Aire

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El estridente tono de llamada de su móvil despertó a Riu, alargando el brazo a su mesilla y cogiéndolo de mala gana, estaba empezando a coger el sueño. No se molestó en ver quien era, esperaba que fuera algún tipo de compañía telefónica para poder terminar rápido con la llamada. 

- ¿Qué? - masculló el hombre con tono agresivo.

- ¡Riu! - gritó el director al otro lado de la línea - ¡Te necesito en la academia ahora!

- ¿Cómo? - preguntó aún sin terminar de despertarse - ¿Qué pasa? 

- ¡Nos atacan, eso pasa! - continuó gritando alterado - ¡Han entrado en la residencia de los de tercer año! 

Contuvo el aliento, acababa de hablar con Venus hacía a penas una hora ¿Cómo podía estar pasando eso? Y más importante ¿Estaba bien? Se levantó de la cama rápidamente, cogiendo su ropa que descansaba sobre su escritorio y tratando de vestirse mientras sujetaba el móvil con el hombro. 

- ¿Están a salvo los de la residencia? - continuó tras una breve pausa.

- Los han intentado sacar en cuanto saltó la alarma silenciosa - contestó algo más calmado - Pero aún no han revisado todos los pisos, no logran abrir las puertas. 

- Llegaré en cinco minutos - dijo consiguiendo por fin ponerse los zapatos - Mantenme informando. 

- Espe-...Ri... - la señal comenzaba a perderse de la nada, sus palabras se entrecortaban, no podía escuchar con claridad - ¡Oh-... La tienen... a tienen...en!

- ¡¿Qué está pasando?! - exclamó saliendo por la puerta de su apartamento con las llaves de su coche en la mano - ¡Oye! 

La llamada se cortó, dejando a Riu aún más desconcertado. Debían tener algún tipo de aparato que interfiriera con las alarmas y dispositivos electrónicos, sino no no hubieran podido llegar tan lejos. Las palabras de su superior resonaban en su cabeza mientras arrancaba su coche con prisa sin a penas abrocharse el cinturón, "La tienen" ¿Tener a quién? No quería descuidar al resto de su clase, pero de verdad esperaba que no fuera quien estaba pensando. 

Venus respiraba agitada, no tanto por la mano que que la agarraba del cuello evitando que callera al vacío, sino por ver las reacciones de sus compañeros por su aspecto, aunque estaba lejos podía percibir todas las miradas en ella. Sabía que no saldría de ahí con vida, se lo había dicho ese hombre de pelo gris que la mantenía en alto, y por mucho que se resistiera no le daría tiempo a regenerar esa parte de su cuerpo si la agarraba por completo, se convertiría en polvo, al igual que hizo con su teléfono y por eso mismo nadie lo atacaba, lo tenía todo calculado, iba a morir. Si se iba a ir de este mundo sería sin ningún cargo sobre su conciencia, sin nada de lo que arrepentirse, soltando todo lo que había guardado durante años, aunque eso pudiera dejarla en mal lugar, de poco importaría cuando todo terminara.

- ¿Esa es tu despedida? - susurró tras de ella su captor - Impresionante, pero esperaba más. 

- Aún no - dijo en voz baja ladeando la cabeza.

- Tienes dos minutos - dijo apretando su garganta - Sin trucos...

Asintió y volvió la mirada al frente, el cielo estaba oscuro y la luna resplandecía. Notaba cómo la extensión de su columna que colgaba en su baja espalda daba pequeños golpes con su punta en sus piernas, estaba helada. Tomó aire nuevamente, sus lágrimas habían parado, pero el nudo en su garganta seguía ahí. 

- Siento mucho haberos mentido, no os merecíais eso. Sois mejores personas de lo que yo jamás llegaré a ser, ¿Soy una persona siquiera? No lo se, nunca lo he sabido... - comenzó a divagar alzando la voz - Mi don tampoco es el pensáis, no se limita sólo a objetos y materia, también me afecta a mi. 

Alzó lentamente su mano derecha, acercando sus largas y afiladas uñas a su otro brazo. Pasó su dedo índice por encima de una de sus marcadas venas, abriendo un profundo corte del que brotaba sangre, sus uñas podías atravesar la piel cómo si fuera papel. Las gotas caían al suelo varios pisos más abajo, formando un charco rojo brillante, pero estas se detuvieron al poco de empezar a precipitarse. Los extremos de su herida se unían cómo pequeñas raíces y devolvían su brazo a su aspecto anterior. Se escuchaban gritos de asombro y alguno incluso de horror, su aspecto no era cómo el de una persona y mucho menos su don, el de su padre se salía de lo normal pero el suyo era aún peor, una forma humanoide que de humana no tenía nada. 

- ¿Veis? Nada, como nueva - dijo intentando esbozar una sonrisa con su boca y mejillas plagadas de colmillos como cuchillas riendo nerviosa - Lo único que no puedo tapar o por lo menos no todo el tiempo son las quemaduras, supongo que porqué se cauterizan solas.   

- El tiempo se acaba - canturreó el hombre a su espalda moviendo su meñique.

- Lo que quiero decir es que... - alzó la voz de nuevo quedándose sin aire. 

- Me aburrí - rió el hombre poniendo finalmente su dedo faltante sobre su cuello. 

Intentó continuar su frase, pero no podía, sus palabras no salían y un calor ardiente recorría su garganta y nuca. Quería gritar de dolor pero su boca no se movía, su músculos se tensaban y tenían pequeños espasmos, sus ojos comenzaban a cerrarse. No alcanzó a oír nada más a parte de más gritos cuando su captor finalmente la dejó caer. Notó el impacto contra el suelo, sus huesos sobresalían de sus piernas y la extensión de su columna dejaba de moverse lentamente. Abrió los ojos por un segundo, todo se le nublaba, pero podía ver sus piernas uniendo sus tejidos poco a poco mientras aún sentía la sangre caliente sobre estas. Estaba en un intenso dolor que iba y venía a medida que iba perdiendo la conciencia, el ardor de su cuello había desaparecido pero aún notaba un cosquilleo por donde había estado colgando. El anillo de su profesor se había desprendido de su cuello poco antes de ella caer y se encontraba a su lado en un charco de sangre y astillas de hueso, fue lo último que pudo ver antes de cerrar por completo los ojos. 

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⏰ Última actualización: Feb 24, 2022 ⏰

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