ᴄ ʜ ᴀ ᴘ ᴛ ᴇ ʀ ᴏ ɴ ᴇ

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Sylvaine Pov

Si hubiera sabido que mis padres me llevaban a aquél lugar, probablemente no me hubiera montado en el coche. Era un lunes normal, todo parecía bastante tranquilo, hasta que de repente el móvil de mamá sonó y cambió su semblante tranquilo y alegre a uno serio, como si  la acabaran de dar una mala noticia.

Y debía ser importante, porque llamó a mi padre y se pusieron a susurrar. Ambos estaban pálidos y me miraban casi con miedo y un ápice de tristeza. Los miré extrañada.

-¿Está todo bien? Parece que habéis visto un fantasma.-Mi madre asintió lentamente e intentó sonreír, aunque le salió algo así como una mueca. 

-Sylvaine, cariño, vete montando en el coche, que nos vamos de compras.-Yo dí pequeños saltitos de alegría. Mis padres no solían llevarme de compras ya que era un ambiente que no les gustaba. Ellos eran reservados y callados. Cuando los conocías bien te encontrabas a unas personas humildes y cariñosas.

Me subí al coche y subí una historia a Instagram. Tenía apenas 400 seguidores, la mayoría familiares o amigos, pero me encantaba posturear y presumir de una vida maravillosa, como todos, supongo.

Mis padres se subieron al coche y me miraron disimuladamente. Notaba que algo iba mal, porque estaban demasiado raros. No hacían bromas, no me abrazaban y no me hablaban apenas. ¿Había hecho algo?

En el viaje no hablaron absolutamente nada, y al sentirme incomoda conecte el Bluetooth y puse mi canción favorita, Devil Town de cavetown. Siempre que la escuchaba mi estado de animo pasaba a positivo, y era justo lo que necesitaba ahora.

Mis padres no cantaron ni tararearon, creo que incluso bufaron cuando empecé a cantar. Llegamos a una carretera cualquiera y bajaron. Los seguí, cada vez más asustada por no saber que estaba sucediendo. Me guiaron hasta una gran mansión llena de coches y entramos.

Me estaba haciendo mil preguntas, pero no obtenía respuesta de ninguna. Mi madre me cogió de la mano y me acompañó hasta recepción. Me sonrió con nostalgia y me susurró:

-Te quiero, Sylvaine, muchísimo. Creeme, esto no lo hemos decidido nosotros. Cuidate. -Y dicho esto me dejó al lado de un camarero que me miraba sin expresión alguna en su rostro. Intenté ir detrás de mis padres, temiendo que me estuvieran abandonando. Pataleé y lloré, pero unos guardias de seguridad estaban en la puerta y no me dejaban salir por ella.

Ahí entendí que no los volvería a ver. Negué con la cabeza, llorando, sin entender que estaba pasando, y de repente el supuesto camarero me tocó el hombro con delicadeza y señaló a una puerta.

-Querida, ese es tu camerino. Entre y haga lo que Marianne le diga, si no es mucho pedir.-Sin saber que hacer me dirigí a aquella puerta y con indecisión la abrí. Mi cara fue todo un poema. Había una chica sentada en un sillón. La habitación era una fantasía. Era el camerino más grande que había visto en mi vida.

-Oh, ¡Tú debes ser Sylvaine! Encantada, yo soy tu nueva empleada. Te peinaré, vestiré y dejaré como una reina. Sobre todo hoy, es la noche más importante. Esta noche descubrirás quién eres, y verás todo de otra forma. Quizás hasta cambias esa cara de mustia que me llevas y te das cuenta de que todo esto es una oportunidad.

-No sé donde estoy, mis padres se han ido, parece que estoy encerrada en un castillo y no entiendo nada. ¿Qué se supone que es una oportunidad?

-Niña, deja de ser tan curiosa. Pronto lo entenderás. Ahora siéntate.-Hice caso a lo que me dijo y ella en menos de 30 minutos me había peinado y dejado el pelo como nuevo. Olía a mora y estaba muuuuy liso. 

Me dio un vestido de seda que parecía carísimo. Tenía volantes y era blanco, de un blanco mate precioso. Parecía una reina. La tal Marianne me maquilló y cuando me miré al espejo vi a una chica completamente distinta a lo que era yo. 

Estaba preciosa. Me miré boquiabierta y por un segundo olvidé que mis padres me habían abandonado y que no sabía nada, solo pensé en que estaba preciosa. Marianne me sonrió.

-¿A qué eres preciosa? Tienes mucho potencial , deberías saberlo. Bueno, debería dejar de hablar, que vas a llegar tarde. Camina hacia la puerta blanca y entra por ella. No debes socializar, no son tus amigos. Todos vosotros estáis igual de perdidos, o, al menos, los adolescentes. De igual forma, todos terminaréis siendo enemigos, así que no te acerques a nadie. No te enamores. Ah, y trata de no mirar a nadie, todos son demasiado guapos, así como tú.

-¿Qué? ¿Cómo me voy a enamorar instantáneamente? 

-Ese es el efecto que provocáis. Déjalo, ya lo entenderás. Ahora ve si quieres descubrir que haces aquí, quién eres y porque no debes enamorarte. Todas las respuestas que necesitas están detrás de esa puerta. Suerte.-La sonreí y salí de ahí. Me fijé en la gente que iba entrando en la sala. Todos estaban igual de arreglados que yo. Y todos compartíamos algo:

Eramos perfectos.

Bueno, perfectos lo que se dice perfectos no sé... Pero majestuosos y atractivos si.

Intenté no mirar a nadie en concreto porque Marianne tenía razón, de ahí podías sacar unos 1000 crushes. Entré con cuidado en la sala, intentando no hacer ruido. 

Nunca me hubiera imaginado lo que iba a saber. Nunca hubiera llegado a pensar que algo así me podría llegar a pasar. 

La reunión había empezado ya, y no estaba lista para enterarme de lo que me iba a enterar.


NOTA DE LA AUTORA 

¡Hola a todos! Espero que os haya gustado este primer episodio, me estoy esforzando mucho e intentaré escribir algo que esté a la altura de vuestras expectativas.

¿Tenéis teorías de lo que puede estar pasando? Si las tenéis, escribirlas aquí, tengo curiosidad.

¿Cómo creéis que es Sylvaine? ¿Os cae bien? 

Anyways, gracias por leer <3




𝕮𝖆𝖙𝖔𝖗𝖈𝖊 𝖉𝖊 𝕵𝖚𝖑𝖎𝖔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora