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El día no podría estar peor, literalmente acababa de salir del baño de su oficina con los ojos hinchados y la nariz roja; ahora tenía que lidiar con su pastelería de confianza cerrada ¡Solo quería un poco de dulce para sanar algo de su roto corazón! ¿¡Por qué la vida le trataba tan mal?! ¿¡Es por no haber devuelto el cambio a su mamá cuando tenía doce!? ¡Después de eso nunca más lo volvió a hacer!

Suspiro mientras pateaba una piedra del piso y cruzaba sus brazos, podría hacer un berrinche fuera de la pastelería cerrada pero no podía; porque ver a alguien trajeado comportándose como un niño malcriado era raro.

Por suerte aquella calle era conocida por las cafeterías famosas, pasaría por una de ellas y resolvería su paladar con falta de dulce, tal vez podría tomar un café. Pero no, café no, le recordaba a Taehyung y recordar a Taehyung le dolía porque probablemente ahora esté con su nueva novia.

¿Por qué tuvieron que conocerse? Ella había arruinado su vida maravillosa junto a Taehyung. Ni siquiera sabía su nombre pero renegaba contra aquel nombre sin letras.

Sacudió su cabeza para dejar de pensar en la felicidad de Taehyung en otros brazos y comenzó a caminar. Ciertamente ninguna cafetería le irradiaba confianza, era tan solo ver sus pasteles duros en la repisa o el té casi aguado en las tazas ¿Por qué eran siquiera famosos? Sí, la apariencia hacía mucho. Muchas veces las personas solo miraban la estética de un lugar y lo hacían famoso solo por tomarse un par de fotos lindas. Que disgustante era eso.

Cuando quiso darse por vencido y solo comer galletas de agua un lugar llamó su atención. Era lindo, claro esta, pero el color del té era el apropiado, los pasteles parecían suaves y dulces, además todo el lugar olía a pan horneado ¡Él amaba el olor de pan horneado! Sin dudarlo entró al lugar, olía mucho mejor desde adentro.

Se sentó en la primera mesa vacía y espero a que le llevaran el menú, mientras tanto se distraía viendo la variedad de flores coloridas que decoraban el lugar, esperaba que los pasteles fueran tan deliciosos como lucían.

Un mesero le trajo el menú y le dejo en la mesa un aparato para que lo llamase cuando ya decida que es lo que ordenará.

No podía creer la cantidad de pasteles que se mostraban en la carta, su boca se hacía agua de tan solo verlos, con mucha fuerza por fin eligió uno; una tarta de cerezas acompañada de té con leche. Llamo al mesero y le dio su orden.

Sorprendentemente estaba bastante distraído por cada rincón del café, era muy hogareño y lindo, hasta llegó a dejar de lado los pensamientos de su ex novio con alguien más. La orden no se tardó mucho, el mismo mesero que lo había atendido estaba con su orden en una bandeja y la acomodaba frente a él cuidadosamente.

—Muchas gracias.—Sonrió.

—Buen provecho.

El mesero se alejó y lo dejó con su orden. Olía de maravilla, estaba ansioso por probarlo.

Y la primera mordida fue un deleite. Podía soltar un gemido de gusto pero sería demasiado raro, los sabores eran deliciosos y suaves a su paladar, se acabó la rebanada en un abrir y cerrar de ojos, estaba tan bueno que se pidió una rebanada más. El té con leche no se quedaba atrás, el té sabía a té y la leche a leche, era magnífico. Estaba muy feliz de haber encontrado aquella cafetería.

Después de todo no fue un mal día por completo, ahora tenía el estómago lleno y el ánimo elevado. Y por eso tendría que agradecer al chef. Siempre es bueno reconocer el arduo y buen trabajo de los demás.

Volvió a llamar al mesero que lo atendió para pedirle que quería hablar con el chef.

—¿Disfrutó su orden?

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