Capítulo 5

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Nota: Este es el último capítulo, quería una historia corta y sencilla. Muchísimas gracias a quienes habéis leído y os gusta este ship, os amo como Nellie ama a Bellatrix. Habrá más historias de ellas, tengo el guion de la próxima y me pondré a ello pronto (aunque –spoiler– quienes leéis mis dos historias hetero no la echaréis tanto de menos...). De todo corazón, mil gracias.

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Eleanor reunió valor y sin apenas atreverse a mirar a la bruja, empezó:

-No sé ni cómo darte las gracias por...

-No lo hagas –la cortó Bellatrix con frialdad-. Nunca vamos a hablar de eso porque no sucedió, ¿lo entiendes?

La pastelera asintió aliviada por cerrar el tema, pero compungida por el tono. Bellatrix dio el asunto por finalizado y murmuró que ella también debía marcharse. La castaña la miró consternada y preguntó:

-¿Pero no te quedas ni un rato conmigo? Yo... creía que... te caía bien...

-¡Oh, sí! –exclamó la bruja con dramatismo- ¡Me caías estupendamente! Hasta el momento en que decidiste utilizarme para librarte de los repugnantes crímenes que cometiste para ayudar a tu amado hombre casado.

-Lo siento, de verdad. Yo no quería meterte en esto... pero... Fuiste tú la que me invitó a comer... ¡y te lo agradecí mucho! Pensé que igual, ya que habíamos pasado un buen día... No te importaría mucho, eres una bruja muy poderosa... ¿Qué puedo hacer para que me perdones?

-¿Qué puedes hacer tú, una muggle, por mí, la bruja más poderosa del país? –respondió Bellatrix con tono burlón- Absolutamente nada. Puedes dejarme en paz y olvidarte de mí. Tienes tu vida libre de toda carga, es mucho más de lo que mereces. Disfrútalo.

Eleanor se quedó paralizada en el pasillo a punto de llorar mientras Bellatrix entraba definitivamente al salón. La bruja ya había cogido un puñado de polvos flu cuando la muggle apareció de nuevo corriendo:

-¡Espera! –suplicó.

Bellatrix puso los ojos en blanco y se giró hacia ella.

-¿Si confieso me perdonarás? –soltó la muggle.

-¿Cómo?

-Si le digo a Sirius que yo estaba implicada y lo sabía todo pero le pedí a Mr. Todd que mintiera por mí, ¿me perdonarás? ¿Querrás volver a ser mi amiga aunque tengas que venir a verme a la cárcel?

Bellatrix la miró con sincero desconcierto. No tenía ni idea de si lo decía en serio o iba de farol. Así que recuperó uno de sus malos hábitos favoritos. Le bastaron cinco segundos en la cabeza de la muggle para comprender que estaba dispuesta a entregarse ahora que había quedado libre solo para que ella no la odiase. Ni la propia Eleanor entendía por qué, pero sentía la necesidad de actuar así. Y desde luego no era en honor a la justicia o a la verdad... No. Era por Bellatrix y únicamente por ella.

La bruja se quedó un rato en silencio contemplando el rostro angustiado de la muggle. Finalmente, con los brazos cruzados sobre el pecho, respondió:

-Te he dicho que ese tema está cerrado.

Eleanor la miró ladeando la cabeza sin estar segura de lo que significaba eso.

-¿Pero... me perdonas? –preguntó con cautela.

"Te perdono" suspiró Bellatrix al fin. La pastelera soltó un pequeño grito de alegría y la abrazó de nuevo con fuerza. La exmortífaga no pudo protestar: aquella muggle olía demasiado bien y su cuerpo resultaba muy agradable... Aunque varios segundos después, carraspeó y le ordenó que la liberara. Eleanor obedeció sonriente y le preguntó si había desayunado. Bellatrix tardó en decidir la respuesta, pero finalmente negó con la cabeza.

Mi dulce psicópataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora