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Changbin estaba sentado en el sofá, con sus piernas cruzadas

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Changbin estaba sentado en el sofá, con sus piernas cruzadas.

Acariciando sus brazos con delicadeza.

Pasando suavemente sus manos sobre las marcas rojas que adornan su piel.

Una vez más, Christopher marcaba y reclamaba el cuerpo de Changbin.

Siempre marcaba a Changbin de manera violenta.

Dejaba la palma de su mano marcada en la cintura de Changbin, una marca que podría tardar días en desaparecer.

Mordidas, chupones y quizás moretones por toda la piel de Changbin.

Changbin se sentía horrible por llevar todas esas marcas.

Pero para Christopher, ver esas marcas en el cuerpo de Changbin, era tan hermoso.

Cada marca indicaba que tenía dueño, que Changbin le pertenece a alguien.

Le pertenece a Christopher Bang.

Changbin suspiró con algo de decepción.

Su cuerpo le hacía sentir manchado y humillado.

El quería ver su cuerpo sano, su piel blanca, sin ningún tipo de marca.

Cosa que sería imposible cumplir, ya que al monstruo le gustaba ver a Changbin completamente marcado.

Changbin con algo de tristeza abrazo su cuerpo, acariciando sus brazos, buscando consuelo en sí mismo.

-.¿Qué te pasa, muñequita? -Preguntó la voz masculina detrás de él.-

Changbin se estremeció, sus ojos se abrieron rápidamente con temor.

No, por favor, no.

-.¿Te sientes mal? -Preguntó la voz masculina nuevamente, quien evidentemente es El monstruo.-

Christopher abrazo a Changbin por detrás y beso su cuello.

Changbin con algo de miedo asintió.

-.¿Y quieres que te haga sentir bien? -Preguntó juguetón Christopher.-

No... ¡Por dios, no!

Changbin comenzó a negar aterrorizado.

Christopher sonrió.

Volvió a dejar un beso en su cuello.

Luego observó el collar de chupones que tenía Changbin.

-.Tus marcas se están yendo... Debemos renovarlas -Dijo divertido, acariciando el hombro de Changbin.-

Los ojos de Changbin se cristalizaron.

No debes temer muñequita.

Y aunque Christopher estuviese del otro lado del sofá, y que Changbin le estuviese dando la espalda.

Alzó a Changbin y lo acomodo en sus brazos.

Cómo si de una princesa se tratara.

Y paso lento, comenzó a caminar.

Nuevamente dirigiéndose a su habitación.

Subiendo las escaleras con paciencia.

La tristeza y el miedo inundaban a Changbin.

Se sentía tan débil por dejar que estas cosas sucedieran.

Finalmente, llegaron a la habitación.

Christopher entró junto a Changbin, y cerró la puerta detrás de él.

Y una vez cerrada la puerta, el sufrimiento de Changbin comienza.

Oh, muñequita linda, vamos a jugar.

Oh, muñequita linda, vamos a jugar

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❝𝗟𝗮 𝗠𝘂𝗻̃𝗲𝗾𝘂𝗶𝘁𝗮 𝗗𝗲 𝗖𝗵𝗿𝗶𝘀𝘁𝗼𝗽𝗵𝗲𝗿❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora