Hasta Que El Covid Nos Separe.

1. 07 de Octubre de 2018

Narra Susana

Por fin había culminado mis horas de trabajo, realmente estaba exhausta, pero más que todo emocionalmente. Mi día había estado desastroso, el trabajo me agobiaba, me sentía cansada de la monotonía de mi vida, tenía veintitrés años recién cumplidos y siempre me había gustado obtener mi propio dinero, me encantaba trabajar pero el ambiente del trabajo no era el mejor, intentaba con todas mis fuerzas ignorar la voz chillona de Olivia y los constantes comentarios fuera de lugar que hacía Jackson pero increíblemente mi paciencia había llegado al punto límite, eran personas mal educadas y muy mal intencionadas, siempre tratando de humillarme o hacer mi vida imposible, por el simple hecho de ser buena en lo que hago, que es vender bienes y raíces, era excelente expresandome, a esto se aunaba que era bonita, inteligente y educada, las ventas se me daban muy bien, pero ellos en vez de estar feliz por el éxito de los demás sólo querían arruinar todo y que me despidieran, así que había decidido que ya era hora de hablar con mi jefe.

  Él era otra historia, un hombre muy educado, visionario, intelectual, inteligente, divertido y prácticamente perfecto, lo admiraba tanto, nos había enseñado todo lo que sabíamos hoy en día, era una persona bondadosa, meticulosa y grandiosamente guapo,  para mí desgracia me había enamorado perdidamente de él, claro está que nunca me había dado pie a tal cosa, solo había ocurrido y creo que lo descubrí porque cada vez que lo veía suspiraba y porque siempre quise ser la mejor para así obtener su mirada de aprobación, tenía unos ojos color almendra preciosísimos, cabello color castaño, barba y se vestía tan formal, elegante y a la vez tan chic que parecía un modelo de revista, quizá no era la única en la empresa que babeaba por él, muchas chicas también lo hacían, nunca había conocido a su novia, esposa o lo que fuera que tuviera de pareja sentimental, el jefe siempre estaba solo, incluyendo en las reuniones de fin de año, era extraño pero asumía que mantenía su vida personal muy privada.

Terminaba de quitar mis tacones y me dirigía hacia el baño a tomar una ducha cuando se me ocurrió la magnífica idea de llamar a mi jefe para contarle mis incomodidades, excelente idea tomando en cuenta que acabábamos de salir de la empresa, eran las 7:00 pm y el no querría escuchar tonterías de alguien teniendo tantas cosas que hacer, pero, mi estupidez y ganas de escuchar su voz pudieron más, me armé de valor y tomé mi celular para llamarlo.

Un tono...

Dos tonos...

Tres tonos....

— ¿Hola?

— ¿Sr Oliver?

— Si, señorita Susana, dígame, ¿Pasa algo?

— Yo, ehm...

Toda mi vida había hablado con total fluidez pero en este preciso instante mi voz se había ido, me había abandonado y me había quedado pensando qué responder, genial, ahora pensaría que soy una estúpida, que si lo soy, pero vaya no quiero que el lo sepa.

— Si, ¿dígame?

— Yo, lo llamaba porque quería expresarle algunas incomodidades que tengo respecto al trabajo.

— Bien, pero no es horario de trabajo para resolver cosas de trabajo, ¿No podía esperar a mañana?

Mi cara estaba roja de la vergüenza, me sentí muy mal, no debí actuar según mis impulsos.

— Lo siento mucho señor Oliver, tiene toda la razón, que tenga buenas noches, hasta mañana.—

Dije sin más y corté la llamada, ¿Debí esperar que respondiera? Ahora diría que estoy loca o que soy una mal educada, observé por unos diez minutos el teléfono esperando que él me volviera a llamar, que me dijera que quería escucharme y trabajar para resolver esas incomodidades, pero no fue así. Decidí ir a relajarme y despejar mi mente, hoy era jueves, iría a un bar a tomar unas copas, estaba fastidiada y obviamente despreciada por mi adorado jefe, así que me daría la libertad de festejar mi desastroso intento de hablar con el ser más hermoso de este mundo, que no sabía que yo existía o bueno, si lo sabía, pero no le importaba mi existencia.