Decir que ese día fue el día mas doloroso de mi vida no es una exageración. Estaba sola, sin conciencia alguna de lo que acaba de suceder excepto de todo el dolor que rodeaba a mi cuerpo entero. Quería darme un abrazo, pero había algo que me impedía moverme con libertad. Y no solo eso, mi cuerpo entero se sentía más pesado y estaba extrañamente frío.
No sabía qué pasaba, pero quería que todo ese dolor se fuera lo más antes posible.
Pasaron unos minutos que para mi fueron milenios antes de que todo ese dolor se alejara y pudiera ser libre de saber que rayos acaba de pasar conmigo. Y créanme cuando digo que fue el momento más horrible que jamás había atravesado.
Me encontraba tirada en la mitad de la nada. En medio de un prado lleno de pasto y un pequeño estanque. Como si fuese un desierto con un oasis en medio de él. Con diferencia que claramente no era un desierto, pero si estaba desierto. A mi alrededor había una cama de rosas blancas que podría apostar amortiguaron mi caída, puesto a que justo debajo de mi, las rosas estaban manchadas en rojo escarlata a manera de charco de sangre. Pero yo no estaba cubierta de nada.
Mientras recuperaba lucidez, pude ver a mis manos. La realidad me golpeó con fuerza. Mis manos eran dos tonos más blancos que mi tono de piel normal y las articulaciones de los huesos ahora estaban por fuera. Puede ser difícil de imaginar, pero piensa que justo donde las articulaciones están, hay líneas por fuera de tu piel que muestra con exactitud cada movimiento que haces. Justo así se veían mis manos. Era un movimiento desgarrador al inicio, pero mi cuerpo se acostumbró a ello.
Mi cuerpo también era diferente. Mucho más duro. Y sonaba hueco cuando golpeaba a él. Pesado y muy resistente. Era una combinación extraña de resistencia suave. Como si fuera metálico. Un cuerpo metálico.
Yo se que decirlo de esta manera podría carecer de sentido y hasta podría sonar como un viaje astral que cualquiera pudiese tener. Lo entiendo en su totalidad. Lo se por que esa fue mi reacción una vez después tuve conciencia plena de la situación que me enfrentaba. Hasta intente pellizcar mi brazo, fallando miserablemente pues no tenía piel que agarrar. No había ni siquiera un pulso cardiaco. Solo había metal.
Me tomó un rato lograr estar de pie sin tambalear. Y me tomó un buen par de segundos acostumbrarme a la fuerza de gravedad que caía en mi pesado cuerpo metálico. Para ser más corto, llamaré a dicho cuerpo "robótico", de esa manera lo podrán imaginar mejor. En fin, que mi cuerpo era pesado, pero no lo había visto en su totalidad.
El estanque que estaba a mi lado funcionaba como espejo para poder verme en su reflejo y notar otro cambio a mi figura, o a mi cara. Como ya dije, mi piel era de dos tonos más blancos, pero mis mejillas estaban rojas como cerezas, al igual que mis labios y la sombra que maquilla mis ojos. Un maquillaje que sonaba mal pero se veía extrañamente bien. Era agradable a la vista.
Mi ropa también tuvo cambios. Antes de eso, podía recordar con claridad que mi uniforme era amarillo, pero ahora era de un tono azul celeste bastante curioso. Por cierto, que mi uniforme es bellísimo, y aun uso partes de él. Una falda ajustada que combinaba con una especie de saco con estampado a cuadros cuyos detalles eran tonalidades variadas del color base. Bajo el saco una fina blusa blanca de seda y un moño negro adornando el cuello. Y en uno de los bolso, una rosa blanca. Ahora que lo pienso un poco, desde antes de mi metamorfosis la rosa siempre estuvo del mismo color. Curioso.
Esos eran todos los cambios externos que podía asimilar. El drama, claro, era la razón de dicho cambio. Al principio no estaba claro pues la cabeza me ardía y mi memoria estaba borrosa. Solo me quede de pie esperando a que todo volviera a su sitio. El lugar en el que estaba era extrañamente pacifico e hizo de esa tarea algo agradable. Tanto, que me di el lujo de ver al cielo donde las nubes se veían hermosas y la luz del sol creaba un espectáculo celestial.
Fue ahí donde recordé lo que me acababa de suceder.
Logré recordar el bello jardín que fue mi hogar. Pude ver como las puertas que lo resguardaban se hacían más pequeñas conforme me alejaba del lugar. También recordaba la luz que entraba por la ventana del vehículo que me llevó lo más lejos posible de mi supuesto hogar.
Y por último, recordé la sensación de falsa libertad que tuve cuando sentí que estaba lo suficientemente lejos del radar, solo para darme cuenta de que me habían descubierto.
Así es, mi hogar fue el Jardín del Edén. Y yo acababa de escapar de aquel efímero lugar sólo para ser castigada por Dios. Juzgando por mi nueva forma, asegure que mi castigo fue que todo rastro de humanidad me fue arrebatado y ahora me encontraba a mi suerte. Un cerdo al matadero, eso era yo.
Confirmó este hecho al notar que entre la cama de rosas una carta asomaba sus esquinas hacia mi cuerpo. Recuerdo cada palabra de ella; decía lo siguiente:
"Para Elira:
En el momento en que leas esta carta, tu ya debes de estar en tierra de pecadores por tu desobediencia al jardín. Sabrás que estoy decepcionado, pero al mismo tiempo, era algo que ni siquiera Dios podría evitar. Después de todo, eres humana, y la tentación es más grande para los mortales que para el resto de nosotros.
Sin embargo, te habrás dado cuenta que tu eres un caso peculiar en comparación con el resto de los humanos que pisaron edén. Fuiste capaz de salir del jardín sin comer la fruta prohibida. Tu tentación debió ser diferente al resto, y aunque sigue siendo un rasgo perverso, es de admirar que fuiste la única que siguió la palabra de Dios, la única regla del edén.
Por desgracia, el castigo de abandonar el jardín es algo que ya debes de saber tras ver tu transformación. Ahora, querida Elira, te has vuelto un ser más frío que el hombre, uno que no puede poseer la imagen y semejanza de Dios por tal traición. Dejaste de ser humana, y te volviste una entidad que solo puede aspirar a imitar los rasgos del ser humano.
Aunque puede parecer un castigo cruel, creemos que fuiste la humana que corrió con la mayor suerte de todos, puesto a que serás la única cuya vida no se verá afectada por el dolor de un viacrucis eterno esperando a volverse polvo como los demás.
Te deseamos la mejor de la suerte, que reflexiones sobre tus actos y que encuentres paz contigo misma.
Atte. La Corte Celestia."
¿Saben que más recuerdo? En el momento que termine de leer la carta, esperaba llorar de tristeza, o estallar en rabia por lo absurda de la situación. Creí que gritaría hasta que mi voz no pudiera más o que tal vez me sentiría feliz por ser libre de las ataduras de Edén.
En su lugar solo había vacío. No sentí nada más que una gran indiferencia respecto a la carta. Solo la devolví a la rosa que la tenía incrustada y me hinque en el suelo, esperando alguna reacción, pero no había nada. Absolutamente nada. Todo rastro de humanidad había sido eliminado. Sabía que lo que acababa de leer era algo que me afectaba de manera negativa, y aun así no sentía nada.
Trate de asimilar toda la situación, lo que hice. lo que me paso. Mi nuevo cuerpo, la carta. El abandono de Dios. Mi abandono a mi hogar. Con mucha justificación, caí rendida al suelo quedando profundamente dormida.
"Mañana será otro día" me dije para calmar mi indiferencia. "otro día mejor".
ESTÁS LEYENDO
Dal Segno Al Fine
FantasyAsumamos que tu Dios pone una manzana en medio del jardín y dice, "hagan lo que quieran chicos, oh, pero no coman la manzana" Cuando el hombre comió la fruta prohibida abrió los ojos. Gracias a su desobediencia, podía entender que era el bien y que...