Dos hermanos

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A decir verdad, no se cómo comenzar esta historia. Hace tres meses era solo un chico de secundaria terminando su último año, un chico común y corriente que caminaba por los pasillos de su vieja escuela por última vez, un chico con un padre cuya reputación lo precedía, un chico con un padre que era amado, envidiado y admirado por ser uno de los periodistas más exitosos del medio, él junto a su colega y amiga Griselda Jiménez, con quien unió fuerzas para exponer a una gran celebridad que cometía crímenes y de más.

Mi padre es Adolfo Riviera, periodista, hijo, hermano, esposo, y padre de familia de dos hijos, mi hermano mayor Brandon y yo, Cristopher Riviera.

Mi madre, Ana Reynolds (mi mamá es estadounidense) era una fotógrafa increíble que trabajó en los medios de comunicación hasta que decidió retirarse para dedicarse de lleno al hogar.

Luego está mi hermano Brandon, un fiestero y tonto hombrecito de 1.95 M que anhela irse a una universidad en el extranjero, honestamente no se cual será el mayor desperdicio monetario de nuestra familia, mi cirugía del ojo derecho que está a punto de quedarse totalmente ciego, cirugía que tiene más probabilidades de fallas que de éxito, o el dinero que mis padres invertirán en una universidad en la cual Brandon solo pasará tiempo conociendo chicas y asistiendo a fiestas. No me mal entiendan, amo a mi hermano, siempre me ha apoyado y me ha protegido, pero fuera de la responsabilidad que siente como hermano mayor conmigo no hay mucho que admirar de él, este es su último año de preparatoria y el primero de los míos, y ya que estaré más cerca de él trataré de hacerlo cambiar y hacer de él un joven hombre modelo de 18 años.

Por último estoy yo, el más chico de la familia y seguramente un futuro desastre en la preparatoria, lo sé, dije que ayudaría a mi hermano, pero es muy diferente (y más fácil) ayudarlo a él que a mi mismo, créanme, me conozco demasiado bien.
Mi cumpleaños fue hace tres días y uno de mis regalos fue nada más y nada menos, así es, lo adivinaron, un pase directo al quirófano para tratar de arreglar el problema de mi ojo derecho, mismo que ha estado en mi vida desde hace diez años, cuando era pequeño y de la nada empecé a notar que si cerraba mi ojo izquierdo, el derecho tenía una visión menos nítida, cada vez he perdido más la vista, la verdad no se si esto tenga una cura. Honestamente me he acostumbrado a mi discapacidad y no me sentiría mal por escuchar que definitivamente no habrá una cura para mi, creo que solo me dolería saber que mis padres se esfuerzan realmente por ayudarme y que solo sigan creándose falsas esperanzas.

Mi madre me dijo que los hijos de Griselda asistirán a la misma escuela que Brandon y yo. No los conozco, pero mi papá dice que la hija es muy dulce y amable, casi nunca hablan del hijo, quizá sea igual que el pequeño hombrecito fiestero de 1.95.
Me dirigí a mi habitación y tomé mi teléfono, tenía varias llamadas perdidas de Rafael, el típico heterosexual que le gusta a todos, pero a diferencia de todos, yo soy uno de sus más íntimos amigos, ah y también fui su único  besador masculino. Teníamos trece años y le dije que me gustaba, lo tomó con calma y me pidió que lo besara para saber si solo le gustaban las chicas, lo hice y desde entonces supe que era muy bueno que fuera heterosexual, quiero decir, besa horrible.

—Cris... Debes bajar a comer ahora.
—Es horrible que ambos recibiéramos la misma educación pero a ti se te olvide tocar la puerta de la habitación de tu hermano.
—Sabes que a mamá no le gusta comer sola, y Papá llegará tarde hoy...

Me di la vuelta y vi a mi hermano en el marco de la puerta, le sonreí y lo alcancé para irnos al comedor con mi madre.

—¿Qué les hizo tardar tanto?
Preguntó.
—Sabes que a tu pequeño le gusta hacerte esperar.
—Estaba respondiéndole a Rafael, está invitándonos a una fiesta esta noche.
—No...
—Mamá, ¿ podrías dejar a Cristopher terminar de hablar?
—Claro, pero les adelanto mi respuesta, no irán a una fiesta antes del inicio de clases, me refiero a que si comenzarán el año de esa manera puedo esperar lo peor para el final del año, ¿verdad querido?

Brandon se levantó y se fue.

—Creo que debe madurar.
—Si, creo que todos aquí deberíamos mamá, te pidió disculpas por lo de la última vez unas cien veces.
Dejé la cuchara de nuevo en la mesa y me levanté.
—Cristopher...
—Quiero ir con mi hermano.
—¡Siéntate!

Se que mi mamá parece un monstruo, pero no lo es, creo que se comporta así porque no confía mucho en el hombrecito fiestero de 1.95. Comí rápidamente y al terminar pude levantarme de la mesa. Me dirigí a la habitación de Brandon para tratar de animarlo un poco, pues se que no le gusta discutir con mamá.

Abrí la puerta y lo vi sentado junto a su ventana.

—Hola...
—Pensé que tenias educación suficiente para tocar la puerta.

Ambos reímos con su comentario.

—¿Tienes hambre?
—No realmente...
—Sabes que así es ella, es grosera y malvada cuando se trata de fiestas, esperemos a papá y...
—¿Y nos dejará ir? No lo sé Cris, no creo que el confíe en mi, igual que mamá.
—Si no le preguntamos nunca lo sabremos.
Le sonreí y me devolvió el gesto.

Escuchamos a papá desde arriba y bajamos de inmediato para recibirlo.

—¡Oh querido padre al fin has llegado!
—¿Que fue eso? Llegaste temprano papá.

Preguntó Brandon riendo.

Ayudamos a mi papá con sus cosas y lo llevamos directo a la mesa, donde seguía la malvada bruja de nuestra madre con tremendo gesto de molestia.

—Terminé algunos pendientes antes de lo esperado. Ya llegué, amor.
—No quiero que les des permiso a ninguno de estos dos para ninguna fiesta.

Se levantó de la mesa y se fue molesta.

—Así que habrá una fiesta... ¿De quien?
—Es en casa de Rafael. Papi tengo mucho sin ir a una fiesta.

Me acerqué y lo tomé del brazo.

—Si, papá, pobre de mi hermano menor, tiene mucho sin divertirse.
—Esto es un complot, ¡quieren obligarme darles permiso! Lo siento muchachos, la respuesta es no...
—Papá...
—¡Pero...! Quizá no me de cuenta de que no están en sus habitaciones como a las... ¿nueve? Y quizá tampoco me de cuenta de que se llevaron el auto por arte de magia, y también se que cuando me levante al baño como a las dos de la mañana estarán en sus habitaciones.

Mi papá nos sonrió y nos dejó las llaves del auto de Brandon (que estaban castigadas) y nos pidió que estuviéramos en casa sanos y salvos a cierta hora.

—Una cosa más, hijos. Quiero que inviten a los hijos de Gris a esa fiesta, ellos serán nuevos en su escuela y quisiera que conocieran a alguien cuando comiencen las clases.
— Claro, diles que los veremos en la fiesta.
—Nada de eso Brandon, quiero que vayan por ellos y los lleven de regreso a su casa. ¿Trato?
—Está bien, los recogeremos y los llevaremos de vuelta a su casa. ¿Feliz?
—Estaré feliz cuando me muestren que pueden dejar de discutir con su madre... Anden, arréglense y tengan mucho cuidado, ¿si?

Mi hermano y yo subimos emocionados a nuestras habitaciones, esta noche será divertida.

Dos ZafirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora