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Van años desde que el mismo sueño se reproduce en la cabeza de ella, solo que al despertar es como si se desvaneciera todo y lo único que queda en su mente son solo dos nombres, William y Ophelia, cosa que la confunde bastante... Justo uno de esos días donde ella soñaba con lo mismo despertó de golpe ante los gritos de ira de su hermana mayor, tan solo eran unas niñas, tenía tan solo 12 años cuando pudo ver desde su ventana a su padre irse de casa y su hermana gritándole sus verdades mientras el hombre solo caminaba sin voltear atrás.

Inevitablemente los ojos de la joven se llenaron de lágrimas ante tal escena, saliendo de la habitación que compartía con su hermana para ir a ver a su madre que estaba completamente destrozada del corazón sentada en una de las sillas del pequeño comedor, se acercó a ella y la abrazó escondiendo su rostro en esta comenzando a llorar.

—Mi pequeña... no llores, mami está aquí— la mujer acariciaba suavemente la cabeza de su hija para tranquilizarla.

La pequeña niña estaba acostumbrada a vivir cosas peculiares por así decirlo, tampoco es que fuera muy normal aquella comunidad, bestias.

Personas que podían transformarse en lobos, pero entre ellos nacieron dos bestias, Racroí y Melisa, una de pelaje negro como la noche y otra con un pelaje tan blanco como la nieve, aunque para los alfas de la comunidad ellas solo eran lobos un poco más grandes y que debían ser "domesticadas".

Melisa estaba bastante acostumbrada a obedecer, pero su hermana era una rebelde sin causa o al menos eso decían los adultos, aunque también la llegaron a considerar muy peligrosa ante varios actos de violencia y mucho poder el cual ella demostraba... Ra se ganó demasiados enemigos gracias a aquellos actos solo que algo que se empezó a usar como burla a ella fue que a la edad de 15 años su hermana mayor comenzaba a mostrar pérdida de la visión, ese fue el momento en el que le contó un gran secreto a ella, reencarnación.

Su hermana era la reencarnación de una mestiza, una bestia y una diosa, le fue algo complicado de asimilar, pero decidió simplemente aceptarlo y ayudar a su hermana en todo lo que fuera, aunque eso no duró mucho ya que su hermana al cumplir los 16 se fue del pueblo lo que provocó un castigo a la madre algo severo, pero no tanto como para arrebatarle la vida y ella agradecía aquello.

Fue creciendo, siendo educada para casarse con algún hombre del pueblo, sin importar la edad de este, algo anticuado...

Así llegamos a su presente, sus 17 casi 18 años... ¿Por qué no comenzamos con un sueño?

Luz de guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora