_El pueblo de Greenville, diez años habían pasado, todo parecía exactamente igual que aquél momento donde el tiempo se había parado para Mat, aquél momento donde sus ojos se habían iluminado por primera vez y que en su estomago había sentido algo que se lo revolvía aparte del hambre.
_Mat despertó, todo sudado, colorado de la vergüenza y con tono de asustado, había soñado con esa noche otra vez. Ese sueño lo había estado persiguiendo durante muchos años, y a pesar de que era un lindo sueño, lo despertaba la terrible visión de las nubes tormentosas cubriéndole de a poco la cara y divisando a lo lejos su brújula destrozada que yacía en el suelo, como si se le hubiera caído un yunque pesadísimo desde el mismísimo cielo.
_Todavía acostado levantó el brazo, él adormecido, parecía un zombi, sus ojos apenas se abrían como una copa de flor que tenía miedo de crecer y saludar al día, su brazo cayó en la mesita de luz que estaba a su costado, comenzó a palmar con su mano hasta encontrarse con un pedazo de metal ovalado con un vidrio incrustado en el medio y una larga cadena de metal quirúrgico que parecía recientemente colocado
por sobre el ovalo, su brújula parecía estar a la normalidad, sin un rasguño a pesar de los años. Al sentirse aliviado de que ningún yunque había destrozado su preciado objeto, se levantó animado de entre sus calientes sabanas y se apuró en buscar rápidamente su uniforme sin siquiera mirar la hora. Era normal ya para él, que misteriosamente el mismo sueño lo había despertado todas las mañanas exactamente a la misma hora, 6:59 a.m.
_Su habitación nunca había sido desordenada, después de todo el era igual que su madre en ese sentido, ni una media sucia en el suelo se aparecía en ningún momento sin que el muchacho ya lo hubiera puesto junto a la ropa del lavadero. Sea día de escuela o no, se levantaba siempre temprano, acomodaba su cama, se cambiaba dejando el ropero impecable como antes de abrirlo, y se dirigía a la cocina a revisar si la comida y el agua para su perro estaban listas y en orden. Tenía un caniche gordo, peludo y con las orejas caídas por debajo de los ojos, se llamaba Snow, porque su pelaje recordaba al color blancuzco de la nieve.
_Su padre apareció de repente por la puerta de habitación como si fuera un fantasma, inclinando su cabeza por la entrada. —¿Todo bien para el primer día, hijo?— preguntó Jhon con humor animado, quién parecía estar despierto desde hacía una hora.
—Todo bien, papá—Respondió Mat con tono ahogado mientras se ponía la camiseta de su colegio, la cual era blanca, con un símbolo en frente a la derecha, que tenía unas siglas visibles y se leía: W.H.S.
—Perfecto, tu madre te espera en la sala para desayunar.
_Mat terminaba de ajustarse los zapatos, agarró una bolsa de cuero enorme, de color negro y rojo: sus colores favoritos, resultaba ser su mochila. Se la colgó por sobre un hombro, apagó la luz de su habitación, cerró la puerta con una llave dorada que a continuación se la llevó a su bolsillo, tocó con su mano por encima de su otro bolsillo derecho, y ya con su teléfono equipado, se dirigió a la sala, una habitación de tamaño mediano, estilo rústico; sería buen gusto para un esquimal. Había una mesada enorme a lo largo de la sala, parecía usarse para reuniones familiares, en una de las tantas sillas a su alrededor se encontraba la señora Palace con su vestido hogareño, y unas perlas plateadas colgadas de su cuello, unos tacones rojos combinando con su vestido y una taza de café caliente enrollada en sus manos.
—¿Buenos días?—dirigía Nora hacía su hijo mientras llevaba la taza nuevamente a sus labios—.
—¿Café otra vez?¿no te hacía irritar los nervios según el médico?—le contestó su hijo—.
—No si lo tomo por lo menos una vez a la semana.
—Es la quinta vez desde hace tres días, madre...
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La Brújula
Storie d'amore_Sin siquiera conocer un tipo de comienzo para un tipo de historia tan compleja, empiezo a escribir sobre los margenes virtuales de un teléfono celular. ¿Que tipo de manía presentan las relaciones? se preguntaría cualquiera, pues comenzaría hablando...