1. Solo

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Ring, ring. Suena la alarma del despertador.  Una mañana fría y nublada de lunes, Luis se levanta cansado y molesto. Su agenda electrónica no deja de sonar con su irritante sonido cada vez más fuerte, alertando sobre todo lo que tiene que hacer ese día. Febrero siempre había sido un mes ocupado, con muchos eventos y muchas fiestas. Luis era un planeador de eventos, joven y carismático. A sus escasos veintidós años había logrado uno de sus mayores sueños, que era ser jefe y propietario de una compañía de organización de eventos.

Su departamento, solitario como siempre, estaba hecho un desastre. Papeles volaban por todas partes y calendarios llenos de pegatinas de colores se movían violentamente al momento que él abre la ventana del balcón que da hacia la calle. Nueva York, siempre había soñado con vivir aquí. Se asoma por la ventana suspirando, sintiendo una fría brisa mientras toma su café mañanero y observa a la gente ocupada que camina deprisa, sin voltear a ver otra cosa que el suelo o su celular. Observa a los taxistas que cortan la circulación vehicular, causando mucho tráfico y congestionamiento en la calle. Frustrado, cierra la ventana fuertemente.

Se dirige hacia su cuarto para cambiarse. Entra al vestidor por la puerta color marrón infestada de papeles de colores con recordatorios de su día. Observa bien su ropa y decide ponerse unos pantalones de mezclilla oscura un poco arrugados. Toma una camisa de mangas largas color café del estante más alto. Cansado, se coloca los calcetines y botas negras. Camina hacia el baño, que era el único lugar en la casa que no era color verde. Era de un tono azul cielo con blanco. Se lava los dientes rápidamente, se peina y se mira al espejo antes de salir del baño. Luis siempre ha sido un muchacho bien parecido de estatura alta y complexión física fuerte. Su color de piel siempre pálido y hacía contraste con su grueso pelo negro, corto y siempre bien peinado hacia el lado izquierdo. Debajo, una amplia frente que termina con sus cejas anchas y negras. Sus cejas enmarcan sus bellos ojos verdes, cansados y con ojeras profundas pero no muy marcadas, debido a su arduo trabajar día a día y mirar al computador. Su nariz era refinada y de tamaño mediano, y sus labios no muy gruesos. Su cara en sí era linda, sus pómulos y mandíbula resaltan levemente. Su vida ocupada evitaba que tuviera tiempo para rasurar su barba, la cual era corta y de aspecto descuidado.

No Es Una Historia de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora