El requiem de Bakugou

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Hola amigos! Hoy vengo con un fanfic recién salido del horno. Este año no pude dedicarme tanto a la KiriBaku Week como me habría gustado, pero aquí andamos con un trabajito que pude sacar.

El tema: Enfermedad del Hanahaki

Para aquellos que no sepan, el Hanahaki es una enfermedad ficticia producida por la idea del amor no correspondido. Cuando estás muy enamorado de alguien, aunque la otra persona sienta lo mismo, si el enfermo cree que su amor no es correspondido, desarrollará un mal que consiste el crecimiento de flores dentro del sistema respiratorio, las cuáles al salir te terminan matando. Se puede curar con cirugía, pero al remover las flores, se remueven todos los sentimientos también.

Advierto que no tiene un final feliz, así que léanlo con cuidado bajo su propio riesgo jajaja

De nuevo he trabajado junto a mi partner, quien hizo la portada que podemos observar. 

Los quiero! Al fic.


-Ah...Bakugou...¿estás bien?

-...

-...Bakugou...

-Sí, idiota, no me toques.

Sin embargo, ya era un mes. Un mes desde que Bakugou había comenzado a sentir una extraña presión en el pecho.

-Ya...¿Ya fuíste al médico?

-Dije que estoy bien, Kirishima, no necesito ningún médico.

-O-Ok...

No lo miró a los ojos. Como una llamarada rojiza Kirishima intentó tocarlo de nuevo. Bakugou no se dejó. Retiró bruscamente el brazo y desvió el rostro. Kirishima se encogió en su puesto.

-Ah, bueno, yo...me voy entonces.

Bakugou no respondió. La presión se hizo más fuerte cuando Kirishima salió de la sala y Bakugou cerró los ojos. Nadie debía verlo así. Menos él.

"Es el único que puede verte así"

De nuevo la molesta voz en su cabeza. La odiaba. La odiaba porque esa era la voz que lo había convencido de que amaba a Kirishima. Estúpida voz, no sabía nada. Nada de nada. Nada de nada de nada. Él no tenía tiempo que perder al andar sintiendo esa clase de cosas. Él debía entrenar, debía superarlos a todos, incluido a él. Debía tragarse las ganas de esperarlo al final de las clases, de invitarlo a su casa, de ayudarlo a colocarse el estúpido tinte rojo cada 15 días. Debía evitar los ojos brillantes, la sonrisa de dientes sin sentido cada mañana, la mano fuerte y dura buscando su hombro, tocando su brazo, rozando accidentalmente los dedos para después abrir mucho los ojos y reírse, y reírse, y reírse, y entonces, un susurro sutil, un grito desalmado del corazón, dos mechones que dejan entre ver dos prófugos cabellos negros. Y su nombre. Su nombre en sus labios. Pareciera que el cuerpo le vibraba cuando lo dice. Pareciera que él también...

"Soy el único..."

No.

No debía ser tan ingenuo. Tal vez al principio se había dejado entibiar. Entibiar por las tardes de estudio, de risas, las caminatas al atardecer. La valentía, la determinación, la fuerza. Horas eternas de sudor, cuando el cabello se le bajaba por la acción de sus golpes en el cuerpo endurecido al entrenar. Tal vez ese había sido el momento en que lo amó por primera vez. Tal vez, al ver a Kirishima gritar su nombre, cantar su nombre, jadear su nombre, se confundió. Tal vez no lo amaba, tal vez lo anheló tan profundamente que quiso dar dos pasos para estamparle no un golpe sino beso en los labios. Pero eso no era masculino, ¿verdad, Kirishima? ¿Por eso nunca se atrevió a hacerlo?

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⏰ Última actualización: Mar 01, 2022 ⏰

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