Dos desconocidos

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—Quiero que lo hagan por favor Gabriel, ¿No te gustaría conocer a alguien cuando entres a esa nueva escuela en dos semanas?
—Basta, no quiero ir y no voy a ir.
—Al menos hazlo por mi.
—Lo siento Marcy, enserio no puedo y para ser sincero, tampoco quiero.

Que mal que eso sea lo primero que están leyendo de mi, lectores. Permítanme iniciar nuevamente. Mi nombre es Gabriel Jiménez, tengo 18 años, soy un tipo normal, con una vida normal y aburrida como la de cualquier otro, y hoy, estoy discutiendo con mi madre por una fiesta, y no precisamente peleo porque quiero que me den permiso, más bien lo contrario.

Como seguro ya saben soy el hijo de la periodista Griselda Jiménez, resulta que, hace seis meses tuve que abandonar mi antigua escuela porque era una persona problemática, mi madre fue llamada demasiadas veces por el director por mi comportamiento, del cual me sentía orgulloso pero no más, luego de ver que mi mamá daba todo por y para mi y mi hermana Marcela, decidí tranquilizarme, pero un día hubo un problema relacionado con la marihuana, lo cual me condujo a la expulsión inmediata, mi hermana terminó su último año de secundaria y luego de eso mi mamá decidió enviarnos a esta nueva escuela, que fue recomendada por su amigo y otro buen periodista Adolfo Riviera.

Creo que es una oportunidad excelente para mi y para mi hermana estar en esta nueva escuela, tiene un buen sistema educativo y además, prometí empezar de cero y quiero cumplir con mi palabra, no quisiera que mi madre se decepcionara de mi... Bueno, más.

—Mira hijo, yo se que no quieres estar cerca de ese tipo de cosas pero...
—Así es mamá, no quiero volver a ser el mismo idiota que te ha avergonzado tantas veces.
—Yo jamás he dicho que me avergüenzas José Gabriel.
—Yo lo se, pero yo se el tipo de persona que era antes y si tú no lo sentías así, pues yo si, sentía que era la mayor vergüenza y decepción de esta casa.
—La mayor vergüenza y decepción de esta casa se fue cuando lo encontré con otra...

Sabía que si seguía hablando iba a hacer que mi mamá hablara de eso. Hace dos años mi mamá y mi papá se divorciaron porque él fue infiel.

—No quise llegar a hacerte hablar de esto yo...
—No digas nada, no pasa nada.
—Discúlpame mamá, de verdad.
Me miró cálidamente y me dio una sonrisa.
—¿Entonces?
—Mira, hermana... Iremos.
—¡Si!
—Pero debes prometer que no nos vamos a separar y que no voy a perderte de vista. ¿Trato?
—¡Trato!

Espero no tener que arrepentirme de esto después.

Pasaron algunas horas y finalmente había llegado el momento de salir de casa y esperar a los dichosos hijos del señor Riviera, que seguramente serian un par de malcriados y presumidos niños de papi. No se por qué tengo esa impresión de ellos, pero podría apostar lo que sea a que son exactamente como los imagino.
Llegó un auto a nuestra casa y desde el momento en que el chico bajó las ventanas supimos que era él, es como un señor Riviera junior.

—Hola, tú debes ser...
—Su chofer por órdenes de mi papá. Soy Brandon Riviera. Por favor, suban.
—¿Cómo está tu mamá?
—Muy bien señora Jiménez. Seguro ya está lista para dormir.
Dijo y río.
—Tengo mucho tiempo sin verla, espero poder tomarme un café con ella pronto, salúdala de mi parte, cariño.
—Claro que si, debemos irnos, dejé a mi hermano en la fiesta y no me gusta dejarlo solo.
Si claro, se ve que eres un hermano ejemplar y protector.
Imagino que si este chico ve a su hermano en un precipicio y una botella de vodka al lado contrario iría a refrescarse con el vodka.

—Así que... Son los hijos de la Gran Gris Jiménez...
—Si... ¿Es cierto que tu hermano es de mi edad?
—No te conozco, amiga, pero mi hermano tiene quince años, ¿qué tal tu?
—Igual...
—Entonces si. Brother...
¿Brother? ¿De verdad me acabas de llamar así?
—Dime...
—Vienes muy callado, ¿todo bien?
—Claro... Es solo que así soy yo.
—No he escuchado lo mismo de otros. Oh, miren, ya llegamos.

Este idiota quien cree que es para decirme eso. Ignoraré ese comentario y voy a tratar de divertirme un rato.
Cuando entramos a casa del chico de la fiesta me di cuenta de toda la razón que tenía, habían demasiados Brandon en esa casa, escuchaba brother por aquí y brother por allá, luego "dude" por un lado y "pa" por el otro. ¿A que escuela me inscribiste mamá?

(...)

Llevamos más de dos horas en esta fiesta y no he logrado divertirme ni un poco. Definitivamente estos chicos son totalmente opuestos a mí y además son muy aburridos. ¿Enserio llaman a esto una fiesta?

— No quería hacerlo pero buscaré algo de beber, creo que si no lo hago voy a perder la cordura, hermana. ¿Quieres un trago?
— Claro, pero recuerda que no bebo demasiado, lo que sea que encuentres,  que tenga poco alcohol por favor.

Me dispuse a buscar algo de beber tratando de no alejarme mucho de Marcela. Encontré algunas botellas de tequila y me serví un poco para mi y un poco para mi hermana, desde donde estaba ya no la veía, por lo que me apresuré a servirme rápidamente para regresar con ella.
Cuando por fin logré verla pude notar que había un tipo hablando con ella, pero Marcela no se veía muy cómoda hablando con él, por lo que apresuré mi paso y llegué para ver que sucedía.

—Aquí está tu bebida, ¿todo bien?
—Si, todo perfecto. Solo...
—Está chulada y yo estamos hablando, brother, ¿eres su guardaespaldas o qué?
—A ver "brother", soy su hermano. Y ella no se ve cómoda hablando conmigo.
—¿No me ubicas? Soy Rafael Rouco, nadie está incómodo conmigo güey. Deja que tu hermanita te lo diga.
—No tiene por qué decirme nada, se lo veo en la cara y también veo en tu tono que estás borracho ya.
—Ay ajá, es más, ¿quien te invitó a mi fiesta, gato?
—No tengo por qué decirte, pero ya nos vamos.
—Si, mejor. No es como que tu hermanita esté muy rica.

Volteé a ver a Marcela, que me rogaba que lo ignoraba con la mirada, pero de mi hermana nadie va a decir esa basura.
Me di la vuelta y le di un puñetazo en la cara, sentí de inmediato que dos tipos me tomaron de los brazos y me separaron. El tipo se levantó y me dio un golpe mientras sus amigos me sostenían.
Un chico se acercó y se metió en medio de mi y el ridiculo ese.

—Rafa, ¿que pasa ,carajo?
—Quiero que me saquen a este de aquí, ¡sácamelo de aquí pero ya!

Estaba por irme pero sentí que me tomaron del hombro, era el dichoso Riviera junior, quien me dio otro golpe.
Escuché que el mismo chico estaba gritándole, me levanté y al ver la cara de Marcela supe que era demasiado, me sacudí la camisa y caminé hasta donde mi hermana, la tomé de la mano y nos fuimos a la puerta de la casa para pedir un taxi para irnos a casa.
Cuando el taxi llegó y nos subimos me sentí aliviado, finalmente me iría a mi casa.

—No debí insistir tanto en venir, yo...
—Esto no fue tu culpa, no digas eso.

Le di un abrazo a mi hermana y luego de un rato llegamos a  casa.

Dos ZafirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora