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El ambiente cargado de incomodidad que se formó en la casa no impidió que Max comenzara a prepararse para salir a pedir dulces cuando el sol cayó. La pelirroja estaba puliendo su máscara de Michael Myers mientras la rubia permanecía recostada en su cama mirando al techo; la música de Billy resonando a todo volumen dentro de su habitación no la dejaba aislarse por completo de lo que la rodeaba.

Quería cerrar los ojos por un rato y poder ser lo bastante inteligente para resolver la situación con su hermano. Pero ella jamás actuado de forma inteligente; soportar gritos, humillaciones e incluso daño físico por parte de Billy no había sido inteligente y aun así no le importó dejarlo pasar.

En el incidente con Billy horas atrás hizo surgir un fugaz anhelo: comenzar a tomar las decisiones en su vida. Sin embargo había pasado tantos años sin asumir el control de lo que pasaba a su alrededor que pensar en hacerlo daba incluso miedo. Durante gran parte de su vida dejó que las cosas sucedieran como debían suceder sin intervenir un ápice; sin saber exactamente cómo había caído en una ilusión que la hizo creer que de verdad ella conservaba algo de control en su vida.

—¿Tú... no vas a usar el disfraz?

Fijó sus ojos sobre Max al escucharla hablarle con un tono más que nada vacilante, se notaba que la pelirroja no sabía la manera en la que su hermanastra fuera a reaccionar y no tenía ganas de una nueva discusión. La mirada de Lilith siguió la dirección en la cual apuntaba el dedo índice de Max; el vestido blanco que era adornado a los costados por encaje blanco, las alas y una falsa aureola que se sujetaba por la espalda descasaban colgados sobre la puerta del armario.

Lilith estaba segura de que a Susan le había costado convencer a Neil sobre dejarla usar esa prenda que llegaba a dar un toque de sensualidad; un suspiró brotó desde lo profundo de su pecho y volvió a fijar su vista en Max.

—¿Crees que sea buena idea? —la pregunta sorprendió a Max, porque así lo demostró la expresión en su rostro. Lilith estaba igual, pero por un momento decidió hacer caso omiso a su propia sinceridad.

—¿Me estás preguntando si el disfraz es bonito o...?

—Te pregunto si crees que sea buena idea que me lo ponga, ya sé que es bonito, pero eso no es lo que me preocupa.

Tal vez se le estuviera yendo mucho la lengua, pero quiso ignorar los llamados de esa Lilith que siempre se mostraba como una perra con Max.

—Bueno..., de hecho es muy lindo y creo que no deberías desperdiciarlo. No fue fácil que mi mamá convenciera a tu padre para que pudieras usarlo, ¿sabes?

—Pero, ¿crees que sea buena idea ir con Billy en este momento? —se había erguido, quedando sentado sobre la cama sin poder evitar jugar con sus dedos sobre su regazo, descubriendo a la niña atemorizada del mundo que tanto se esforzaba por ocultarle a los demás.

—¿A qué te refieres? —Max se cruzó de brazos, ella no podía entender a profundidad las inquietudes de su hermanastra porque no era ni un poco consiente de todo lo que había pasado entre los rubios —. Billy está bien, ¿no? Billy sigue siendo Billy. El estúpido, enojón y... —una expresión de aflicción atravesó el rostro de la pelirroja, temía que aquella simple frase pudiera enojar a Lilith provocando que el ambiente se rompiera—. Mierda, lo siento, sé que no te gusta que hablen así de él.

—Sé que Billy es un idiota —Max no pude descifrar que significaba realmente esa melancólica sonrisa que los labios de Lilith formaron—. Si tuvieras un hermano y este fuera lo único que tienes en el mundo y lo único que te importa, ¿te gustaría escuchar que es un idiota, incluso sabiendo que lo es?

—Pues... no, supongo que no —rebatió Max con cierta duda en su voz; tomando mucho valor y notando el estado tan vulnerable de su hermanastra, decidió sentarse a su lado sobre el colchón—. Pero, Lilith, tú no estás sola. Tienes amigos, tienes a tu padre..., quizás él no cuente mucho, pero lo sigues teniendo.

𝐒𝐈𝐍𝐍𝐄𝐑𝐒│ 𝗯𝗶𝗹𝗹𝘆 𝗵𝗮𝗿𝗴𝗿𝗼𝘃𝗲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora