4. Especial ¡TAKANOxRITSU!

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Apenas un par de horas atrás, justo antes de tirarse a dormir, había escuchado el grito de Misaki. Él dijo que estaba bien, así que Ritsu dedujo que había sido una pesadilla y fue a su habitación a descansar un poco. 


* *


Aunque no era realmente su deseo levantarse, pues apenas tenía un par de horas en la cama, Onodera salió del cuarto al escuchar movimientos en la cocina.

—¿Qué haces? —preguntó al que meneaba algo en la estufa.

—Lo siento, Onodera san —se disculpó Misaki—. No quería despertarte, solo preparo el desayuno.

Bostezó el de cabello más claro y talló sus ojos al verse en una habitación completamente diferente a la que había abandonado hacía poco más de una hora.

—¿Qué pasó aquí? —preguntó Ritsu realmente sorprendido.

—Pago mi hospedaje con limpieza y comida —explicó el menor sonriendo—. Limpié las habitaciones, baño, pasillo y lavé tu ropa —anunció—, solo quedó tu habitación, lo haré una vez que la desocupes.

El mayor estaba realmente apenado, y muy sorprendido, pues si mal no recordaba hacía apenas dos horas ese lugar era un chiquero.

—No, no lo hagas —pidió Onodera con la cabeza pegada al pórtico de la sala comedor y con un aura azul deprimente envolviéndolo—, me haces sentir un ser humano inútil e incapaz de sobrevivir solo.

—Es mi pago por el hospedaje —repitió Misaki un tanto divertido por la actitud del otro chico.

—Entonces deberías quedarte más tiempo, Misaki kun —sugirió, a son de broma, Onodera. 

Ambos sonrieron.

—Si es una oferta, lo pensaré —dijo Misaki siguiendo el juego del otro.

Ritsu y Misaki desayunaron juntos y salieron juntos de la casa. Ritsu debía ir a trabajar y Usagi ya no debería estar en casa, lo que era bastante conveniente para Misaki, que no quería un interrogatorio por parte de su casero.

En el pasillo se encontraron con un tomatón, perdón, sorprendido Takano que veía salir a su amado sonriendo al que salía con él. Esto fue un shock para dos, pero el tercero ni se enteró de lo que a los editores les pesaba.

—Gracias por dejarme pasar la noche —dijo Misaki al llegar al elevador que compartirían con Takano. 

Eso hizo que Onodera recobrara la cordura que, desde que vio a su jefe, se había perdido en un espacio de ideas estúpidas y sin sentido.

—No es nada —respondió—, fue bueno que te quedaras. Dejaste la impresión de que no sabré vivir sin ti, al menos no decentemente —señaló y ambos jóvenes sonrieron ante la ocurrencia.

—Entonces iré por mis cosas y vendré a vivir contigo —dijo Misaki. 

Ritsu rió.

—Si, haz eso —pidió acariciando la cabeza del de cabello desordenado.

—No, por favor no lo haga —dijo Takano que, ante la desconcertada mirada de dos, tomó la mano de Ritsu apartándola de Misaki, plantando tremendo beso al de cabello más claro—. Usted solo sería una molestia, ¿entiende? —cuestionó el editor en jefe del departamento "Esmeralda", marcando su territorio.

Y, con los ojos enormemente abiertos, cubriendo su boca con ambas manos, Misaki asintió insistentemente mientras veía a un Onodera perdido entre mil colores.


Continúa...

EL PESO DE LAS PALABRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora