VIII: Repetitivo.

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Por días Minho no tuvo un buen descanso, cada vez que cerraba los ojos se sentía incómodo. Vigilado. Acechado. En la mira. Terminaba abriéndolos de inmediato, era increíble como solo podía dormir cuando el sueño lo vencía por completo, por períodos de no más de cinco horas y al despertar se sentía tan aterrado como cuando durmió.

Ocasionalmente, el mismo sueño que tuvo en el hospital se repetía una y otra vez. Igual de vívido, igual de real. Después de cada sueño se preguntaba si realmente era un sueño ¿cómo es que podía tener tantas sensaciones en uno? Era algo de locos.

En la universidad no le estaba yendo de la mejor manera, le costaba poner atención en clases y su decadencia estaba siendo notada por alumnos y profesores. Minho se había posicionado por varios trimestres como el número uno de la sección, pero su rendimiento actual solo le permitía un máximo del cuarto lugar. Para cualquier otro esto era una alarma, pero no para Minho, quién cansado se dormía en su pupitre y no tenía cabeza para pensar en el rendimiento que daba.

Murmuraban cuándo lo veían por los pasillos; su piel pálida había tomado un tono opaco, amarillento, que rápidamente se atribuía a una mala alimentación. Tenía el cabello sucio, enmarañado, que cubría con el gorro de su suéter. Con bolsas liliáceas bien marcadas debajo de sus ojos, aquellos que usualmente tenían una expresión audaz que hasta le añadían un poco de egocentrismo pero ahora... Solo lucían como dos cuencas inexpresivas carentes de brillo.

Se la pasaba solo entre clase y clase, compraba algo para comer; una manzana roja y una botella de agua. Lo único que le apetecía, lo único que su estómago recibía con una bienvenida y asentamiento. 

Sus amigos trataban de acercarse a él pero a Minho le parecía que eran pobres intentos hipócritas, le creían un loco; podía verlo por la manera en la que le hablaban, cómo le miraban. Fingían creerle debido a su estado, por lo que él prefería mantenerse alejado. Ya tenía muchos problemas como para meterse en más, los veía conversar desde lejos, reírse de sus chistes excepto a Jeongin quién también se veía un poco mal y a Seungmin se le notaba nervioso.

En cuánto a Jisung, disminuyó considerablemente su agresividad. Estaba calmado, sereno y le trataba de mejor manera. En las mañanas podía sentir como dedos fríos le acariciaban el cabello, masajeando su cuero cabelludo. Cuando se veía al espejo podía verlo detrás de él en ocasiones, allí parado con una expresión suave y una sonrisa cálida en los labios, bueno, sería cálida si no fuese por el miedo que Minho sentía.

A ser sinceros... Ese miedo ya no era tan fuerte, se podría decir que se estaba acostumbrando. Cuando pensaba en eso se sentía extraño, tampoco faltaban los susurros que empezaron tres días después del hospital y que escuchaba la mayor parte del día «Recuerda tu historia» «La vida es más de una»

Minho no hacía nada por entenderlos a fondo, tenía miedo de lo que podría pasar. De lo que pudiese descubrir indagando en un plano que pocos habían tenido el placer, o la desdicha, de conocer.

Pensó que seguiría solo, hasta que Jisung se fuera o él acabara suicidándose. Por el contrario, un día cuando volvía de la universidad se encontró con su hermano mayor sentado en el sofá de la sala. Con el control remoto de la televisión en una mano y una lata de cerveza en la otra.

Minho tragó saliva con pesadez desde el umbral de la puerta, apretando con fuerza el pomo de la puerta principal del departamento. En su rostro podía leerse la sorpresa con un atisbo de incomodidad.

—¿Qué haces aquí? —preguntó al entrar, cerrando de golpe.

Su hermano, quien hasta ahora no se había percatado de su presencia; dio un respingo que le llevó a casi dejar caer la lata de cerveza al suelo.

. ☁︎ ࣪ . 𝗲𝗹 𝗮𝗺𝗮𝗻𝘁𝗲 𝗱𝗲𝗹 𝗱𝗶𝗮𝗯𝗹𝗼 ⋆ minsung ‹3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora