Una Vez en Diciembre

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Finalmente había escapado del Infierno que suponía mi estancia anterior, no cuestioné en ningún momento por qué no habíamos ido al lugar que con tanto esfuerzo habíamos comprado y qué pasaría con él al final. Me encegueció el estilo victoriano de nuestra nueva casa.
Estaba eufórica, fuera de mi, mis padres, mi hermana igual. Pero ellos se quedaron en el primer piso, cuyos recuerdos se encuentran borrosos y no me veo en condiciones de escribir.
Subí directamente al area que me interesaba, mi hermana menor me siguió justo atrás, me sentía completamente intrusa, ajena a los bordes dorados de los sillones, a las alfombras con estampado, a las paredes pintadas con pinturas de ángeles, a las vajillas de porcelana, pequeñas cosas que emocionaron silenciosamente a mí padre, quien se limitaba a halagar la decoración europea de la casa, la cual no agradó demasiado a mí madre, a quien tuve que forzosamente convencer para que no quitase los cómodos sillones, mullidos y dorados.
Ahora, el segundo piso, recibí un mensaje de mi novia, el cual contesté en el trayecto a mi habitación; había varias habitaciones conectadas todas por una media oscura sala común, por la ventana podría jurar que estaba anocheciendo, y me metí en una habitación.
Me horroricé y lo expresé en una mueca, la habitación desentonaba completamente con el resto de la casa, la habitación era un INSULTO para el resto de la casa; ¿Dónde estaban las pinturas victorianas? ¿El espacio amplio? ¿Las camas con cortinas tapando la visión? No soy alguien ambiciosa, pero la habitación que, según mi madre, nos iba a pertenecer a nosotras, era lo único que le quitaba el encanto a nuestro nuevo hogar, y me rehusaba a ser parte de ello. Es más, me rehusaba a volver a compartir habitación con mi hermana, ¡Había tantas habitaciones! ¡Y estudio, habitación de invitados y hasta área de juegos ya había abajo! Hablé incansablemente con mi madre al respecto de esto, y ella cedió con una sonrisa nerviosa como preocupada de que reventase como globo si me decía que no, más en estas condiciones.
En la conversación con mi novia, ella me preguntaba con mucha emoción por los detalles de la casa, me pedía fotos y luego me decía que no lo hiciera, que quería verlo con sus propios ojos cuando la invitase a ir. Decidí mostrarle nada más mi habitación provisoria hasta que decidiese una, por lo que procedí a tomarme cientos de fotos fallidas en el espejo, odio tomarme fotografías, pero quería que supiera cómo no me merecía ese lugar.
En eso, mis padres suben, me avisan que tengo que salir del cuarto, ya que van a tirar algunos muebles podridos y yo soy alérgica al polvo, por lo que debería irme.
Mi plan cambió de pronto; buscaría un cuarto donde instalarme definitivamente y sería ahí donde tomaría las fotos.
Regresé al pasillo y elegí la puerta justo delante de mi habitación, puedo asegurar que fue una decisión excelente, la cama era bastante grande, los empapelados eran rojos bordó y simétricos, por la ventana tenía una vista completa de la Luna, y el armario se veía espacioso y grande.
Cuando abrí la puerta del armario, me llevé la sorpresa de encontrarme con un par de punzantes ojos en acuarela, una pintura bastante aterradora dentro de la habitación, a la par que intrigante. Quien estaba en ella parecía y de seguro era un noble de época, quizá alguna clase de tirano, por su forma de juzgarte siglos después a través de su pintura.
La ignoré totalmente, quizá en algún otro momento haría fantasías tenebrosas con respecto al tirano de la pintura, la ignoré cual protagonista de Creepypasta, a mi forma de ver, pero era solo una pintura ¿Qué iba a saber?
Dentro del armario además, había un solo vestido Blanco, que parecía más camisón que vestido, aún así, y aunque el polvo me llenase de alergias, me lo probé. Parecía mentira que fuese justo de mi talla, que no me quedase ancho, es más, me dije en voz alta que me pertenecía a mí ahora, porque había sido hecho para mí.
Procedí a tomar, finalmente, las dichosas fotografías, pero esta vez con el vestido puesto. Cada fotografía que tomaba, ahora salía bien, y enviaba cada foto de cada maldito detalle de la habitación, de mi vestido, jugando a ser una dama de época.
El juego frenó de pronto cuando escuché una puerta abrirse, una que estaba en la pared opuesta al armario, voltee a verla, y de ella salía una luz cálida que parecía invitarme a cruzar. Me acerqué cautelosamente, y me asomé despacio por ella. Me enamoré apenas crucé, parecía un balcón de interior, pero las ventanas eran gigantes, por lo que parecía un balcón abierto de igual forma.
Una de las paredes, tenía una gigantezca pintura en ellos, y la araña estaba encendida, aquello era lo que le daba una muy cálida luz al lugar. Y había varios sillones mullidos en tonos verde agua para tomar asiento y mirar hacia abajo.
Tomé asiento, me sentí importante, entonces una canción empezó a sonar, muy rusa, muy romántica, muy hermosa, ahora me sentía importante y completamente ajena otra vez.
Mi corazón frenó de pronto cuando vi, lanzarse al aire, a una chica de largos rizos pelirrojos; una malabarista que saltaba de unas hamacas que colgaban del techo, haciendo volteretas durante la canción, cada vez que saltaba, desprendía una dulce risita que la hacía brillar aún más. La chica vestía modernamente, así que no me pude dar el lujo de pensar en que estaba imaginándome cosas, no hasta que una copa de vino tinto me fue tendida, por parte de una mano grande y enguantada. No voltee, me di una idea por mi cuenta, y acepté la copa, ahora alguien estaba sentado a mi lado mirando a la malabarista justo en el sillón pegado a mi.
-Es mediocre- fue su decreto, en una voz severa, con respecto a la malabarista.
-Es hermosa- me atreví a contestar, no escuché respuesta al inicio pero percibí disgusto.
-Sé realista, es moderna- me dijo.
-¿Eso piensas?- cuestioné.
-Eso piensas tú- me miró, no lo miré pero sentí que me miró, y la mirada que sentía era punzante y tirana- ¿Por qué no me miras?-.
-No quiero- negué rotundamente.
-Si quieres- su mano ahora cubría mi mandíbula completamente, al principio con suavidad, pero luego comenzó a forcejear con fuerza, fuerza en aumento. Pero de pronto algo nos sacó de la escena, un sonido de latigazo, la cuerda en la que la malabarista se columpiaba cortándose de pronto, haciéndola caer en picada y en un grito desgarrador al piso. Entonces la mano me soltó, y sentí que desapareció, me había dejado en paz.
Me levanté apresuradamente, y vi unos escalones que bajaban, los bajé y mis padres se asomaron al escuchar el ruido. Temí por la malabarista, había caído de una altura intensa, pero para mi alivio, el suelo sobre el que practicaba tenía un colchón gigante, fue atrapada por este y se reía como una auténtica superviviente.
A su alrededor había toda una mini orquesta, quienes habían estado tocando la canción, ellos dejaron sus instrumentos y fueron a ver a que la muchacha se encontrase bien, y esta solo se reía por la adrenalina.
Finalmente repararon en mi cuando estuve a una distancia imprudente, tenía el vestido puesto, y mi porte nunca fue actual, así que en sus miradas hubo duda y desconfianza.
-¡Estoy bien, aparición!- me adelantó la chica en un tono animado, confundiéndome con un fantasma quizá, por lo que me la quedé mirando dubitativa, de la manera menos fantasmagórica que pude, ella se bajó y se me acercó- Que no te de pena aceptar lo que eres ¡Te vi hablando sola ahí en el balcón!- se me acercó, para hacerme sentir una estúpida, era mucho más espectacular de cerca, con facciones delicadas, piel suave y ojos verdes, cosas que yo jamás tendría.
-¿Qué haces aquí?- pregunté sin más.
-Practico aquí (?)... Estás en una academia de arte- me dijo, y mi rostro asombrado declaró que yo no lo sabía, lo cual creo que le hizo estar aún más convencida de que yo era un fantasma- ¿Qué? ¿No lo sabías? ¡Esta academia existe desde que naciste, quizá hace varios siglos atrás!- a este punto, ahora yo no le negaba que no era lo que creía- déjame adivinar, ¿Eres pariente del primer director? ¿La esposa? ¿La hija?- deduje que "el primer director" era el hombre de la pintura entonces- ¿No recuerdas?- negué con la cabeza- El Primer Director fundó esta academia y hasta incluso se instaló en ella...-.
-No soy un fantasma- interrumpí, sintiéndome pequeña, y noté desilusión en la malabarista- me acabo de mudar aquí...-.
-¿Y el vestido?- preguntó.
-Es mío-.
-Entonces realmente no sabías que esto conectaba con una gigantesca academia de arte- negué de nuevo.
-Entré porque la habitación justo aquí al lado es mía también ahora, estaba explorando- confesé.
-¿Te vas a quedar en la habitación del director? A eso le llamo valentía-.
-No, eso se llama estupidez- interfirió un nene gordito y rubio con gorra, que era el pianista- nadie se ha quedado en esa habitación desde la muerte del director-.
-Hubo tantas muertes aquí que lo que es estúpido es que no hayan cerrado- burló la malabarista mientras abría una puerta vieja hacia un lugar amplio- a propósito, soy Maite- se presentó.
-...Camy...- dije en un susurro, y la empecé a seguir, para descubrir lo que no había visto ¿Qué tan ciego tienes que estar para ignorar la existencia completa de hectáreas y hectáreas de academias especializadas en diferentes artes? Todos los alumnos pasaban con sus materiales, los de música, teatro, dibujo, manualidades, ignoraban la existencia del no fantasma victoriano. Voltee a ver mi casa, la puerta de entrada estaba del lado de una calle bastante cerrada por árboles altos por lo que jamás iba a ver la academia desde aquel ángulo, sin embargo me sentí una estúpida -¿Esa no fue la única muerte que hubo?- pregunté en el trayecto.
-La de tu director fue la primera, hubo varias más, claro...- "¿Mi director?"- y corre la leyenda que ciertas personas se quedan atadas a los fantasmas cuando llegan aquí, así que quizá la leyenda sea cierta y te quedaste pegada a uno- mi rostro se deshizo en hartazgo, ya tenía suficiente con cambios de realidad, viajes astrales alocados y ahora tendría que incluir un fantasma malhumorado- quizá puedas encontrar a alguien como tú por algún lado, ¿quién sabe?- y algo me dio la sensación de lo que haría.
Decidí no ponerme más en ridículo, regresar a mi casa, a la casa del director y explicarle la situación a mis padres, salvo lo del fantasma, con quién quizá tendría que convivir para siempre así que mejor aceptarlo que buscar deshacerme de él, después de todo su aparición no había sido agresiva. Colgué el cuadro en mi pared, hice que aquel tirano me mirase a los ojos, y le devolví una mirada desafiante. La expresión del cuadro no cambió en lo absoluto, claro, es un cuadro, pero se sintió una bruma de enfado en él que le dio una vibra completamente diferente. Creo que aceptó mi desafío.

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⏰ Última actualización: May 01, 2021 ⏰

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