ill at-ease; capítulo único

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Escuchaba la cabecera de la cama golpear la pared del corredor y estaba seguro que no era una pelea de almohadas como las pijamadas que Fuyumi hacía con sus amigas saltando en la cama

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Escuchaba la cabecera de la cama golpear la pared del corredor y estaba seguro que no era una pelea de almohadas como las pijamadas que Fuyumi hacía con sus amigas saltando en la cama. Ella pronto cumpliría quince años y deseaba que su princesa nunca creciera pero decía lo mismo de su hijo mayor y ahí lo tenía, rebelde y malcriado encerrado en la habitación con su novio.

─Mierda, Kai-... E-espera.

─No me pidas que espere, no puedo hacerlo.

La cama rechinaba golpeando la pared cada vez más fuerte y rápido mientras Tōya gemía. Gemía y maldecía. Gemía y sollozaba. Gemía sin poder más y jadeaba quebrando su voz.

Era jodidamente incómodo escuchar a su hijo tener sexo con su novio desde que volvió del trabajo. Nadie estaba en casa más que ellos aprovechando a estar solos y con ánimos de hacerlo. Las cosas se había descontrolado, ¡Y maldición! Le dejó claro que esas cosas en su casa ¡no! Prohibido. Rei lo impuso así y así debían de cumplir ambos porque no confiaba en él por darles demasiada libertad a sus hijos como padre, y al otro por intimidar a su padre, además, Rei daba mucho miedo al enojarse.

Sin embargo, a Tōya poco, o nada, le importaba hacer caso si pocas veces Kai accedía a que lo hicieran por la cuestión ética de la edad y otras formalidades que lo aburrían. Así que aprovecharon y nadie debía de saber lo que pasaba en su habitación y que a Kai le encanta dejarlo sin verdaderamente nada en qué pensar más que en su miembro entrando sin pudor.

Él estaba sensible en su punto más erógeno y explotado por la estimulación en su interior. El aire era demasiado caliente para respirar sobre el hombro del mayor y se sostuvo cuanto pudo antes de perder el control de lo que salía de su boca. Se deshacía en cada penetración y lo que le dejaba eran sensaciones fuertes e intensas.

Kai lo abrazó y se hundió más en él. Tōya lo abrazó sintiendo que el cielo no era el límite. No definitivamente. El límite lo imponía ese jodido hombre que lo follaba tan delicioso y malditamente bien.

─Kai~... ─endulzó su voz temblorosa. Kai lo arremetía tan delicioso e implacable.

Estaban llegando. Lo sabía con la manera en que Tōya lo apretó y se sacudía internamente sin lograr coordinar su respiración.

─Lo quieres-... ─rasgó su voz─. ¿Quieres que te llene como a una puta?

─D-dios, s-sí-... sí, papi. Hazlo rudo.

Su culo lo succionaba. Se contuvo a correrse gruñendo en su oído a lo que Tōya pensó en lo hermoso y masculino que era su voz.

Eran ruidosos, molestos y desastrosos pero, aun así, alcanzaron a escuchar con claridad tímidos golpes llamando a la puerta. Ambos se detuvieron pensando lo peor como que los menores de los Todoroki y Eri habían vuelto.

Estaba seguro que Kai mencionaría que había sido una pésima idea hacerlo, en primer lugar, y antes de que se lo diga, se anticipó a besar su mandíbula y pedirle que se apartara para abrir.

─¿Crees que-...? ─dejó suspendido al aire con temor bien disimulado en sus palabras.

─Espero que no.

Recogió su ropa interior y los vistió. Kai hizo lo mismo quedándose en la cama y cubrirse con una manta su desnudez marcada por los besos y los tenues rasguños que le dejó el menor.

Antes de abrir, volvió en sus pasos al montón de ropa que siempre tenía sobre el puf de pera tomando una sudadera que se puso encima y al fin abrió sin quitar la cadena a la puerta. Vio un tercio del rostro del viejo siendo suficiente para cerrar la puerta y volver a la cama, montado en el regazo del mayor, quitándole el brazo que cubría la mitad superior de su rostro.

─¿Qué sucede? ─dice. Se escucha frustrado pero ama que Dabi le deje besos en el cuello y las mejillas que descuidaban una corta capa de vello facial pinchando sus labios delgados.

Escuchó pasos en el exterior de la habitación que podían ignorar. Más golpes a la puerta y Tōya siendo igual de insistente moviéndose sobre él.

─Sigamos ─suplicó mordisqueado el lóbulo de su oreja─. Quiero que acabes en mí-... no sabes cuánto lo deseo. Te montaré si ya te cansaste.

Abrazó su cintura para que siguiera besando y chupando su oreja; el chasquido de su lengua era delicado y excitante. Era tentador.

No negaría lo mucho que lo ponía su chico, se esforzaba para que aceptara volver a lo suyo y a lo que hacían con ocio pero dedicados a ello.

Tōya pensó que lo había convencido por lo que lo tomó por sorpresa que lo volcara en la cama y se levantara de ella para abrir la puerta. Claro, era un adulto responsable y padre de una linda niña que el viejo y Rei desde ya la consideraban como a una nieta, y lo hacía el doble de caliente y problemático, pero más caliente por ser un dilf.

¡Y, Dios! Bufó molesto tomando su teléfono del conector. Se tumbó bocabajo tomando una almohada en la que se hundió sintiendo el ligero dolor en la espalda baja que luego lo estaría jodiendo por la noche parte de la mañana de lunes.

Kai abrió vistiendo sólo en bóxer. Aún estaba duro y no lo avergonzaba mostrar su tamaño.

Sin la cadena pudo ver a Enji y Enji lo vio a él de pies a cabeza siendo bastante incómodo para Enji contra la gentil indiferencia de Kai.

─Lo siento. Puedo pedirle que-... ─dudó─. Será rápido. Nosotros terminaremos rápido.

Enji suspiró pesado y ruidoso, asintiendo sin saber cómo negarse a la amabilidad con que Kai lo trataba siempre, aún si los interrumpió sintiéndose culpable por querer demostrarse que podía imponerse y darse a respetar y ser genial a la vez, pero eso estaba en otras ligas en las que Kai se las llevaba en oro.

No lo molestaba que fuera así, más bien, su orgullo se engrandecía porque era su yerno.

Kai desvió la mirada algo exasperado. Enji llevaba minutos asintiendo, perdido en su mente. Era grande y magro, de por sí sentía seguido la muerte entre el afectuoso abrazo paterno de su mayor, pensando en lo genial pero peligroso que él es si decide golpearlo por tener sexo con su hijo mayor, y peor aún, bajo el techo de su casa.

─Los esperaré afuera ─anunció con decoro volviendo en sí. Kai pasó saliva.

─Sí-... gracias ─agradeció cohibido y cerró la puerta luego de lo que sea que haya sido eso.

Tōya delineaba el filo de sus dientes y el borde de sus labios llegando al costado de la sonrisa coqueta que cruza en su bonita boca.

En definitiva, no lo volverán hacer en esa casa.

En definitiva, no lo volverán hacer en esa casa

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Incómodo | HaulDabiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora