De ella hacia él

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Amor mío:

No sé por dónde empezar. Es difícil escribir una carta que no se desea escribir. Es difícil explicar situaciones que uno mismo no entiende. Es difícil despedirse cuando uno no quiere partir, pero estoy muriendo, llegó mi hora.

Aquel extraño día tan lejano para mí; ese día que decidimos hacer justicia por nuestra cuenta, ese día que nos dirigimos hacia ese lugar de nadie, en calidad de juez y verdugo; ese día fue la última vez que vi tus ojos abiertos, fue la última vez que tus brazos me rodearon, que tus labios me besaron... ese día fue la última vez que escuché tu voz.

No sé cuáles van a ser tus recuerdos al despertar, de igual manera escribo esta carta con la esperanza de que me ames todavía, con la convicción de que aunque ya no esté presente nuestra conexión nunca muera, que nuestro amor es más fuerte y duradero que esta efímera vida.

Luego de entrar en aquella casa a la que no debimos ir nunca, todo se ha ido cuesta abajo, cada una de las personas que conocemos y hemos querido alguna vez han ido muriendo, poco a poco, uno tras otro. De nuestro escuadrón sólo quedamos nosotros: tu y yo.

Tú, inconsciente en una cama oculta y fuera del alcance de nuestros enemigos, y yo, muriendo con un virus letal que pronto acabará con mi vida.

Pido disculpas por todas las estupideces que cometí y por todas las cosas que permití que hicieras en mi nombre, a mi favor o según lo que yo consideraba correcto.

¿Quién soy yo para creerme el compás moral de los demás? Hoy en día me pregunto si mis decisiones fueron basadas en el razonamiento cauteloso de cada situación y circunstancia, o si fueron manifestaciones de mi ego inflado y crecido que disfrutaba ser escuchada por todos.

Siempre me hizo sentir bien que me escucharan, que todos siguieran mis consejos y estrategias. Me hizo sentir en control, un control que siempre he necesitado para no ser una marioneta de todo lo malo que sucede alrededor de nosotros.

Tú y nuestros amigos siempre me consideraron justa y oportuna. Inteligente y capaz. Se convencieron de que tenía cualidades de líder, pero creo que se equivocaron; mis decisiones te pusieron en el lecho en el que te encuentras, mis acciones se distorsionaron el día que perdiste tu conciencia, y desde ese momento mi vida ha perdido sentido. Sin ti me siento como en un laberinto sin salida.

No sé si conocer esto te hará sentir mejor porque descubrirás que no he dejado de amarte ni un segundo, o si te hará miserable porque sabrás que desperdicié mis oportunidades de hacer el bien por tu ausencia. Probablemente será lo último, aunque confío plenamente en que si despiertas, si lees esta carta, tomarás las riendas de nuestro destino y solucionarás todo lo que debe ser solucionado.

Ahora, es necesario que tengas conocimientos de ciertos hechos para poder continuar lo que dejaste en pausa tiempo atrás:

Nelson ha cumplido su palabra, no se ha acercado a ninguno de nuestros seres queridos, todos gozaron de perfecta salud luego de que hicieras el trato con él. La muerte de cada uno de ellos ha llegado violentamente en el intento de salvar nuestra causa; y aunque sus guerreros tienen instrucciones de no enfermar a ninguno de los nuestros, en el acuerdo que hicieron no nombraron nada referente a ataques con armas e incluso peleas cuerpo a cuerpo.

Es mejor que no sepas cómo han muerto, yo a veces quisiera olvidarlo.

Te preguntarás cómo es posible entonces que yo esté muriendo de una enfermedad mortal, la respuesta es más sencilla y tonta de lo que puedas imaginar.

Maikol, el líder del escuadrón C23, quiso contrarrestar las enfermedades de Nelson creando un virus que sólo atacara a los Virosos y tuvo éxito. Nuestra gente era inmune gracias a una vacuna inmediata que todos tenemos al alcance, llevamos una jeringa con una dosis individual en un collar como si fuera el antídoto de un veneno, y hasta ahora hemos logrado salir airosos en unas cuantas batallas.

Hace un par de días salí con Karina (¿La recuerdas? Es la hija de Maikol) a buscar alimentos y agua para nuestro campamento y fuimos emboscadas por un Viroso, yo había olvidado mi collar. El resto podrás imaginarlo, nuestro atacante bajó la guardia al darse cuenta de que era yo, y Kari no desperdició la oportunidad de acabar con uno de ellos, le esparció el virus mortal y se auto-inyectó la vacuna inmediatamente, obviamente no pude hacer lo mismo.

Al regresar lo más rápido que pudimos a la base, ya era tarde, el virus se había esparcido y ahora sólo me quedan unas horas de vida, siento haber tardado tanto en escribirte, las primeras horas fueron difíciles de sobrellevar y todo el equipo ha hecho hasta lo imposible para salvarme. Me preocupa que se sientan tan perdidos como yo me he sentido desde que permaneces en coma.

Desde que estás inconsciente... pienso en ese momento todos los días.

Todavía me castigo por habernos llevado al cuartel de Nelson aquel día, convencidos de que íbamos a terminar esta guerra en una última batalla. Nos dejamos llevar por el dolor de perder a nuestros padres, fue una crueldad de su parte enfermarlos al mismo tiempo llevándolos a una lenta y dolorosa muerte, pero hoy es evidente que ese fue su plan desde el principio, asesinar a nuestros padres para usar nuestro dolor como guía hasta él.

Fuimos soberbios al creernos invencibles, el mejor sanador y su amada, la líder de la resistencia, iban a acabar con el cabecilla de los Virosos, aquel capaz de transmitir el peor de los males con un mínimo contacto. Fuimos tontos e ingenuos, y por eso, hemos pagado las consecuencias.

No creímos que eras el mejor sanador, ni que eras la salvación de cada ser sano existente. Estoy convencida de que yo tampoco quise creerlo, eso significaba que tenías que estar en mayor riesgo que el resto, que la posibilidad de tener una familia normal en un futuro era más inalcanzable de lo que parecía. Menosprecio de tu parte, y egoísmo de la mía, una mortal combinación.

Te expusiste, te ofreciste como cordero de sacrificio y tardé muchos años en perdonarte haberme abandonado, acordaste un pacto con el diablo para que me dejara vivir, ¿cómo pudiste aceptar que te pusiera en coma hasta que yo muriera? Tú vales más que yo, siempre fuiste más valioso con tus habilidades sanadoras, y ahora, se han perdido cuarenta años innecesariamente.

Supongo que te sorprenderá ver el aspecto de mi cadáver, tener sesenta años arruga la piel y deteriora al aspecto, en cambio tú, sigues siendo el mismo siempre, no has envejecido ni un poquito, lo cual, espero, sea utilizado en contra de Nelson, espero que despiertes con energías renovadas y acabes con él de una vez por todas.

Karina tomará las riendas por los momentos, sus cualidades de liderazgo y su brillante mente para trazar estrategias de ataque te servirán mucho mientras asumes el rol que siempre te ha correspondido: acabar con esta guerra.

Ya es momento de despedirme, mis manos comienzan a temblar y me está costando escribir, Maikol y Karina te podrán al día con el resto de la información, y me despido estando completamente segura de que terminarás lo que empezamos.

Solo tengo una petición para ti, Kevin, y espero que me complazcas, será el pedido en mi lecho de muerte y sabes que debes cumplirlo: sé feliz, acaba con Nelson por supuesto, pero sé feliz.

Vive cada día con la alegría que te caracteriza, contagia ese optimismo que siempre supiste mantener en alto y regala esa sonrisa que me hizo amarte desde el primer día.

No vale la pena arrepentirse, ni imaginar hipótesis sobre lo que hubiera ocurrido si no aceptabas el acuerdo o si hubieras intentado otra cosa, no podemos cambiar el pasado así que aférrate a la certeza de que nunca te he dejado de amar.

Siempre tuya, incluso después de la muerte.

Génesis.


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