"Con esto podremos comprar pan"
Pensó alegre mientras metía el dinero de regreso en el talego que había encontrado en el basurero y que para su fortuna tenia dinero. Una dulce sonrisa se posó en los labios del niño, podría comprar el pan que tanto le gustaba a él y a Pochita.
Sabía que había sido buena idea salir más temprano de lo usual, camino tratando de esconder a toda costa su felicidad hasta llegar a su hogar, no quería que por azares del destino y la casualidad un vagabundo llegara y le quitara el dinero que tenia.
Amargos recuerdos se adueñaron de su mente. Frunció el ceño enfadado y apretando la cuerda de la bolsita.
Entro al mercado para que los hipoteticos ladrones no le robaran.
Pero por momentos le desagradaba la idea de entrar al mercado. Ver tantas cosas deliciosas o bonitas y no poder siquiera comprarlas o tener la imaginación para pensar... ¿Como seria probar todo eso?
Ya estaba por salir del mercado cuando se topo con un local que no había visto antes, al pequeño le pareció de lo más curioso no ver a ningún abastecedor, solo encontró junto al local a una chica y a un chico tomados de las manos, se veían felices. Muy felices.
Demasiado.
El chico se propuso a darle un beso a su novia, la tomaba por su cabello castaño acariciandolo con ternura, la acercaba a el para que sus cuerpos se ciñeran en un fuerte abrazo.
Al separarse las manos del chico tantearon por el cuello de la mujer, sus dedos bajaban lentamente hasta llegar a su escote. La señorita no oponía resistencia alguna.
-Te amo- susurro el chico- A Denji esa palabra lo sorprendió.
"¿Que es el amor?"
Vio como ellos dos se abrazaban complacidos del otro, el niño seguía embobado viendo a esos jóvenes sin que ellos se percate siquiera de su presencia.
-¡Las parejas cachondas se van a los moteles!- Una señora bajita les grito a esos jóvenes románticos reventando su burbuja de amor, se vieron a los ojos y soltaron risas tímidas, se disculparon y se retiraron a paso ligero conversando de cosas varias. Su pequeño show romántico había terminado a los ojos de los dos presentes. Pero Denji era el que tenía una mueca de admiración en el rostro, quería probar eso.
La señora posó su mirada en el niño rubio, vio lo delgado que estaba y su mirada de molestia por los jóvenes se transformó en una tierna expresión comprensiva. Decidió acercarse a él niño y saber que le pasaba, la compasión la movía en ese momento.
-Oye niño ¿Vas a comprar algo?-Denji se sobresalto tocando instintivamente su talego. Su rostro enrojecido de repente, sus ojos se abrieron como platos y sus labios comenzaron a temblar.
-N-No, Solo me Distr-traje viendo a... - La señora se rio a carcajadas del niño. Le pareció adorable su reacción. No debía tener más de once años.
-¿Enserio?- Se acerco a Denj sin invadir de forma intrusiva su espacio personal, asustarlo era lo que menos quería.- ¿No hay nada que te guste en mi tienda? Vamos, pasa.
El niño dudo en hacerle caso. Siempre que confiaba en alguien adulto, y sobretodo un tendero, terminaba muy mal.
-Esta bien. - Dijo sin estar seguro de entrar. Pero no podía rechazar a una señora tan amigable. Parecían años los que no había tenido una conversación con alguien que no fueran los Yakuzas o Pochita.
Al entrar se dio con la sorpresa de que era un mercado de frutas. Había pasado por algunos en el mercado se había percatado de que solo eran dos y que la anterior tienda había cerrado hace una semana por razones que a él no le interesaban. Solo recordaba que ambas tiendas vendían la fruta a altos costos. A increíblemente altos costos al punto en el que varias personas no probaban una fruta en sus vidas.