Irse duele

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Holiii jeje decidí publicar esto el día de hoy por mi cumpleaños jeje espero les guste


Empezamos con un simple ¡Hola! Y terminamos con un complicado ¡Adios!





Era un lunes por la mañana, las personas salían temprano de sus casas para dirigirse a sus trabajos, otros simplemente se iban a sus escuelas, pero para un rubio cenizo no era igual, todos los días era la misma maldita rutina, desde sus exámenes y medicamentos que hasta había perdido la cuenta de los días  que llevaba encerrado en ese hospital .

Su vida cambió desde ese día que tuvo un trágico accidente que estancó su vida, su carrera, incluso su noviazgo, lo había perdido todo por un imbecil irresponsable que iba manejando en estado de ebriedad, si tan solo ese día hubiese regresado antes a su casa, pero de nada servía lamentarse ya que los hubiera no existen.

Bakugou solo contaba los días que le quedaban de vida, ya que no eran muchos, el accidente le provocó un traumatismo cerebral, lo que conllevó a desarrollar un tumor que poco a poco lo iba consumiendo, los medicamentos que le daban eran para aminorar el dolor y la inflamación, su tumor no tenía cura.

Se lamentaba el ya no poder disfrutar de su vida, sus amigos, su ahora ex novia pues tal fue la sorpresa para ella el saber que su novio iba a morir que decidió abandonarlo.

Solo esperaba el día que se iría a dormir y ya nunca despertar, pues le habían dicho que su muerte sería asi.

Ese día se percató que había mucho movimiento en el hospital, lo que lo llevó a pensar que quizás alguien más se sumaría a la lista de muertes en espera, aunque nunca se imaginó que ese día algo cambiaría.
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Un chico de cabello bicolor que no pasaba de sus 23 años, llegaba al hospital de Musutafu para su ingreso, el cual sabía que solo saldría cuando ya su cáncer decidiera matarlo.

Las enfermeras trataban de aminorar el ambiente triste, pues ellas se dedicaban a cuidar de aquellos a los que les quedaba poco tiempo de vida, su labor era difícil pues sabían del pesar de cada paciente.
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Bakugou veía la ciudad desde su ventana, pues era lo único que podía hacer en su precaria condición, ya que no podía movilizarse como una persona normal lo haría, solo podía dar pocos pasos en su habitación, era eso o estar en cama o en silla de ruedas.

Su hora de salir al jardín había llegado, algo que le gustaba y disgustaba a la vez, ya que no se podía valer por si mismo.

Con la ayuda de su enfermera llego a la parte más tranquila del lugar, a una distancia no muy grande logró ver a un chico que nunca había visto, pues no podría ignorar una particular cabellera bicolor, ojos heterocromaticos muy bellos a su parecer.

Ignorando sus divagaciones por el chico nuevo, se dio cuenta que a eso se debía tanto ajetreo en el hospital o más bien a su pasillo, ya que ese piso era para los que el llamaba "la lista de espara de muertes".

Decidiendo ignorar todo a su alrededor como lo ha venido haciendo este último mes, se perdió en sus pensamientos.
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Shoto todoroki el último hijo de Enji todoroki, nunca se imaginó verse sus últimos meses, semanas o días de vida en un hospital, pero era la única solución que su padre encontró para alargarle un poco más su vida, con la esperanza de encontrar un tratamiento que le regresara la esperanza de seguir viviendo a su hijo.

Luego de haberse instalado en su cuarto una de las enfermeras encargadas de cuidarlo decidió llevarlo al jardín para que se despejará un poco, cosa que no a logrado el último año.

Shoto veía el panorama que le ofrecía el lugar, sintió una mirada muy fuerte a un costado suyo, queriendo saciar su curiosidad, dirigió su vista hasta toparse con unos ojos rubíes, nunca en su vida había visto una mirada tan penetrante que lo hiciera estremecer.

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