Prefacio.

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No  tenía miedo. No podía tenerlo. Era la primera vez que lo hacía pero aún así estaba cien por cien segura, o quizá más, de que él ya solo sería mío. Ya habíamos superado todo lo malo que nos rodeaba y todas las piedras que nos habían hecho tropezar una y otra vez, y ahora ya estaba segura de que esto acabaría bien y que a partir de ese momento solo yo podría poseerlo. Era mío y yo era suya, nada más.

Tenía el fuerte presentimiento de que sería así para siempre.

  Desenlacé nuestras manos para poder quitarme poco a poco los botones de la camisa azul cielo mientras él hacia lo mismo con sus pantalones marrones, mientras nos besábamos intensamente.

EL infierno de un ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora