La cita.

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"No"

"¿No?¿Por qué no?"

"Damian... ¡Son las 4 de la mañana!"

La expresión de Raven denotaba cansancio y un profundo enojo, es decir, ¿una cita a las cuatro de la madrugada? no es algo que suele pasar muchas veces, no se puede clasificar como algo común.

Rachel estaba por negarse y seguir con su dulce sueño que Damian interrumpió cínicamente, para su desgracia, él conocía cada pequeño aspecto de ella, sabía que cartas usar a su favor.

"Habrá chocolates"

"Está bien"

No dudó ni un segundo en aceptar.

Si había algo a lo Raven no podría negarse ni sobreponer fuerza, era a el adicto sabor del chocolate, y eso Damián lo sabía como si fuera un hecho inolvidable.

Tener control sobre Raven no es, en absoluto, dócil, pero cuando se trata de su golosina favorita es igual que un pez en el mar o una mezcla de arcilla.

Damian sonrió satisfecho y orgulloso de sí mismo.

"Si no hay chocolate, sentirás la ira de una mitad demonio" Advirtió Raven, señalandolo con una severa mirada; con sus dulces gustos y sus dulces sueños no era algo con lo que se podía jugar.

"Lo tengo en cuenta" Respondió Damian en cuanto Raven desapareció trás la puerta para reemplazar el tentable camisón con el que ella se cubría. Damian pensó que tal vez en un futuro cercano planearía algo con el camisón incluido.

***

El casco en sus manos la hizo expresar una mueca. Retrocedió, como si el hecho de verlo le entraran profundos escalofríos. "No subiré a esa cosa contigo" Dijo, recordando aquellas veces en las que se sintió víctima de una velocidad versátil sobre dos ruedas.

Raven se negó, señalando, incrédula, la motocicleta donde Damian yacía montado, una sonrisa divertida jugando en sus labios.

Viajar en moto con Raven y sentir sus manos en su pecho, presionando con fuerza, sintiendo su cuerpo acurrucarse en su espalda era todo un deleite para Damián. "Tranquila, Habibati, trataré de ir despacio" Mintió. Damian haría lo que fuera para volver a sentir esa placentera sensación.

"Es difícil creerte cuando se trata de eso. ¿Por qué no mejor me dices a dónde vamos, y abro un portal hasta allá?"

"No puedo decirte. Es una sorpresa" Además, eso arruinaría su planeado y esperado viaje en motocicleta con ella. Damian acercó más el casco a Raven, insistiendo en que lo tomara.

Raven frunció el ceño y arrugó sus labios. La idea de montar en motocicleta con Damian como conductor parecía suicida.

"Toma el caso y sube, o mi perfecta cita será arruinada"

Raven le dedicó unos ojos afilados y, a regañadiendes, agarró el caso y se lo puso, montándose detrás de Damián.

"Tú lo dijiste, ve despacio" Murmuró conforme posaba ambas manos en el torso de Damian, sin creer ella en sus propias palabras. Encogió su cabeza entre él, y, secretamente, disfrutó de la posición.

Damian suspiró ante la calidez en la que sus cuerpos se unían, la tentación de acariciar sus emperladas manos que lo abrazaban fue demasiado grande.

"Trataré... Agárrate fuerte" Añadió Damián. Antes de dejar a Raven decir algo, arrancó la moto y aceleró con las ruedas deslizándose por el pavimento.

El camino perduró. Los brazos de Rachel sujetaban con ímpetu a Damian, como si de ello dependiera su vida (literalmente). Deseó no ver su alrededor, cerrando fuertemente los ojos.

Damian no podía estar más satisfecho, realmente estaba disfrutando el agarre que su Raven tenía con él, sonrió, orgulloso. De vez en cuando, la veía por el rabillo del ojo para ver su reacción cada que precipitaba la velocidad con intención.

El viaje duro alrededor de media hora, tiempo en el que, mientras Raven estaba por sufrir una taquicardia, Damián podía sentir el aire escapando de sus pulmones debido al vigor de como ella lo sujetaba. Igualmente, no vaciló en gozar la situación.

Llegaron a su destino y Damián finalmente aparcó la motocicleta. Sin embargo, el agarre de Raven no disminuía y sus ojos seguían cerrados; aún tenía miedo.

"Se que me amas Raven, pero si me sigues tomando así, no podrás disfrutarme más" Mencionó Damián con picardía, apenas pudiendo respirar.

Rachel abrió sus ojos y se soltó de él. Se alejó y dejó caer su puño sobre la ancha espalda de Damian. Fue un golpe impotente, pero demostraba su ligera cólera.

"¡Eres un...!"

No terminó de recriminar sus imprudentes actos cuando su vista se posó en un bello amanecer en el lago, dejándola sin habla por un momento.

Los colores pastel del cielo azul y los rayos del sol contrastaban con el brillo del lago, consintiendo admirar una vista única y espectacular.

Los ojos de Raven se iluminaron.

"Hermoso" Balbuceó sin dejar de mirar aquel paisaje que la naturaleza le proporcionó.

"Lo sé y el paisaje también lo es"

Damian se permitió disfrutar del buen comienzo de su mañana, vio con felicidad el rostro alumbrado de su amada, cuya atención se enfocaba en la sorpresa que él ofreció.

Sabía que Raven amaba este tipo de cosas, igual que el chocolate, y cuando observó lo inefable del lugar, pensó en Raven, y no dudó compartirlo con ella.

"Es bellísimo Damián"

Lo miró con una suave sonrisa. Se incorporó para disfrutar más del amanecer.

"No tanto como tú, pero sí, lo es"

Damian caminó hasta quedar a lado de Raven, maravillado de cómo el sol subía lenta y silenciosamente. Su pasmosa belleza siempre le hacía récordar a la persona que ahora se acurrucaba a su lado.

Permanecieron callados unos segundos lentos, hasta que Raven habló.

"¿Dónde están los chocolates?" Preguntó, sin quitar la vista del panorama.

Damian la miró divertido con una sonrisa bailando en sus labios; su novia era glotona, también era una necia, testaruda, orgullosa... Pero aún así la amaba, la amaba tanto que pronto Raven se le olvidaría de cómo respirar cuando se enterara de que su Habibi le había comprado toda una franquicia de chocolates solo para ella.

One-shots  ~Damirae~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora