1.1 La leyenda de los Días de la semana Introducción

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Eva Viloria caminaba lentamente por el bosque, el viento jugueteaba con sus cabellos oscuros mientras sus pensamientos se arremolinaban como hojas caídas

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Eva Viloria caminaba lentamente por el bosque, el viento jugueteaba con sus cabellos oscuros mientras sus pensamientos se arremolinaban como hojas caídas. Todo en su vida había estado marcado por una sola palabra: destino. Un destino que no había elegido y que pesaba sobre sus hombros como una sombra constante.

Desde que tenía memoria, su hermana mayor, Carol, había sido el centro de todo. Bella, talentosa, perfecta. Pero también atrapada. Carol había cumplido con las tradiciones que gobernaban a su familia, casándose con Marcos Sued, el primogénito de un clan envuelto en secretos. Mientras Eva creció en la relativa libertad que sus padres le permitieron, esa misma libertad la hacía sentirse culpable, como si estuviera robando algo que no le pertenecía.

Al fondo, escuchó la risa de Mónica, su hermana menor, mientras jugaba con Rosa cerca del arroyo. Eva sonrió levemente, aunque su corazón estaba lejos de la alegría. Su mejor amiga, Rosa, siempre había sido su apoyo más incondicional, pero incluso ella no podía entender el torbellino de emociones que Eva enfrentaba.

Aquella mañana, había recibido una carta. El sobre de un tono pálido llevaba el sello de los Sued. Al abrirlo, las palabras se grabaron en su mente como fuego: "El tiempo se agota. Es hora de que cumplas tu parte." Eva no necesitó leerlo dos veces para saber lo que significaba. El pacto que unía a los Viloria con los Sued había llegado hasta ella. Como segunda hija, había esperado que las tradiciones la ignoraran. Pero ahora era evidente que nadie estaba a salvo del destino.

—¿Qué te pasa? —preguntó Rosa, quien había dejado de jugar para acercarse a Eva.

Eva intentó sonreír, pero el gesto le salió forzado.

—Nada importante. Solo... pensaba en todo lo que tenemos que hacer antes de que llegue el invierno.

Rosa ladeó la cabeza, escéptica.

—Te conozco desde que teníamos cinco años. Ese tono no me engaña. ¿Tiene algo que ver con los Sued?

Eva sintió un nudo en el estómago. No podía hablar de la carta, no todavía.

—Es complicado, Rosa.

Antes de que pudiera continuar, un crujido en el bosque las interrumpió. Ambas se giraron rápidamente. De entre las sombras emergió un joven alto, de cabello oscuro y mirada penetrante. Stefan Sued.

—Señorita Viloria —dijo con un tono que combinaba cortesía y distancia—. Necesito hablar contigo.

Rosa retrocedió instintivamente, pero Eva se mantuvo firme. Stefan no había cambiado desde la última vez que lo vio: elegante, reservado y siempre envuelto en un aura de misterio. Había algo en él que la hacía sentir pequeña, pero también desafiada.

Eva y los Secretos de Sus Siete Maridos(Completa [+18])Donde viven las historias. Descúbrelo ahora