Único

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El sonido de las hojas crujiendo abundaba en el lugar, su respiración era errática, sabía que estaba allí, sabía que pronto lo encontraría. Hecho un ovillo se encontraba el pequeño, escondido en un tronco seco, tratando de regular su respiración posó su vista cuidadosamente en el lugar que lo rodeaba, todo era verde, el sonido de la naturaleza en el bosque estaba en un silencio sepulcral, solo se escuchaba el crujido de las hojas al ser pisadas.

Silencio.

El calor se acercaba cada vez más y un susurro se escuchó, lo había encontrado.

~

El problema se hacía más grande y cada día se acusaba a una o un grupo de mujeres por brujería. Las hogueras se veían cada noche, los gritos y llantos de desesperación se escuchaban hasta que su cuerpo no podía más y dejaba este mundo. La ceniza y el olor a quemado abundaba en el pueblo, más y más rumores sobre las llamadas brujas. Lo único que podía hacer era bajar la cabeza y pasar desapercibida.

Llegando a la pequeña casa que ocupábamos mi madre y yo, empecé a preparar la cena y esperar a que llegara. Pasaron dos horas y no volvía, algo andaba mal, esto no era común. Y de pronto lo escuche, un desgarrador y doloroso grito se extendió por el pueblo. La voz que gritaba con tanto dolor me era tan conocida que no me pude imaginar que la voz que me cantó y susurró de pequeña era esa misma voz que lloraba y suplicaba por clemencia.

Salí corriendo al centro del pueblo, donde quemaban cada noche a las brujas y la vi, mi madre estaba siendo atada con otras mujeres acusadas de brujería. No lo podía creer, estaba tan estupefacta que no pude hacer nada más que ver como sus ojos me miraban con suplica. Vi como moría lentamente siendo asfixiada por el humo, como su piel empezaba a ampollarse y a maltratarse por el fuego. La vi en su último suspiro.

No podía hacer nada más que verla allí, ver como su cuerpo sin vida era consumido por el fuego. Sentí como mis mejillas se empapaban de lágrimas, no supe cuando empecé a llorar. Lo único que sé es que me fui de la hoguera con una sonrisa, porque cuando ya estas roto lo único que puedes hacer es disimular que no lo estas.

Las flores favoritas de mi madre eran las calas o como ella les decía lirios de agua, ella decía que representaban belleza y buena suerte, que ironía. Si tan solo ella hubiera tenido esa suerte. La vida siempre ha sido injusta y corrupta, la gente solo quiere dinero y poder. Esas son las dos cosas que describen al ser humano, seres arrogantes que solo piensan en sí mismos. ¿Qué sentido tiene la vida sin la persona que amas, sin la persona que te crio, la que te cuidó cuando nadie estuvo para ti, la que luchó contra el mundo solo para hacerte feliz? Ninguno. El mundo no me necesita, la que me necesita es ella y yo a ella.

Levantándome con la flor entre las manos, me dirigí a la hoguera. Con las cenizas que todavía seguían prendidas encendí una vara y me dirigí al centro de la hoguera, la dejé caer. Vi como la llama se extendía con rapidez y prendía todo a su paso.

Lo único en lo que pensaba, era en estar de nuevo con ella, la persona que me cuidó y amamantó. Sufriría cualquier dolor por ella, lo haría una y mil veces. Todo el mundo era un ruido innecesario, la gente gritando y exclamando, intentado ganar dinero para cumplir sus caprichos. Todo era ruido, ruido, ¡ruido!

Y de pronto silencio. El fuego causaba silencio, el fuego silenciaba el ruido, el fuego era mi silencio.

~

A lo lejos se escuchaba la risa de un niño, el niño se columpiaba felizmente intentado alcanzar las nubes. Los padres no estaban con el pequeño, ya que se encontraban fuera. El niño cansado de columpiarse desvió la mirada a una caja cerca de la fogata que nunca se usaba. La curiosidad del pequeño lo obligó a bajarse del columpio y acercarse a la pequeña caja, intentando averiguar que era, había visto la caja ser usada por sus padres. Así que inocentemente la abrió y agarró un cerillo, intentando hacer lo que hacía su padre, prendió el cerillo. Asustado por el rápido movimiento, lanzó el cerillo a la fogata donde rápidamente prendió el fuego.

Viendo como prendía rápidamente el fuego, notó una extraña pero fascinante figura en el. Una mujer. La mujer parecía estar mirando hacia abajo con una flor en las manos. Sorprendido intentó tocarla, pero la llama se movió y un susurro se escuchó diciendo Silencio.

El niño asustado salió corriendo del lugar sin darse cuenta que la llama empezó a crecer. Corrió al bosque escuchando unas pisadas persiguiéndole, se sentía horrorizado en cómo la flama habló. Al esconderse en un tronco seco intentó y deseó que esto no estuviera pasando, que esto solo era un mal sueño y que pronto sus papás lo despertarían. Pero todo lo que se oía era silencio, y cuando escucho el mismo susurro supo que era real.

Con la respiración estancada y su corazón latiendo como nunca lo a echo, vio la flama de la bella mujer decir. Descuida, pronto estarás en silencio.

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Gracias por leer

~Lime

La Llama del SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora