Capítulo 1

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—¡Nathael!— Gritaba la mujer de cabellos rojizos y ojos almendrados desde el porche de su pequeña casa —¡Nathael, se te va a hacer tarde!—

El joven nombrado rápidamente se levantó, completamente desaliñado y aún medio dormido, casi en automático al escuchar la voz de su madre decir que iba a llegar tarde, se supone que el viejo gallo Croissant -sí, el gallo se llamaba como el pan, no era culpa suya, su hermana tenía hambre cuando nombró al animal- lo despertaría como todos los días.

—¿Qué hora es...?— el joven artista revisó el pequeño reloj de bolsillo que se hallaba a su lado derecho en su mesita de noche, al divisar que este marcaba casi media hora pasadas las 6, corrió con dirección a su armario donde de las pocas prendas que tenía había un sucio overol grisáceo manchado de tinta negra. Acto seguido, antes de cruzar la puerta de la que era su habitación con dirección al pasillo, se devolvió fugazmente hasta su pequeña y desgastada mesita de noche para tomar aquel pequeño y sucio reloj de bolsillo.

El joven de ojos azul cielo se vistió lo más rápido que pudo mientras bajaba las escaleras que dirigían al primer piso de aquella pequeña casita de dos plantas, en el camino le sacó un gran susto a su hermana menor, Amelie, quien refunfuñando exclamó —¡Mira por donde corres, tonto...! ¡Y no vayas a olvidar tu bufanda, te vas a congelar —

Pero Nath no tenía tiempo para sacarle la lengua en burla a su hermana, no esta vez, así que tomó su bufanda de las manos de la de cabello castaño semi rojizo y le exclamó un "Gracias" algo atropellado por la prisa. Ya vestido, llegó a la entrada de la casa y se puso sus pequeñas botas que lo acompañaban fielmente cuando se trataba de caminar entre toda esa tinta desperdigada por los suelos de la fabrica.

Prácticamente tiró la puerta de entrada mientras corría al exterior atándose rápidamente su cabello que llegaban hasta sus hombros en una coleta mal hecha, ya en el exterior corriendo con toda su fuerza terminó encontrándose con su abuela y su madre, quienes estaban recogiendo huevos del gallinero para el desayuno, el cual Nath siempre se perdía por tener que ir al trabajo tan temprano, vivía demasiado lejos de la fabrica donde trabajaba como para darse el lujo de desayunar con su pequeña familia antes de partir.

—¡Adiós a ambas, gracias por despertarme mamá, cuando vuelva prepararé sopa de gallo!—

Ambas mujeres se despidieron del muchacho con una sonrisa y una pequeña carcajada, sin embargo sus sonrisas se desvanecieron de a poco y se miraron mutuamente, ¿Cómo le dirían a Nath y a Ame que el fiel Croissant ya no despertaría a nadie más? Ambas mujeres preocupadas dejaron de pensar en lo descubierto hace un momento y pasaron a discutir sobre como cubrir el huerto rápido para que se deje de llenar de aquella espesa e inesperada nevada de septiembre. Pero para desgracia de las mujeres, la nevisca no era de lo que más iban a tener que preocuparse, ya que un hombre con uniforme de oficial se acercaba a paso firme a casa de los Kunzelman. 




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Ya casi era el medio día, casi hora de comer para los trabajadores, sin embargo, por haberse retrasado casi una hora, Nathael fue descontado en su salario mensual, sumado a esto había sido sancionado con no salir de la fabrica hasta que acabara de fregar los pisos de la segunda planta del gran edificio donde se embotellaba la tinta en frascos, básicamente, no saldría de ese lugar hasta que limpiara todo ese desastre de tinta.

De verdad Nathael esperaba regresar a casa para cocinar, pensaba en hacer una sopa de gallo, tal vez un estofado sería mejor o incluso hornear a... demonios, ¿A quién engañaba? en vez de estar pensando en una venganza contra el pobre gallo se estaba torturando, no logró ni pasar por la panadería ni por un pan quemado.

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⏰ Última actualización: Oct 04, 2021 ⏰

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