Y las nubes se oscurecieron...

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— Mi reinado del terror comenzará.

Caminando por las ruinas de lo que parecía ser un viejo palacio, el pelirrojo sonreía con malicia, daba vueltas de vez en cuando sintiéndose el mejor, un villano sin control, sin límites, con el poder de hacer lo que quisiera.

— Ya puedo ver a las personas pidiendo auxilio, sus llantos, su impotencia. Todos sabrán lo que yo sentía al estar vivo, un maldito infierno que arde sin parar —dicho esto, lanzó una carcajada que resonó haciendo eco por todo el lugar, ya que era un palacio muy grande—.

— ¿Qué pasará si haces esto? —preguntó el verdadero pelirrojo atado a más cadenas que antes— Te juro que esto no te hará mejor ni peor, ni te devolverá la vida. Seguirás siendo un alma en pena, no vas a conseguir nada, sólo harás sufrir a mucha gente que no lo merece —su voz se rompió y una lágrima escapó por su ojo volando hacia el corazón del brujo, la gema que lo inició todo—.

— Eso es, sufre, me estás llenando de poder —volvió a reír ahora a un volumen bajo, pero de la misma manera desquiciada—.

— ¿Y qué? Ni con todo el poder que te de mi depresión vas a llenar ese vacío tan horrible que te dejó la muerte. Deberías aceptarlo y trascender de una vez. ¿Qué estás haciendo con esa piedra? Sólo haces llorar a las personas —le reclamó con más potencia en su voz—.

— Las lágrimas de otros me dan vida, su tristeza me llena. A otros les llenaba verme llorar y sufrir. Encadenarte no es nada, si te golpeara y te manipulara de forma psicológica, me darías más poder y más vida —le dió una mirada absurdamente amenazante, no parece que fuera a cambiar de parecer así como así—. Sólo espera y verás, tus amigos te buscarán tratando de frenarme.

Abrió los ojos de par en par, ¿Sus amigos? ¿Por qué lo sabía? Él mismo se lo había negado antes.

— ¿Amigos..?

— Bueno, digamos que gracias a ti me volví “famoso” por todo el fakeland, hasta en Dreamworks me conocen y me temen.

Agitó la mano de forma que podía crear una ilusión de lo que sabe que pasará. Se mostró a Ferb, Walter y Peter tratando de encontrar la forma de acabar con todo este embrollo. Phineas pensó que ver a su marido una vez más haría que su corazón se ablandara para recobrar la esperanza, pero por algo sentía miedo, una amargura en su boca porque sabía que estaba en peligro.

— Tu esposo y tus hermanitos quieren liberarte de mí —soltó una risa al acabar la frase para empezar otra—. Pero no saben que no soy el único peligro.

Las imágenes cambiaron, esta vez se mostraban a Lily y Felix peleando, Mary en un rincón asustada por la riña. Aparentemente, Lily estaba poseída por la sombra, eso le rompió el corazón entero. Quién sabe qué estará sufriendo su princesa mayor con esa sombra asfixiándola. No pudo contener las lágrimas por mucho, sollozó pensando en el peligro que corrían sus hijos, todos, Alex, Lily, Mary y Felix, sus cuatro retoños. Luther deshizo las imágenes riendo de nuevo, cada lágrima hizo que se sintiera más fuerte.

— Oh, ahora sé cuál es tu punto más débil —le dijo aplicándole esa mirada fría y tenebrosa—, tu familia.

— Lo voy a seguir diciendo hasta que me canse —gritó—. No lograrás nada haciendo esto, mis hijos no tienen la culpa de nada.

— Como les dijo el altísimo a Adán y Eva al probar la fruta prohibida, futuras generaciones cargarán con su mismo pecado, la humanidad será castigada —esta vez parecía enojado de que su prisionero no lo entendiera—. ¿Qué crees que hago aquí? ¿Pintarme o qué? Todos sentirán mi ira y mi tristeza, tengan o no la culpa.

— ¿Cómo te lo hago entender? ¡La venganza no te va a solucionar nada! —más lágrimas se deslizaban por su rostro demacrándolo aún más— Yo sé lo que es eso, cobrarle a otros por lo que unos no pagaron es injusto, sólo te hará más infeliz de lo que ya.

— ¿Tú cómo lo sabes? Eres sólo un niño. Con hijos y marido, pero un niño.

Los recuerdos de cuando tenía entre doce y catorce años le dolieron. Personas que lo querían ver en su punto más bajo, lo lograron, pero, ¿A qué precio? Aparte de una merecida expulsión para ser transferidos a un reformatorio y las secuelas que le dejaron aquella sobredosis que pudo causarle la muerte, absolutamente nada. Sólo culpa, depresión, deseos de venganza y miedo por doquier. Sabe que ellos no eran felices y se desquitaba con los eslabones más débiles para llenar el vacío de sus vidas, y sabe que todo fue peor para ellos cuando tuvieron que enfrentar las consecuencias, por lo que teme a encontrarlos en alguna ocasión. Aunque para este punto, era más aterrorizante que todo aquél que ama salga herido, o peor, muera.

— Yo sé bien que así no son las cosas. En vez de hacer sufrir a la gente podría hacer que quiénes estén en tu misma situación salgan de ahí y dejen de sufrir.

— ¡Deberías cerrar la boca!

Una vez más, Phineas desperdició su voz en intentar razonar con él. Fue amordazado de nuevo, y aquél demonio no le quedó más que tranquilizarse. Tomó un respiro y se acercó al gran trono de piedra que estaba al fondo del palacio.

— En fin. Tú sabes qué quiero lograr, nada ni nadie podría impedirlo —se sentó triunfante y recuperó la macabra sonrisa—. Esperemos a tus amigos, nos divertiremos mucho aquí.

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𝒀 𝒍𝒂𝒔 𝒏𝒖𝒃𝒆𝒔 𝒔𝒆 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒆𝒄𝒊𝒆𝒓𝒐𝒏, 𝒆𝒓𝒂 𝒔𝒆𝒏̃𝒂𝒍 𝒅𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒑𝒓𝒐𝒏𝒕𝒐 𝒉𝒂𝒃𝒓𝒊𝒂 𝒖𝒏𝒂 𝒕𝒐𝒓𝒎𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒍𝒐𝒔 𝒓𝒆𝒍𝒂́𝒎𝒑𝒂𝒈𝒐𝒔 𝒈𝒐𝒍𝒑𝒆𝒂𝒓𝒊𝒂𝒏 𝒕𝒐𝒅𝒐 𝒄𝒐𝒏 𝒇𝒖𝒓𝒊𝒂.

Sleepy Little Phinny: La batalla final (roleplay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora