Parte 1

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¿Que dicen?
Este wey no ha terminado una y ya tiene otra.

Pero una vez alguien me dijo; si quieres intentar escribir un GioMis pues hazlo.

Y.. vuala!
Cruzare los dedos, deseando dar en el clavo.

☆.☆.☆.☆

Yo sabía, que desde que nací con esto. No era normal.

Esto... no era algo común en las personas y probablemente en un futuro esto me metería en problemas, iba a estar en graves problemas.

De no ser por mi mejor amigo... No sé donde me encontraría, no sé donde estaría ahora... O eso creo.

Me podían llamar fenómeno, me podría insultar y decirme lo que querían. Pero ya me había acostumbrado, con el paso de los días, del tiempo de los años realmente ya no me importaba, sabía que la gente hablaría de mi si tan solo vieran lo que tenia. Sin embargo aquellos insultos, aquellas palabras donde me decían que era un raro, era un extraño, al final solo lo hicieron un par de veces, acabaron justo cuando nos cambiamos de casa y yo con un semblante más maduro, de alguien que sabia que tenia que cuidarse solo opte por ocultar esa marca y nunca mostrarla, al menos a nadie...

No hasta que conocí a Mista.

-¿No tienes calor?- me pregunto, sacandome de los pensamientos donde me recordaba a mi, todo el tiempo que tenia que tener cuidado. No debia de verme nadie, mientras en pleno verano caminábamos por la calle de vuelta a casa, tras ir yo a la tienda por algo de viveres que me habian mandado a conseguir. El vestía de una manera ideal para la temporada, la realmente adecuada para el calor del verano. Mientras yo seguía vistiendo con las camisas de manga larga, no quería que se me viera el brazo.

-No, así estoy bien- le mentí,  obviamente él no me creyó

-Sudas como una mantequilla fuera del refrigerador, vamos cámbiate esa camisa- me insistió de forma repentina, y yo quise apartarlo, con solo una mano libre trate de detenerlo pero Mista era tan insistente, que en pleno jardín de la entrada de mi casa, me tiro al suelo y me trato de levantar la camisa, obviamente con gritos y un pataleo en vano yo me negué.

Sin embargo el resistio, levanto las mangas de mi camisa, donde finalmente me descubrió. No me dijo ni una sola palabra tan pronto me vio el brazo y yo volví a taparlo, note como se mordió la lengua un momento y se sentó al final, en el pasto junto a mí

-Creo que eso... no es una quemadura- me murmuro en voz baja, ante el repentino silencio -¿Qué es?- me pregunto Mista, y yo mire a mi alrededor que no hubiera gente, y así fue. No había nadie.

Finalmente algo resignado, pero tambien con una voz en mi interior que me decia que todo estaria bien, me levante la manga larga de mi brazo derecho, y justo en el antebrazo le mostré esa marca de "nacimiento" que habia crecido con los años cubriendo gran parte de mi brazo; mi piel era más amarilla, mas pálida y tenía un par de manchas negras, al tacto se sentía tan suave mi piel, sabía que no era nada normal.

Mis padres ni siquiera se tomaron la molestia de revisarme con el doctor, pues al nacer y seguir creciendo pensaron que desaparecía, pero al contrario cubrió mi brazo. Lo que me pasaba era raro, totalmente extraño, pero no estaba enfermo asi que era obvio que no era una enfermedad, pero no quería ir yo solo a un hospital, no quería que luego me encerraran y me trataran como un animal.

Mista solo se acerco a mí, y lentamente acerco su mano a mi brazo. Por insinto, algo, yo no le prohibí, ni le dije nada, asi que él solo toco.

-Esta muy suave- comento con una sonrisa torcida –Parece... como si fueras peluche Giorno- se burlo de mí, y yo solo le di una mueca torcida donde el solto una risa que yo me la cobre con un golpe de hombro a hombro, con esta pequeña prueba, sabía que podría confiar en él.

-Leopardo- murmuro, y me soltó. ¿Leopardo? No había pensado en ese animal.

-No le digas a nadie, por favor- le dije, mientras volvía a tapar mi brazo. No podia bajar la guardia, tenia que seguirme cuidando.

-Ni siquiera aun muerto- contesto triunfal -Pequeño felino- me dijo sonriendo, y yo senti el rubor en mis mejillas, aun así volví a la realidad, y entre a casa.

Mi amistad con Mista aumento claramente, al final me hizo sentir una enorme confianza en él, que hasta mi afecto hacia el cambio. Con el paso de cada día, ya no quería a Mista como solo un amigo, ahora en mi corazón, el palpitar en mi pecho anhelaba... como algo más.

Mis días junto a él, me hacían sentir tan normal, tan común. Hacía que olvidara esa marca de mi cuerpo, y pudiera vestirme como quisiera ante los ojos de él, sin espantarlo, sin intimidarlo, siempre y cuando estuviéramos solos, siempre y cuando sabia que nadie podría ir a vernos.

-Gato al agua- me grito, arrojándome una cubeta de agua fría, mientras jugábamos en su jardín. El día era tan caluroso, que de plano no pudimos evitar jugar así, me cubrió completamente. Yo ya escurría de agua toda la ropa, mientras Mista tenía la ventaja de que solo traía vistiendo ese pantalón celeste, y lucia que no se hubiese mojado casi nada. Así que trate de tomar venganza, y le quise hacer lo mismo.

Pero Mista era más alto que yo y me quito la cubeta, pelee por ella, al final cayó al suelo, y nosotros también; yo jalee la cubeta hacia mí, mientras él la soltó y fue a dar al pasto, al igual que yo cai. Mista quiso detenerme pero al final  lo traje conmigo, cayo acostado sobre mí.

Ambos nos miramos frente a frente, sus ojos cafés se cruzaron con los míos, y sentí mi corazón acelerarse. Mista se veía tan hermoso y finalmente me di cuenta que su cabello estaba mojado, ambos respirábamos agitados.

-¿Te lastimaste?- me pregunto, y yo apenas moví la cabeza diciendo que "no". De ahí, no dijimos ni una sola palabra, quise acercar mi rostro al suyo pero no me atrevía, y él pareció entenderme que al final, él fue quien me beso a mi.

Sus labios húmedos de agua, se unieron con los míos. Cerré los ojos y disfrute ese pequeño momento, era exquisito. Besar a mi mejor amigo, a mi futuro enamorado. Hundí mis manos en su pelo, mientras acariciaba mi lengua suavemente y su cuerpo se apretaba junto a mí, empezaba a sentir un ardor en mi interior, una ansiedad en mi cuerpo. Pero el grito de su madre nos interrumpió.

"Hora de cenar" le alzo la voz a Mista, y ni siquiera eran las siete de la noche. Nos separamos lentamente y no evite ruborizarme, mi rostro se sentía tan caliente y no era por el calor ni por la temperatura, pero Mista solo me sonrió, ambos confiabamos que su madre no nos hubiese descubierto.

-Creo... que nos veremos mañana ¿No?- me sonrió, y solo acaricio mi mejilla. Mista me ayudo a ponerme de pie, que ni siquiera nos cambiamos de ropa, él solo me dio una camisa de manga larga, para cubrir mi brazo y me marche. El camino a casa era algo largo y esta vez Mista no iba a poder acompañarme.

-Hasta mañana- me sonrió, y nuevamente beso mis labios de manera suave. Lo disfrute, ambos eramos completamente correspondidos.

-Hasta mañana- me despedí, y camine a casa anhelando que llegara el mañana.

Pero me tope con la sorpresa, de que al llegar a casa, iba a dejar de serlo.

Felino (GiornoxMista)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora