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El pequeño soltó un balbuceo para tratar de alcanzar el rostro del castaño, este simplemente parpadeó rápidamente, dándose cuenta de la imágen que había hecho su cerebro al ver a aquel niño, realmente le invadió un poco de tristeza al darse cuenta...

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El pequeño soltó un balbuceo para tratar de alcanzar el rostro del castaño, este simplemente parpadeó rápidamente, dándose cuenta de la imágen que había hecho su cerebro al ver a aquel niño, realmente le invadió un poco de tristeza al darse cuenta que no era quien imaginó. Suspiró, para cargar mejor al pequeño azabache de ojos, un tanto inusuales.

— Haber niño, ¿sabes si dejaron algún papel contigo o algo así? —el mencionado solo ignoró lo que le preguntaba aquel adulto, para mirar con extrañes las orejas de oso que este poseía y tratando de alcanzarlas, el de orbes verdes veía en la canasta si había alguna nota, encontrándola y sonreír— la encontré.

Al abrir aquel sobre y desdoblar la hoja que tenía, empezó a leerla con tranquilidad, pero a medida que iba avanzando en la lectura, sus orejas bajaban y aquel brillo en sus ojos se fué al leer un nombre del cual no se esperaba para nada, además de quién, bueno, quienes le enviaban la carta. Miró nuevamente al pequeño, este miraba sus manitas, tratando de juntar sus dedos y bueno, lo que le parezca interesante al ver sus manos juntas.

— Luzu podría ayudarme, al menos que te cuide por un rato mientras voy a rezarle a los dioses —metió al bebé nuevamente en la canasta— trata de no hacer ruido, ¿vale? Llegaremos dónde Luzu rápidamente... ¿Será bueno que vayamos en mi chocobo? —el azabache ladeó la cabeza a un lado sin saber de lo que hablaba el de orbes verdes— olvídalo, todo irá bien.

Tapó hasta los hombros al bebé con la mantita que había venido y dejado en su puerta, para así salir de su casa flotante y llamar a su chocobo, el cual andaba merodeando la casa por atrás de esta. Se subió con la canasta al lomo de la gran ave y cuando iba a ir a la casa de su amigo evil, no pudo evitar mirar aquella otra isla flotante con melancolía. Exhaló con tristeza, haciendo una mueca y luego salir volando a la casa de su amigo.

Llevaba ahí casi como media hora, luego de haberle contado todo lo ocurrido a aquel chico de orbes rojos, quien pasaba su mirada del pequeño azabache a él, sin creérselo aún seguramente, para luego abrir su boca, pero no dijo nada, volviendo a cer...

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Llevaba ahí casi como media hora, luego de haberle contado todo lo ocurrido a aquel chico de orbes rojos, quien pasaba su mirada del pequeño azabache a él, sin creérselo aún seguramente, para luego abrir su boca, pero no dijo nada, volviendo a cerrarla y juntar sus palmas, mirando fijamente la mesa en dónde estaban sentados, uno al frente del otro. Pensó por un momento que lo tomaría de loco y está era una estrategia para hablar nuevamente con el amante del morado, aunque el castaño sabía que desde hace semanas ya no se atrevía a hacer más intentos, por más que sus amigos trataban de animarlo. Ya era un caso perdido.

¡¿🅿🅰🅳🆁🅴🆂?!ミRᴜʙᴇɢᴇᴛᴛᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora