Capítulo 1

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Un día nublado no es buen augurio para el pueblo. La lluvia ralentiza el movimiento de las personas que caminan hacia sus trabajos o los jóvenes que van a la escuela. Las pequeñas gotas de agua que descienden del cielo obligan a las personas a apresurarse a encontrar un buen techo para evitar mojarse. Entre la pequeña multitud que espera cruzar la calle, se encuentra un chico que le saca una cabeza a la mayoría de las personas a su alrededor. Su peculiar cabello como el color de la nieve llama la atención. Las mujeres no pueden evitar hacer comentarios entre ellas sobre lo lindo que se ve. Sus ojos verdosos analizan su reloj en la muñeca. Va tarde a la universidad. Lo sabe. Decide hacer algo riesgoso a pesar de que el semáforo indica que no debe de cruzar. Corre esquivando los autos para llegar hasta la otra esquina.

Sigue corriendo con su mochila colgada sobre su hombro estrellándose contra su espalda. Algunos piensan que es un ladrón pero las pequeñas maldiciones sobre no querer llegar tarde a la escuela les calma esos pensamientos. El inmenso edificio de mármol blanco se alza ante sus ojos. Una pequeña sonrisa ilumina su rostro. Quedan tan solo pocos segundos para que la campana suene indicando el inicio de las clases. Pocos alumnos permanecen en el exterior pero todos tienen un mismo objetivo. Llegar a clases. La silueta del joven se abre paso entre los estudiantes para poder llegar a tiempo a su clase. En su camino, se da cuenta de que deberá de llegar a su casillero antes de entrar a su clase. Se detiene frente a una pared repleta de casilleros de metal. Busca el número asignado en su inscripción. Desbloquea rápidamente el código en el candado.

-Vamos, no quiero llegar tarde.- se recuerda en voz baja para no llamar la atención.

Saca dos libros del compartimento antes de cerrarlo y poner de nuevo el candado. Se gira encontrándose con un hombre un poco más pequeño que el. Ambos llevan vestimentas negras. La única diferencia es que el mayor lleva botas estilo militar. Se saludan con un choque de puños. Se cuentan sobre las actividades que realizaron en su fin de semana mientras caminan hacia el salón que les corresponde. Ingresan al salón capturando la atención de los presentes. Nuestro protagonista no puede evitar sentirse ligeramente nervioso. En cambio, su rostro se endurece asustando a la mayoría que desvía la atención por temor a ser agredido. Camina sin importarle la reacción de su pequeño público. Se sienta en el último asiento cercano a la ventana permitiéndole admirar el patio con inmensos árboles que brindan sombra en un día caluroso.

-Kyle.- se gira ante el llamado de su amigo.- ¿Estás listo para enfrentarte a Hunter?- suspira, el chico popular de la escuela le retó a un enfrentamiento a ver quien merecía la atención de las chicas.

-No me interesa su pelea.- admite.- No me agrada ser el centro de atención entre las mujeres, podría traerme problemas en mi futura relación.- Su amigo no puede evitar reírse.

-Amigo, ambos sabemos que no hablas con nadie si no soy yo.- sonríen.

-Tienes razón Ty.- Usa el diminutivo de Tiberius por petición de su amigo.

-Por cierto, ¿sabes en donde se ha metido Jules?- se queda pensando ante la pregunta, realmente no ha sabido nada de él desde la semana pasada.

-La verdad no.- admite, el profesor irrumpe en el salón excusándose por llegar tarde, el aula permanece en silencio para dar inicio a un día aburrido de clases.

Kyle apoya sus brazos cruzados sobre la paleta del escritorio. Su cabeza descansa sobre sus brazos mientras admira el panorama del exterior a través de la ventana. Se toma la molestia de no prestar atención a la clase pues es un genio dentro del cuerpo de un chico flojo. No es por alardear pero su faceta de frialdad hacia las personas, esconde la personalidad tímida y divertida del chico. Es solo una máscara para protegerse de aquellos que se han burlado de su cabello o cuerpo no tan desarrollado como el de la mayoría de los chicos en el instituto. Pueden llevarse una gran sorpresa al descubrir que debajo de las sudaderas y chaquetas oscuras junto con las camisas negras, se encuentra un cuerpo trabajado pero no tan marcado como los de los deportistas.

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