I. Then you come...

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Dedicado a Molly del Grupo SukuIta de FB/WhatsApp💕

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Estaba cansado de la misma rutina de fin de semana. Terminar sus clases tarde aquel día no lo había detenido y así lo demostraba el cigarrillo encendido que cargaba en su mano derecha y la ¿tercera? o quizás cuarta botella de cerveza que tenía en la mano contraria.

Acercó el cigarrillo a sus labios y aspiro con lentitud, llenándose con el humo del tabaco que recorría su sistema junto al alcohol ya ingerido, sus pulmones a ese punto ni siquiera ardían, acostumbrados a años del mismo y continuo maltrato.

Es que le importaba una mierda.

No tenía caso cuidarse, sólo era una molestia para durar, qué, ¿cinco años más en un futuro?

De cualquier forma, iba a morir. Mejor para él vivir y disfrutar su vida.

Recargó su espalda en la mesa del bar, mirando, analizando el ambiente que se cargaba aquel oscuro lugar, iluminado sutilmente por las luces que se paseaban al ritmo de la música, que concordaba con los sudorosos y eróticos cuerpos danzantes de la pista, llena de hombres y mujeres que podría fácilmente salir a cazar, pero ninguno de ellos llamaba su atención. Mucho menos sus olores, algunos muy comunes para ser merecedores de alguien como él.

—Una jodida pérdida de tiempo. —murmuró como cada noche. Siempre era lo mismo.

—Sólo ve y escoge a alguien. Al final sólo es una cogida y ya, ¿no? —Y la voz a sus espaldas, le brido la misma respuesta, como cada día.

Tiene razón, sólo es una cogida. A veces ni para bajar el estrés sirven.

Acomodó sus cabellos inusualmente rosas y su oscura camisa que moldeaba cada uno de sus músculos y se levantó del taburete, acercándose con un caminar dominante a un chico que llevaba unos minutos viendo.

A primera vista era su tipo.

Cabello platinado, alto acompañado por una apariencia altiva y, como pudo notar una vez que se acercó, unos hermosos ojos zafiro.

Si se lo montaba bien, quizás le podía dar más de una vez.

Estrechó la cintura del contrario entre sus manos, acercándose a su cálido cuerpo y poso su nariz entre su cuello, las feromonas del Alfa inundaron sus sentidos, ambientándolo en un invierno perpetuo, con lluvias torrenciales y tierra húmeda.

Delicioso.

Quería dominarlo.

Acercó su cuerpo aún más a él, sintiendo el esponjoso trasero del contrario en contra de su pelvis, siendo aún mayor la presión cuando el albino empujo contra él. Tan descarado. Iba a continuar con su travesía por el cuerpo del contrario, que aún se movía rítmicamente al compás de la música, cuando un aroma aún mejor llegó a su sistema, animándolo, tentándolo al lado contrario de la pista.

Miró con atención la nuca del Alfa, donde sus feromonas se concentraban y aspiro, no quería dejar ir a su presa, pero el otro aroma lo llamaba con ansias y él no se iba a hacer de rogar.

—Si no ibas tú, iría yo. —soltó el albino juguetonamente y se alejó de su cuerpo con una amplia sonrisa, dejándolo libre. Sin darle respuesta, barrió con sus manos nuevamente sus hebras rosadas y se comenzó a alejar. —Quizás otro día. ¡Soy Satoru!

Ya no le importa.

Hay algo mucho más importante que aquel Alfa aún más allá.

•~❀~•

Y ahí estaba él. De pie en el otro extremo de aquel pub persiguiendo aquel irresistible aroma que podía sentir desde el otro lado de aquel oscuro lugar, mirando con sigilo al joven a un par de metros de distancia.

Él chico, porque sí, se notaba a leguas que era menor que él, tenía el cabello del mismo tono que él, o eso alcanzaba a vislumbrar por las luces cambiantes de aquel lugar, cuerpo estrecho con unos hombros anchos y más bajo que él.

No era mucho, pero era trabajo honesto.

Aun que lo compensaba con su irresistible aroma a melocotones, un dulce que lo llamaba a pecar una y mil veces, a repasar, estimular su glándula con él, una y mil veces. No podía alejarse de aquel primaveral olor. El problema es que se trataba claramente de un Omega.

—Tsk. —Era tan molesto. No por el hecho de que fuera Omega, o quizás sí. No quería darle importancia. Pero la mayoría, si es que no casi todas las veces en las que se había cogido a uno de ellos, habían esperado más de él.

Algo que no podía dar.

Citas, mimos, una relación.

Amor.

Se sentía tan incapaz de dar amor. Recuerda que en algún momento de su vida aquello le dolía, sobre todo cuando el principal ejemplo del amor: sus padres, se separaron. Ambos decían que nunca se habían amado y que él, sólo era fruto de un acuerdo. Que era lo más cercano a una maldición, aquello... cuando niño solía doler, pero ya no más. Las heridas cicatrizan con el tiempo de cualquier forma.

Carraspeo con fuerza, obligándose a alejar sus lamentaciones cotidianas de aquel momento, siendo aún más fácil para su sorpresa con el aroma del omega revoloteando cerca de él.

Avanzó un par de pasos, acercándose al cuerpo contrario, observando con detalle la playera blanca que rodeaba su torso y esos pantalones... invitándolo a hablarle y probar suerte, tentando su presencia e imaginación, queriéndolo deshecho en las sabanas de un motel cercano, respirando su nombre contra su cuello, necesitando una follada más, reclamando la atención de sus ojos y de muchos otros. Su polla respingó entre sus pantalones, hace mucho no necesitaba tanto de alguien como al joven pelirosa que estaba frente él.

—Hey. ¿Quieres bailar? —Contrario a como lo había hecho con el tal Satoru, le habló antes de lanzarse directamente, tomando su tiempo para detallarlo, para observar más de él, así como los brillantes iris almendrados que lo miraban con inocencia, siendo resaltados por rizadas pestañas un poco más oscuras que su cabello, pero que revoloteaban con soltura por su cuerpo.

—¿E-Eh? ¡Te pareces a mí!

Sonrió al escuchar esas eufóricas e inesperadas palabras, pronunciadas con la energía que sólo un sol puede tener, eclipsando todo su ser, llenándolo de mil y una sensaciones que nunca esperó poseer. 


Better Man | SukuItaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora