Soy Irresistible.

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Los días que pasaron en Cartagena, les hicieron mucho bien a los dos y regresaron a Bogotá, bronceados, descansados y sobre todos serenos, muy serenos y en paz consigo mismos. Era como si aquellos cuatro días, los hubiesen hecho madurar veinte años y se sentían muy bien.

Camila se deshizo en palmas y risitas de alegría, cuando vió a sus papás, que se la comían a besos, los tres se habían extrañado mucho.

Poco a poco volvieron a la rutina, a la normalidad y fueron pasando las semanas y los meses.

Las tiendas de San Juan y Santo Domingo ya funcionaban, Marcela estaba de regreso en Miami y desde allí las gerenciaba. Hubo un nuevo lanzamiento, esta vez totalmente coordinado por Armando, el primero después de tres años.

Betty estuvo unos días enferma, pilló una gripe bien fuerte, y por estar embarazada, apenas si podía tomar medicamentos, así que la debió pasar en casa, con mucha cama y remedios caseros, de modo que todo el peso del desfile recayó sobre Armando, que si bien estaba nervioso, contó como siempre con la inestimable colaboración de Catalina Ángel y un cada vez más eficiente Andy, que después de aquello, y a punto de graduarse como economista, se ganó el ascenso a Asistente de Presidencia.

Sandra estaba muy avanzada y se sentía muy pesada, a penas si podía sentarse frente a su escritorio, pero se negaba a tomarse la licencia por maternidad, pues deseaba apurar al máximo, para después tener más días, una vez que hubiese nacido la niña.

Betty también estaba muy gordita, bastante más que cuando esperaba a Camila y estaba del mismo tiempo. El médico ya les había confirmado que era un muchacho y pareciese que bien grande, lo que llevaba a Armando, a pavonearse orgulloso, presumiendo de su futuro hijo.

En el apartamento habían hecho reformas, la habitación de Camila había sido transformada. La nena ya tenía muebles de niña mayor y había pasado de su cuna a una camita nueva.

Betty, intentando huir de la guerra de colores, que se traía Armando, su mamá e incluso las muchachas del cuartel, había mandado pintar las paredes de amarillo pálido, con las molduras de escayola, el techo y las puertas, ventana y armario empotrado esmaltado en blanco. Al mismo filo del moldurón que separaba el techo de la pared, colocó una ancha cenefa plagada de globos de colores, estrellitas, arco iris, solecitos sonrientes y lunitas dormilonas.

Los muebles los compró en estilo rústico provenzal, teñidos en verde musgo, y adornados en el cabecero de la cama y en el medio de los cajones, con unos ramilletes de delicadas flores blancas y amarillitas. Las cortinas y el edredón de la cama, hacían juego con la cenefa de la pared, así como con los cojines de las sillitas.

La nena estaba feliz con su nueva habitación de hermanita mayor y la primera noche que su papá, la acostó en la camita nueva, ella suspiró y poniendo los ojitos en blanco le dijo :

Camila.- Me �busta papi�, me �busta mutto�.... �camita neva� me �busta�...

Armando.- Claro mi amor, ya es la habitación de una señorita, de la hermanita mayor del bebé que va a venir.

Camila.- �Tadda mutto el bebé�... no �miene� nunca...

Armando.- Aún faltan dos meses cariño, está muy chiquito y crece dentro de la barriguita de mami.

Camila.- ¿Cómo sale papi?... ¿cómo sale bebé?...

Armando.- Cuando ya esté bien grandecito, mami y papi van al hospital y el médico lo saca con cuidadito, como te sacó a ti, preciosa. Y ahora a dormir, que Rosita le va a leer su cuento...

Lo mismo que Armando no protestó ni dijo nada cuando Betty cambió los colores y los muebles del cuarto de Camila, si lo hizo y enérgicamente a la hora de decorar el cuarto del bebé.

Ecomoda parte 2:)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora