_Nada más que una brújula llevaba Mat en su bolsillo, caminaba por todas partes, volaba de aqui para allá, no tenía más intenciones que las que proponía su cabecita de cinco años en el momento en que tenía alguna necesidad, ir al baño, comer algún dulce, o simplemente mirar un poco de tele para distraer el aburrimiento. Mamá era de esas pocas personas a las que el tenía permitido querer, después de papá claro, siempre peleándose por quién quería mas a quién, Nora se llamaba su madre, en aquél entonces brillante, divina, con su peinado clásico de madre, pelo castaño, ojos marrones y ni una arruga, bueno.. quizás un poco por debajo de los ojos pero nada de qué preocuparse, a papá no le costaba nada robarle algunas miradas desprevenidas de mañana o acariciarle un beso entre la comisura de los labios, claro, todo parecía un juego en ese entonces. Papá después de todo era ese tipo de hombre que le gustaba sorprender, regalar chucherías de vez en cuando para quedar bien, un payaso de tiempo medio, pero un laburador incansable, alto, ojos café, su pelo en ese entonces castaño al igual que mamá, siempre dispuesto a regalar una sonrisa aunque en su oficina se encuentre cinco horas y media sin descanso, un tipo increíble, el gran Jhon. Pero no nos desviemos del tema, ¡la brújula! si, la brújula.. regalada a Mat por su padre al nacer, nadie sabe porque fue su primer regalo, quizás con la esperanza de encontrar solo su chupete en vez de llorar cinco horas y media durante la noche, no obstante no fue el caso.
_Ese dia llovía bastante, no parecía Verano, todo estaba húmedo y grisáceo, especial para quedarse en casa.. lástima que era Domingo y, Jhon y Nora llevaban al pequeño a la iglesia, eran bastante religiosos para ser sinceros, lideraban encuentros católicos durante su tiempo libre reuniendo personas del vecindario y de otros barrios para orar y cantar canciones de Dios. No tenían auto pues pensaban que la idea de un vehículo era poco necesario para un pueblo tan pequeño en el cual todo estaba al alcance: farmacias, hospitales, negocios, hasta un shopping. La iglesia quedaba a la vuelta de la esquina, gracias a eso todos los dias se sentía la campana que el mismo cura se encargaba de hacer sonar, era bastante entregado a su pueblo y pocas veces sentía la necesidad de pedir ayuda.
_Sentados el señor y la señora Palace en las bancas con su pequeño hijo, a la hora de dictar las intenciones antes de comenzar la misa, Mat notaba que algo extraño se movía dentro de su profundo bolsillo de cuero, en sus jeans hechos a la medida, que sus padres habían pagado a una usurera costurera, el niño metió tres deditos para inspeccionar aquél orificio, pero mas veloz fue la retirada al sentir un pinchazo en uno de ellos. De pronto una colorada y pequeña hormiga se escabullía de entre sus bolsillos con intenciones de escapar, el pequeño no le dio mucha importancia pese a su agudo y picudo dolor sino que más bien tenía el deseo de concurrir por quinta vez en el día a juguetear con su tan amada brújula. Pero esta vez algo sucedía con ella, no giraba una o dos veces de manera usual como solía ver Mat, sino que daba vuelta incesantes, parecía no tener fin, "se habrá descompuesto" pensaba el niño, la agitaba, la veía desde arriba, intentaba ponerla en el suelo para que diera alguna dirección, pero nada. El pequeño se escapó velozmente del cuidado de sus padres, se escabulló por debajo de los asientos y comenzó a gatear hasta la puerta de la entrada a la Iglesia, nadie se percataba de lo sucedido ya que el padre estaba dando uno de sus interesantes sermones sobre la errónea vida actual de los jóvenes, mientras Jhon y Nora asentían con la cabeza unas veintitrés veces cada vez que el padre Jos echaba una barbullada de palabras explicando comportamientos pre-adolescentes, su tema favorito: el uso del teléfono celular.
_Mat iba de aquí para allá con la revoltosa brújula que parecía no detenerse nunca más, bajaba los escalones de la entrada, los subía, corría de izquierda a derecha paseando su curioso juguete, hasta que en un determinado momento, cuando el padre terminó su casi infinito sermón, se detuvo. El niño se encontraba asombrado, perplejo ante la rebeldía de la diminuta aguja que ya había terminado de bailotear. Esta vez parecía apuntar dentro de la iglesia, en dirección Oeste, por donde Mat por supuesto, continuó su decidido camino.
_Un poco alborotado por su propia curiosidad, volaba por los alrededores, siguiendo los pasos indicados por la agujita, asmático de tanto corretear y excitado por la emoción de poder escaparse por lo menos cinco minutos de los malos gestos de su madre al hacer un exagerado ruido en sus pequeñas jugarretas, su cuerpo no le permitía desplazarse con tanta velocidad, solo había aprendido a correr hace unos tres años. La brújula parecía burlarse de él, cambiaba de dirección por cada segundo, por cada paso que daba, siempre la aguja se movía como si su objetivo estuviera escapando de un auto queriendo atropellarlo. Del otro lado de la iglesia se sentían a otros niños jugando, corriendo a las escondidas, riéndose por haberse también escapado de los brazos de sus padres. Mat no soportaba escucharlos y sentir que podía no estar buscando solo a su misterioso y posiblemente imaginario objetivo, por lo que quiso cruzarse entre las bancas hasta los demás pequeños, pero todo fue hasta que por lo lejos, en los asientos del lado Este se escuchaba "¡Ahí está!", era la voz de su madre que parecía haber estado buscándolo por horas en silencio para no molestar a los demás oyentes. Rápidamente Nora agarró al pequeño y lo devolvió a su aburrido lugar, a la par de los gestos molestos de su madre, hasta terminar la misa.
_A la salida, los Palace decidieron esperar al último para tomar su retirada, además Nora aprovechaba para rezar y pedir por su hermana que en ese momento estaba enferma, mientras que Jhon saludaba a los Miller, a los Royers y por supuesto sin olvidar a las narices parada de los Harmstrong que siempre mantenían su cabeza y ojos al frente en dirección al sol como si su vida dependiera de ello. Todos ya afuera, las familias se paseaban por el entorno, saludaban al cura y hasta a veces organizaban fiestas para toda la parroquia, que por cierto eran todos siempre bienvenido en el rancho de Bill Royers. Mat, agarrado de la mano de su madre, esperaba que ella se codeara y chismeara con la señora Miller, la cual era su amiga de la infancia, y madre de una de las compañeras de escuela de Mat, Sarah. El pequeño aprovechó a revisar su bolsillo otra vez, tomando con ilusión su brújula, la cual seguía apuntando a una dirección extraña, decidió observar su entorno, pero había demasiada gente como para saber a qué apuntaba.
_Un fuerte viento resopló todo el lugar con amenazas de tormenta, refucilos resguardaban los cielos centelleando una fuerte luz que iluminaba las nubes negras que se posaban por encima del pequeño pueblo, la gente comenzaba a moverse rápidamente, los Royers subieron a su azulado auto viejo, y con su hijo Harold, también compañero de escuela de Mat, se tomaron a la fuga; los Harmstrong hicieron lo mismo, pero en un vehículo negro, mucho mas moderno y nuevo, con su hijo y compañero también de Mat, Peter. La brújula en la mano del niño parecía inquietarse, comenzaba a mover su aguja con más euforia, como si el objetivo corriera o huyera de algo, Mat ya estaba inquietado ante la ignorancia, ante no saber porqué del comportamiento extraño de su juguete, hasta que en un repentino momento la lluvia cesó para él. Los vientos se vinieron abajo, ya no caían gotas, la oscuridad se retiraba del lugar, de aquella plazoleta donde todo el mundo volvía lento y asombrado por el exagerado y repentino cambio del clima que esta presentaba. El cielo, estaba cubierto de nubes grisáceas que de un momento a otro parecían escapar de una brillante y estrepitosa luz que se asomaba entre ellas, un rayo encendió aquel lugar de una forma impresionante y bella, Mat dejó de observar la aguja, dejó de indagar en su tan preciado juguete, dejó su molesta curiosidad para admirarse en algo, en ese alguien que cruzaba delante de sus ojos. El tiempo se paró por un instante, todo el cielo irradiaba felicidad, los ojos de Mat notaron a un ángel, una pequeña niña, con un hermoso y brillante pelo rojizo, cachetes rosados y ruborizados, ojos café, centellados por el cielo luminoso, un vestidito bordado blanco, dos colitas en su cabello atados con cintitas blancas que caían por sus mejillas, zapatitos del color de la nieve y una hermosa sonrisita burlona que se escapaba de sus rosados y pequeños labios.
_La niña se alejaba y el tiempo volvía, todo parecía normalizarse, el cielo gris, la lluvia comenzó otra vez, todo cambiaba de nuevo, menos Mat, menos su cara de estupidez al no creer lo que acababa de admirar, menos su mano sosteniendo aquella brújula, aquella aguja que apuntaba como acosadora a ese hermoso objetivo, a esa pequeña niña caminando al lado de sus padres, sonriente, vivaz, feliz. El niño sacudía la pollera de su madre, alocado, recién escapado de un bello trance, con desesperación intentaba atraer la atención, y cuando por fin era atendido, se le escuchaba gritar "Mira mamá, mira mamá, es un ángel".
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La Brújula
Romance_Sin siquiera conocer un tipo de comienzo para un tipo de historia tan compleja, empiezo a escribir sobre los margenes virtuales de un teléfono celular. ¿Que tipo de manía presentan las relaciones? se preguntaría cualquiera, pues comenzaría hablando...