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Es verdad que para otros mundos sería algo no común ver a un hombre utilizar en sus ropas colores cálidos y suaves, usar tiaras y accesorios en el siglo xix. Pero para Jungkook y su universo, es totalmente lo contrario.

Aunque se debe decir que los hombres por preferencia no los emplean, pero él sí.

El único con flores en sus rizos castaños, joyas preciosas en sus manos y colgantes en sus orejas y cuello. Los príncipes no tenían coronas como las princesas, él lo sabía porque sus hermanos no las usaban.

Jungkook tampoco tenía coronas de joyería, prefería sus hermosas flores margaritas blancas, jazmines y únicas magnolias. Las colocaba a los dos lados de su cabeza como más le gustaba.

Le encantaba ir todos los días al vivero del inmenso reino y ver cómo crecían de a poco las flores que en un futuro usaría.

El castaño se sienta en el banco de madera a ver el paisaje detrás de las plantas por extensos minutos hasta que llegó uno de sus hermanos mayores.

— Hermano, ¿por qué sigues aquí? Te estamos esperando para el almuerzo. — el chico pelinegro se asomó al vivero a observar a Jungkook.

— Taehyung, perdona. A veces me quedo estancado aquí a pensar.— contestó mientras se ponía de pie y estiraba sus ropas.

— Lo sé. Deberíamos apresurarnos para ir al salón, creo que el almuerzo de hoy es importante. Padre nos quiere anunciar algo.— comentó el príncipe, dándose la vuelta y comenzando a caminar junto a Jungkook.

— ¿Ya viste que hermosas flores están creciendo allí? — señaló hacia atrás apuntando el espacio con plantas.

— Lo puedo notar hermanito. Me gusta verte feliz hoy— rieron los hermanos, sin saber que más tarde la noticia del rey podría borrar aquellas sonrisas.

Cuando seamos felices [Jinkook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora