Capítulo Dieciocho

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18.







California, 1984.

Mientras más pasa el tiempo, la esencia humana se vuelve peligrosa. Es el destino de todo ser humano ser corrupto, al final la inocencia es una virtud que muy pocos logran mantener.

—No estoy seguro de que se vea bien.  

—¿Bromeas? El rojo es tu color.

Era la noche previa a su gran día en la preparatoria. Seokjin y Yoongi habían terminado de trabajar en el jardín, y se habían dirigido a la casa de los Kim a merendar.

El hermano de Seokjin siempre estaba encerrado en su habitación, al igual que ellos, quienes se habían encerrado en la del mayor.

Seokjin quería dar una buena impresión.
Por ello, le había pedido su opinión a Agustus sobre su ropa. El pelinegro aceptó con gusto, pero no esperaba que fuera tan difícil.

Era la tercera vez que Kim se cambiaba, y su ansiedad no parecía calmarse.

—¿No crees que me veo ridículo?

Agustus le vio con molestia, iba a golpearlo si seguía diciendo tonterías.
—Jin... te prometo —aclaró la garganta— te juro que te ves bien.

—Pero...

—Pero nada, cállate.

Suspiró; habían pasado muchas cosas en las vacaciones. Por ejemplo, Seokjin había llegado a esa edad en donde los muchachos se volvían hombres.

Siempre había sido un chico alto y un poco llenito; pero ahora, sentía que la pubertad le había dado una patada. Es decir, era mucho más alto que antes, y la masa corporal de su cuerpo parecía haber crecido en su espalda, por lo grande y fornida que se veía. Aún no tenía marcado el abdomen, pero unos cuantos meses más de ejercicio y él sabía que los tendría.

—No seas grosero conmigo.

—¡Me estresas, tarado! ¿Cómo es que estás preocupado por eso? Yo soy quien debería estar acomplejado, no tú.

—Tú estás bien así, no me jodas.

—Seokjin —le dijo serio— parezco una marioneta a tu lado.

El mayor quiso decir algo que lo animara; pero no pudo, una fuerte carcajada salió de su boca sin proponérselo. Era gracioso, de hecho, su hermanito y Min eran de la misma altura pese a que el pelinegro era mayor que él.

Yoongi se cruzó de brazos.
—¡Lo siento! —intentó disculparse mientras su fuerte risa resonaba por toda su casa—. Eres April, la marioneta.

—Justo cuando creí que no podías ser más idiota sales con esto.

—¿Qué tiene de malo? Oh, vamos. No entiendo por qué no te gusta tu nombre. ¡Es genial! Es bastante ingenioso si lo piensas en realidad.

Seokjin negó con la cabeza, quitándose la camisa que se estaba probando. Min volteó a ver hacia otro lado casi inconscientemente, Kim sonrió apenado.

—No digas cosas así.

—¿¡Por qué no!?

—Me siento tonto.

—Oye, no puedes culparme, tú eres mi abril de agosto.

—¿Y eso qué significa?

—Primavera en otoño.

En otra vida, Agustus Min habría deseado no voltear a verlo para notar la mano en su cuello, no divagar entre su pecho descubierto y esa sonrisa tan ligera que le regaló sin saberlo.

LA TEORÍA DE KIM.《version one》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora