de mi hermano y el mío, todas las noches  mientras comíamos algunos dulces de los que Agnes había tomado Ethan nos narraba historias que el mismo inventaba para hacernos sentir seguras, cuando concluía de hablar cerca de la décima hora, corríamos directo a nuestro departamento que consistía en dos recamaras diminutas con cada una un colchón viejo, lleno de moho y que rechinaba, un baño asqueroso lleno de sarro, una sala que solo contenía un sillón, una televisión que ya no funcionaba y una cocina muy pequeña con utensilios muy maltratados, platos rotos y manchas de comida en la pared.  Al llegar siempre se escuchaba el mismo llanto de una mujer joven que no tenía menos de treinta y cinco años, era extremadamente flaca de tez blanca y cabello largo lleno de nudos y basura, al entrar sigilosamente Ethan acostumbraba ordenarnos ir directo al cuarto donde dormíamos mi hermana y yo, mientras que mi hermano obligaba a mi madre a comer un trozo de pan y la llevaba con esfuerzos a la cama, mi madre gemía del dolor que la consumía. Una noche en la que Agnes se había quedado dormida muy pronto, salí a hurtadillas del cuarto y los observé unos momentos cuando mi hermano le limpiaba las lágrimas y no se cansaba de decirle que la amábamos, ella se rompía en un llanto muy impotente y silencioso, yo me encontraba debajo de la mesa, ella sentada en el sillón y mi hermano hincado a sus pies,

-quiero morir- decía mi madre con una voz muy temblorosa –no se merecen esto- continuaba

-te amamos recuerda- replicaba mi hermano mientras le recorrían unas lágrimas por las mejillas

-no sé qué hacer- reclamaba ella mientras mi hermano la abrazaba fuertemente

Decidí regresar antes de que pudieran verme y sigilosamente entre a la cama con Agnes, aquella noche en que sufrí la pérdida de mi amado padre sentí la muerte, tenía una rabia inmensa, jure venganza al asesino y lo maldije con todas mis fuerzas, en poco tiempo me quede dormida pero jamás olvide ese día.

ObnoxĭusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora