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Me levanto de mi cama perezosamente y me voy al mini aseo —que comparto con Sarah en nuestro cuarto— para lavarme los dientes y empezar el día. Saco del armario lo primero que veo; pantalones vaqueros, una camisa blanca oversize y unos deportivos marrones oscuros.

Mi móvil como siempre está cargando en la mesita de noche, tras haberme quedado la noche anterior escuchando playlists e imaginándome situaciones hipotéticas. Pero no es ninguna novedad últimamente, hasta podría decir que es algo rutinario, trasnochar ya se ha hecho una parte de mí. Hay noches en las que Sarah me tira una almohada y me grita «¡Duérmete ya, Dracula!» o sino simplemente cierra los ojos y sigue durmiendo, mientras que yo me envuelvo en la música y me olvido de todo lo que ocurre a mi alrededor.

Las horas pasan como si estuviera en una secuencia a cámara lenta. Estoy apunto de salir de la clase de la profesora Whickam hasta que su oportuna voz hace que me frene de golpe, —Señorita Fox, ¿tiene un momento?
Me giro lentamente, —Sí.
Me acerco a su escritorio donde ella se encuentra mirándome.
—Ayer me tomé la molestia de leerme las redacciones y entre todas, una de ellas era la suya— pasa su vista hacia su ordenador y comienza a dar clicks. —Debo decir que me ha sorprendido su capacidad de argumentación en comparación con la de sus compañeros.
«¿Me acaba de hacer un cumplido?» pienso expectante.
Me quedo en silencio por un breve instante, —Gracias.
—No tiene porqué darlas, al fin y al cabo es lo que deben de hacer, poner a funcionar sus cerebros y ser más maduros. El mes que viene comenzaré con las tutorías, espero verla.
—Por supuesto— sonrío forzosamente y me dispongo a irme de la clase antes de que le dé por llamarme de nuevo.

Me desplazo por los pasillos mientras que estoy pendiente al móvil. Sarah no deja de mandarme mensajes sobre la fiesta, Jordan y la pareja perfecta que haríamos.

Sarah: Tú sólo piensa que podremos ser cuñadas

Yo:
Eso no va a pasar

Le mando el mensaje mientras suelto una carcajada.

Sarah: Que sepas que no me voy a rendir. Me niego a que una Alice 2.0. Se haga mi cuñada. Lo siento pero me niego.

Yo:
Aún te queda la opción de que tu hermano acabe solo

Sarah: Ojalá, pero ambas sabemos que eso nunca ocurrirá.

Estoy a punto de mandarle un mensaje cuando un golpe hace que retroceda varios pasos y pierdo brevemente el equilibrio, pero rápidamente me estabilizo y me volteo para ver quién es el responsable.
—Ten más cuidado...— bufa irascible.
—¿Cuál es tu problema?— suelto de golpe, no puedo ni escuchar su voz sin que una parte de mi se ponga violenta. Pietro me mira tenso. Lleva una sudadera morada que contrasta con su pelo rubio y sus ojos azules derrochan ese aura de suficiencia tan propia de él.
—Yo no soy el que anda con los ojos pegados al móvil— la gente nos dedica miradas fugaces.
—¡Ah! y a tu mente privilegiada no se le ha ocurrido apartarse, ¿verdad?— suelto con sarcasmo y desprecio.
—Eres insoportable— dice entre dientes y tensando poco después su mandíbula.
—Y tu insufrible, estamos a mano— sonrío amargamente, mientras que le miro mal.
—Me encantaría quedarme a hablar contigo pero mis amigos me esperan— sonríe cínicamente, como si pensara que me fuera a ofender el hecho de que ahora ellos fueran sus amigos.
—Corre, no vaya a ser que alguien te eche de menos— me burlo siguiendo por mi camino.

Me dirijo hacia el comedor donde he quedado como punto de encuentro con Sarah. Cojo una bandeja y voy hacia donde está mi amiga sentada.
Me siento enfrente de ella y me dedica una mirada fatigada. — En qué momento decidí meterme en arquitectura.
Alzo las cejas, —En el momento en el que te obsesionaste por querer crear un rascacielos que supere el Times Tower.
—Buen punto— sonríe, —. Cuando lo haga me tomaré un Martini desde el ático del edificio y miraré las vistas, mientras pienso lo alucinante que soy.
Suelto una carcajada, —Espero estar incluida en ese plan.
Arquea una ceja, —Pensaba que lo dabas por hecho, nunca podría olvidarme de mí compañera de crímenes.
Ambas nos reímos y acabamos hablando de la fiesta de mañana y el partido. —¿Te has enterado de lo que están diciendo de la institución Briefton?
—Sí, que son los que van a jugar mañana contra nosotros— digo simplemente mientras muerdo la manzana.
—No, eso no es. ¿Te acuerdas del partido de hace dos años en el que Adrik y Jordan empezaron una pelea?
Asiento con la cabeza, confusa de lo que me quiere decir.

Cómo no olvidarlo. Teníamos diecisiete años y por aquel entonces no podríamos salir del Crafford a no ser que nos acompañase un adulto y presentase un justificante. Una noche decidimos escaparnos Sarah, Jordan, Leo y yo, lo planeamos todo con dos semanas de antelación y al principio todo fue perfecto. Nos escapamos por la salida de los bedeles y pedimos un Uber para ir al centro de Londres.
Cuando llegamos nos adentramos a un bar lleno de adolescentes que rondaban nuestra edad y sin pensarlo dos veces nos pusimos en la cola. Ya dentro del sitio Sarah se hizo amiga de unas chicas dentro del aseo, las cuales nos presentaron a sus amigos y entre ellos estaba Adrik, quien me pareció bastante majo. El asunto es que Lily —la chica del aseo— y nosotras comenzamos a hablar y a pasárnoslo bien, mientras que Jordan y Leo estaban con Adrik y los demás. Pasaron dos horas y la discoteca empezó a cerrar, Lily y Sarah estaban borrachas como una cuba y a mi me tocaba guiarlas conmigo hacia la salida donde me quedé esperando con ellas un buen rato a los chicos, que casualmente aún estaban dentro del bar pegándole gritos y golpes.
Unos hombres los sacaron a la fuerza delante de nosotras.
—¿Qué habéis hecho?— les pregunté horrorizada al ver como a Jordan le cae un hilo de sangre del labio y a Leo se le enrojecía el ojo.
—Tenías que haberte fijado de cómo han acabado los otros— dijo Leo con una sonrisa seductora y disimulando el dolor de su ojo.
Le miré con desaprobación, —Jordan.
—Olvídalo— me respondió tajante, recibiéndose una mala mirada por mi parte.
Tras eso Lily tomó un poco de consciencia y se fue con Adrik. Mientras que Jordan, Leo, Sarah y yo salimos corriendo antes de que llegaran los policías y nos metiéramos en un lío aún más grande. Tras eso como era de esperar nos pillaron y estuvimos dos semanas limpiando los pasillos de nuestra planta, por la parte de Sarah y mía sólo limpiábamos cuando pasaba un profesor o cualquier otra persona que trabajara allí, solo para aparentar hacer algo.

—Pues resulta que él es el capitán del equipo de Briefton y obviamente mañana vendrá.
—Será interesante...— se me sale una sonrisa ante la idea del reencuentro entre Jordan, Leo y Adrik. Esto será un caos y no sé por qué pero me muero de ganas de verlo.
—Y lo será aún más si esta tarde nos vamos de compras— me sonríe con complicidad.
Arrugo la nariz, —Me temo que hoy no puedo. Esta tarde tengo que visitar a los residentes de Barnes y todo eso...— le doy otro mordisco a la manzana y de reojo veo como Pietro y su grupo comen a dos mesas de nosotras. El se da cuenta de que le estoy mirando y me mira cortante, —Idiota— vocalizo esperando a que no me entienda o ni me preste atención y el arquea una ceja, pero sin esperar una respuesta me volteo mirando a mi amiga.
Rueda los ojos, —Sáltatelo, mañana es el partido y eso significa que la fiesta comienza esta tarde, nadie notará tu ausencia.
Me encojo de hombros, —No puedo Sarah, ya tendré tiempo mañana.
Me mira con falsa molestia y con un tono bromista dice —: En qué momento decidí hacerme amiga de una chica más responsable que yo.

Las horas pasan y salgo directa a la estación de metro para llegar a Barnes. La residencia no está muy lejos del centro, así que ando tranquilamente hasta el sitio. Veo a niños corretear y a adolescentes comer gusanitos en bancos mientras que están pendientes al móvil.

—¿Es usted Lila Fox?— me pregunta una mujer con una camiseta que pone «C'est la vie» que podría rondar los 50 años de edad.
—Sí— respondo amablemente, acercándome al escritorio donde está ella.
—Soy Karen Woods, la directora de la residencia.
—Encantada.
—El placer es mío, nunca me imaginé que alguien se apuntaría de verdad a ayudar en la residencia, pensaba que a los jóvenes de hoy en día les gustaba más el medioambiente y las redes sociales... — hace un ademán gesticulando con las manos. —En fin, ya que al menos hay un alma joven aquí, podrías ayudar a animar el ambiente.
—¿A qué se refiere?
—Ya sabes, trae actividades, juegos de mesa, cartas, haz lazos con los residentes. Sin duda les haría felices...— dice lo último en un suspiro de alivio.
En sus ojos pude notar un destello, no sé de qué exactamente, tal vez esperanza o diversión. Y el resto de la hora me la pasé con Karen, recibiendo una visita guiada y conociendo a los residentes, lo cuales eran demasiados. —Son treinta y cinco, ahora te daré las fichas de cada uno para que te aprendas lo básico, nombres, salud, situación actual...
Estoy apunto de despedirme e irme cuando me interrumpe, —Gracias por esto Lila, les vas a alegrar enormemente a los residentes.
Algo dentro de mi se remueve, no sé qué es exactamente, alegría por un lado por sentir que voy a hacer algo que en verdad ayude a otros pero por otro lado tristeza... —De nada, hasta el próximo día.
Así que con un dosier lleno de fichas de cada uno de los residentes me subo al metro para volver al Crafford.

Nota de autora; Espero que os guste este capítulo <3
¡Hasta el próximo!

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⏰ Última actualización: Dec 26, 2021 ⏰

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