Final Triste

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James apretó los labios en una mueca.

― ¿Por qué mejor no te muestro?

...

Las cosas no fueron fáciles para Tony, llegó a la tierra sin nada más que conocimiento, pero con el tiempo pudo establecerse.

Muchas veces pareció arrepentido, pero, al final, su libertad valía la pena.

...

― ¿Son...?

― Anunciadoras.

― Asombroso...

― Sé que eres joven, probablemente nunca utilizaste una, así que ven, acércate, déjame mostrarte.

El arcángel extendió la anunciadora con las manos, una imagen comenzó a formarse.

― ¿Es...?

― Tony. Y los niños a su alrededor son sus nietos.

La anunciadora mostraba nítidamente la imagen de un hombre de cabellos canosos, sentado en el pórtico de una casita de madera en medio del bosque.

― ¿Se casó?

― No. Nunca dejó de pensar en Steve, pero siguió adelante. Adoptó a un pequeño niño y lo crio hasta que se convirtió en un buen hombre.

― ¿Qué sucedió con el Arcángel Steve?

James levantó la vista, más allá de la anunciadora. Peter siguió la dirección de su mirada.

A varios metros de ellos, un ángel rubio miraba dentro de otra anunciadora. Sus alas se encontraban opacas, apretadas contra su cuerpo. Sus mejillas hundidas, sus ojos tristes.

― Steve no tuvo el coraje para irse tras Tony, pero tampoco pudo olvidarlo. Hace años que dejó de hablar, solo de sienta a observarlo.

Peter pensó que la historia tendría otro tipo de final, no... no podía imaginarse lo miserable que erala vida del rubio.

― Entonces muchacho, creo que ya tienes tu respuesta. ― Peter aparto su mirada e Steve.

― Yo...

― Peter, solo vi a uno de ellos arrepentirse.

Los grandes ojos marrones del querubín lo miraron fijamente, llenos de determinación.

― Muchas gracias Arcángel James.

― No hay de que Peter.

― Tengo... tengo que irme.

― Adiós mocoso. Buen viaje.

Pecado divinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora