Un día agetreado

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Narra Victoria:

Aquí estoy un día más sentada en la soledad de mi oficina, ultimando los detalles de los bocetos de mi nueva línea de ropa, no sé si debería estar ilusionada o cansada, quizá la segunda, estoy agotada, estos meses han sido muy duros profesionalmente aunque jamás serán de duros como los años que llevo tratando de encontrar a mi hijo, esa espina todavía la llevo bien clavada en mi corazón. Sentí la puerta abrirse sin previo aviso y levanté un poco la vista de mis bocetos para toparme con Renata quién con toda confianza ya se había auto invitado a sentarse en la silla que se encontraba frente a mi.

-. ¿Necesitas algo? (dije con un deje de ironía, me molestaba que entrarán a mi oficina sin llamar a la puerta antes, aunque fuera ella).

-. Si, vengo en nombre de Hugo, quiere saber si ya los diseños están terminados para comenzar a preparar las telas (me informó mientras tomaba uno de mis bocetos para mirarlo con detenimiento) te felicito, cada vez se te da mejor esto, amiga.

-. (me quedé consternada cuándo me dijo eso, no podía ser mejor de lo que ya era, ya estaba en la cima, arriba no había nada más que ver, yo había alcanzo la cumbre del éxito, no podía subir más alto, no quedaban retos profesionales por cumplir, había batidos mis propios récords de ventas) te agradezco tu halago aunque no lo necesito (trató de ser amable con su amiga) Renata, ¿el detective Salgado no ha llamado aún? (cambie de tema y pregunté por el que más me interesaba).

-. No, yo soy tu secretaria y nadie ha llamado aún, si el detective Salgado se hubiera puesto en contacto conmigo yo te lo hubiera pasado por tu línea de inmediato (me decía devolviéndome el boceto que había tomado antes) no quiero ser pesimista, amiga pero llevas muchos años buscando a tu hijo, ¿de verdad crees que logres encontrarlo?.

-. Tengo ilusión en hacerlo, no puedo ni pensar en lo que mi hijo pueda estar pasando ahí afuera sin mi, sin mi ayuda y todo por culpa del imbécil, poco hombre de Osvaldo. Me merecía un castigo, si, pero no ese, Renata. Soy una mujer fría, calculadora y arrogante pero no por eso merecía que me alejaran de mi hijo, el no tenía que pagar por mis errores (giré mi silla y tomé la botella de Whiski del pequeño armario que estaba tras de mi junto con un vaso, me serví ante su mirada y lo tomé de un solo trago).

-. (Me miró sorprendida más no dijo nada).

-. No era feliz con él (dije después de que se me hubiera pasado la quemazón que sentía en la garganta por el fuerte alcohol que contenía aquel whiski) nunca lo amé, el se ilusionó conmigo por un revolcón sin importancia, maldigo la hora en la que no le pedí que que se protegiera, no por mi hijo, por él. Mira ahora todo lo que está pasando, ni siquiera se si mi pequeño está vivo (una lágrima amenazó con salir de mis ojos y la saqué rápidamente).

-. No ayudó tampoco el que te pillara en la cama acostandote con su hermano apunto de dar a luz, ¿no crees? (me recriminó).

-. El no era mi pareja, le dije la verdad, que el bebé que esperaba era suyo pero no iba a contener mis deseos carnales por eso, era libre y podía acostarme con quién me apeteciera, el solo debía estar como padre del hijo que esperaba, como nada (contesté con algo de enojo, escuché el celular de la recepción sonar y eso hizo que me sobresaltara) Vé, corre, Renata, contesta, puede ser el detective (la apuré para que se diera prisa, así lo hizo, salió corriendo de mi oficina).

Mientras en el taller de Nélson...

-. (metido bajo un auto con su mameluco azul puesto) uno de los manguitos del aceite está roto, habrá que mandar a pedir otro (saliendo de debajo del auto para incorporarse, sacó una tela blanca del bolsillo para limpiarse el aceite de las manos) Roco, llama al desguace de Ismael, quizá allí tengan alguno que le sirva a este auto (observó a Santiago que recién entraba en el taller) ¿que haces aquí?, muchacho, deberías estar en la escuela (se acercó al adolescente de unos catorce años)

¿Destino o Casualidad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora