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Jungkook entró al sexto vagón y encontró que lo absurdo triplicó su apuesta cuando una galaxia colorinche le dio la bienvenida. De todo lo que leyó en sus clases de física, halló repartido en el paisaje. Incluso, planetas con sus lunas, con sus anillos circulándolos y estrellas fugaces que zumbaban como avispas. Él, sobre un asteroide que lo dirigía al frente sin prisas, supo que de no salir pronto del tren acabaría enloqueciendo.

–¿Dónde dijiste que estamos?

–No te lo dije –habló Triste, sonando tan, pero tan desanimado que por poco olvida que es un robotito que viaja en su hombro izquierdo–, pero este es Vormir, ¿has oído hablar de...?

–¡Brillante! –gritó Alegre, sonando tan, pero tan animado que por poco olvida que es un robotito que viaja en su hombro derecho–. ¿Podemos tocarlo?

–No creo que sea buena idea.

Y es que Jungkook tenía seis viajes de experiencia. Seis vagones de un tren infinito que le descontó desde 49, de 7 en 7. Así que la propuesta de hacer contacto con una –aparente– amigable luz era un tanto aterradora. Sin embargo, el pequeño robot saltó sin pedir permiso ni acatar consejo y se estrelló contra la luz que aumentó su fulgor antes de caer y apagarse.

–Qué decepción –dijo Triste y Jungkook tuvo que concederle la razón–. Al menos sabemos que son inofensivas.

Pero era ley casi murphyana que los problemas lleguen cuando se está confiado. De repente, de todas partes, les llegó el temible y horroroso gruñido de un animal. Jungkook rezó porque lo fuera, que se tratase de un simple animal –de cualquier especie– que esté aumentado o miniaturizado, y no se debiese el sonido a una criatura ignota –de cualquier especie– como sucedió en el segundo vagón. Esa bestia, de proporciones enormes, asemejaba a un microondas –que de por sí eran aterradores para él– y tenía tantos colmillos como intenciones homicidas. Muchos colmillos, que quede claro.

–Ay –murmuró el robotito inocente, temblando con vibraciones rítmicas que le hacían cosquillas, pero no le impidió sujetarlo en brazos cuando regresó por refugio–, ¿y ahora dónde vamos?

Jungkook miró en derredor, dando con la obvia realidad de que esa galaxia no proporcionaba escondite alguno. Era una constelación colorinche, tanto que hacía doler las pupilas un poco, y solo gravitaban luces como luciérnagas –que ya vieron que no vivían demasiado al tacto– y varios mini planetas y asteroides como en el que estaba parado en ese momento. Lo suficiente para caminar por encima, como piedras que asoman de un lago, aunque sin dirección fija. Y fue cuando se le ocurrió que podía...

–¿Qué haces? ¿Acaso quieres morir? –Rezongó la vocecita en su hombro, sin que su tono demuestre algo más que tedio–. Oh.

–Si, oh –refunfuñó Jungkook, y aseguró mejor las manos y brazos en torno al planeta del que se aferró–. Ayúdenme a ver si estamos solos.

–No lo estamos, ¿no oyes el gruñido acercarse? –Para tratarse de un posible riesgo de vida, el otro robotito sonaba cantarina como si todo fuera parte de una aventura–. ¡Allá viene!

Jungkook cerró los ojos, resistiendo el impulso de mover los hombros y deshacerse de sus acompañantes que discutían acerca del silencio en momentos críticos. Sin embargo, les había tomado cariño de tanto vagar juntos. No podía solo deshacerse de ellos a su suerte. O tal vez se sentía tan solo que, inconsciente, se atribuyó un rol protector cuando el que debía ser cuidado era él. Después de todo, a él no podrían repararlo con un par de tornillos y tuercas.

–Se ha ido –no sonó a pregunta, porque sus dientes estaban agarrotados y la mandíbula podría de pronto estallarle.

Aunque no necesitó que confirmaran o negaran su afirmación puesto que, en ese instante, algo... lo olió. Sí, así de raro como se lee. Sintió la tracción que empujó su cabello –algo largo ya, pero no era momento de pensar en peluquería– y ropa hacia el origen del olfateo y pudo clavar las uñas en la superficie terrosa del planeta para no ser despegado del mismo. Solo que no tuvieron la misma oportunidad de evitar el invasivo olisqueo sus acompañantes, que fueron absorbidos por la tracción y gritaron –uno emocionado y otro desganado– su nombre.

Infinity Train [TaeKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora