Construyendo Recuerdos.

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Armando, después del recibimiento de su mujer, ha quedado desarmado, no sabe que decirle, solo la mantiene abrazado y de vez en cuando le da pequeños besos en la frente, mientras ambos, en silencio, contemplan el ir y venir de las olas.

Armando.- Mi amor, yo... yo lo siento, perdóname, he sido muy bruto...

Betty.- Armando, eres tú... no puedo pretender cambiarte de la noche al día, y si te cambiase, ya no serías el hombre del que me enamoré, no serías mi esposo, serías otro.

Armando.- Pero siempre acabo lastimándote, siempre acabo hiriéndote y haciéndote sufrir... no se como me soportas.

Betty.- Porque te amo y porque me he casado contigo, para lo bueno y para lo malo. Al primer contratiempo, a la primera discusión, no voy a coger las maletas y voy a romper mi matrimonio... ¡eso es absurdo, mi amor!. Cierto que me molesta cuando te pones en ese plan, me molesta y mucho, cierto que sufro con esas actitudes celosas y posesivas tuyas, que además no tienen justificación, pero sufriría infinitamente más, si no estuviese contigo.

Armando.- Yo voy a cambiar mi amor, voy a dejar de hacerte escenas y no te voy a dar más disgustos, te lo prometo.

Betty.- Monstruo, no prometas, lo que no sabes, si vas a poder cumplir. Yo no quiero que cambies, quiero que crezcas, que crezcamos juntos, apoyados el uno en el otro, tomados de la mano... y bueno, que de vez en cuando, me escuches y me dejes explicarme.

Armando.- Te amo tanto Betty, lo pasé tan mal cuando estuviste lejos de mi, que solo pensar que vuelva a pasar, me vuelvo loco, no razono y hago el idiota.

Betty.- ¡Vaya!, y yo que estaba convencida, que la de las �inseguridades� en esta familia era yo... No me voy a volar, no te voy a abandonar y yo también te amo, mucho... y cuando te pones tan terco y tan celoso, te amo más, porque te descubro débil y frágil, lleno de miedos...

Armando.- ¡Pues si es verdad que me amas más, cuando hago el idiota, me parece que va a tener que soportarme celoso y terco, muchas veces!...

Betty.- ¡Bebé!... (se dan un beso), ¿porqué no volvemos al hotel y cenamos algo?, apenas si almorcé y tu hijo está hambriento. Además creo que Michel, me iba a dejar unos horarios y una invitaciones en la recepción.

Armando (levantándose y ayudándola a ella).- Yo también tengo hambre, ni siquiera almorcé... Y sí, te dejó esos papeles, yo le ví al llegar al hotel, los he dejado en la habitación.

Están en los postres, cuando el celular de Armando suena, es Cata que lo saluda feliz y le pide hablar con Betty.

Betty.- ¿Alló Cata?... Bien, muy bien.... sí, llegó con las orejitas gachas... oj, oj, oj...¿de verdad?... ¡Estupendo!, claro que vamos, claro... en una hora, muy bien... muy bien... Entonces hasta dentro de un rato, ciao...

Armando la mira interrogante.

Armando.- ¿A dónde vamos en una hora?...

Betty.- A pasear en �chiva�... Catalina, sabe que yo deseo repetir en todo lo posible, lo que hice en esos días que estuve acá, pero contigo. A partir de mañana, tenemos todas las noches ocupadas, con los eventos del reinado, así que ha reunido a unos cuantos amigos y han alquilado una �chiva�, nos vienen a buscar en una hora... anda tenemos el tiempo justo, para darnos una ducha y vestirnos.

Subieron a la habitación y mientras Armando se duchaba, Betty llamó a su mamá, a ver como estaba Camila, y a tranquilizarla, porque doña Julia se quedó muy nerviosa con la pelea de su hija y su yerno.

Luego entró al baño Betty y cuando salió, Armando sonrió, hacía mucho, pero mucho tiempo, que no la veía con el pelo ondulado, como lo tenía de natural. Betty, buscó en el armario y sacó un sencillo vestidito sin mangas, de algodón azul y unas sandalias de medio tacón blancas.

Ecomoda parte 2:)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora