Triste poesía

El principio del final

Caminaba a paso apresurado, su madre ya casi llegaba a casa y no había hecho aún las compras, amaba leer pero aveces era un distractor, se quedaba tan inmersa en las historias que el tiempo avanzaba sin que se diera cuenta, paso por los puestos del pequeño mercado de su municipio, compro verduras, carne, especias y la pasta, todo lo que necesitaban para la comida del día, debía darse prisa, su madre ya llegaría a casa, corría por el pasillo que daba a la salida del mercado, esquivando gente aunque no lo hizo tan bien y chocó con un cuerpo, las bolsas de la compra cayeron de sus manos, se agachó apresurada recogiendo todo y aquel desconocido se agachó junto a ella, ayudándola, levantó la vista y lo vió, un hombre maduro, alto, el cabello castaño con unas cuantas canas, barba, y el cuerpo bien cuidado...
—Disculpe señorita, ¿Esta bien?— pregunto él con cierta preocupación
—si, no se preocupe, fue mi culpa, ahora sí me disculpa llevo un poco de prisa— le respondio al momento que intentaba esquivarlo para seguir su camino
—espere!!!—la detuvo—si gusta la llevó a su casa, mi coche está acá afuera...
Lo pensó, ya lo había visto antes, es él señor que vive a unas cuadras de su casa y llevaba prisa, así que acepto...
Caminaron al carro y la llevó a casa en el camino platicaron un poco y al llegar se despidieron y ella agradeció, bajo y corrió a la casa, dejo las compras en la mesa, lavo sus manos y se puso manos a la obra...
La comida ya estaba casi lista, cuando la puerta principal fue abierta, su madre entro a paso lento, se quitó los zapatos y los empujó a un lado del mueble que ocupaba gran parte de sala, dónde estaba el televisor, camino hasta la cocina y se sentó en un lugar de la mesa, mientras observaba a su hija, dar los últimos toques a la comida.
Se quedaron en un silencio cómodo, la comida estuvo lista, la joven sirvió 2 platos de comida, se sento frente a su madre, degustando la comida y hablando de su día con su progenitora
Paso el resto de la tarde leyendo su libro
En la noche, después de cenar, estando acostada en su habitación, no conciliaba el sueño, por andar pensando en unos ojos cafés...