Segunda parte: Más que un deseo

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   La campana anunciando la siguiente hora lo hizo despertar. Si mal no recordaba, se había quedado dormido durante una lectura en la clase de Economía. Se levantó, asegurándose de no haber babeado el pupitre, se colocó sus audífonos y salió del salón junto con los demás.

   En el pasillo, sólo se veía él. Había quedado atrás por su paso perezoso, a diferencia de todos los otros que habían salido en tropel, tentados por el rumor de que hoy habría pizza en la cafetería.

   Un empujón en el hombro lo hizo girarse hacia el chico que ahora caminaba a su lado. No lo había visto llegar. Pausó la música y se bajó los audífonos.

   ― Llevo un rato hablándote, pero al parecer hablaba solo ―dijo el castaño, molesto.

   ― Oh...Lo siento, no te escuché.

   ― ¿Cómo podrías con la música a todo volumen? Incluso yo la escuchaba. También tarareabas.

   Kentin le reclamaba como una madre, o una de esas locas novias; la diferencia era muy poca. Dejó escapar una risa, a lo que el otro respondió viéndolo con desprecio. A pesar de la intención de Kentin por verse rudo o "macho" o lo que sea, el resultado era todo lo opuesto: Kentin era completamente adorable, o al menos lo era para Alexy. A diario luchaba con unas irremediables ganas de molestarlo, de llamarlo Ken y sacarlo de quicio. Esta vez se contuvo y se limitó a sonreír.

   ― ¿A qué se debe tanto enojo? ―le preguntó.

   ― Es...No es nada. ―En todo el rato, Kentin no se había atrevido a mirarlo.

   ― No suena como "nada".

   ― Yo sólo... ―titubeaba―. Iba al baño...digo, en caso de que tú también vayas o...

   ― Si quieres una mamada en los baños, sólo tienes que decirlo.

   El par de ojos verdes se abrieron mucho y giraron hacia todas partes, como cerciorándose de que nadie hubiese escuchado lo que Alexy acababa de decir. Por otra parte, a Alexy se le ensanchó más la sonrisa al verlo tan nervioso; lo tomó de la mano y empezó a jalarlo hacia los baños al fondo del corredor.

   A la vuelta de el pasillo se encontraron con una chica desconocida caminando hacia ellos. No pasó ni un segundo antes de que Kentin se soltara de su mano y fingiera no estar con él. A Alexy no le sorprendió; Kentin, por ningún motivo, querría que lo viesen compartiendo con alguien como él, quizás con la excusa de mantener esa reputación que había construido. Lo dejó pasar, como si nada importante hubiese ocurrido, pero no le volvió a sostener la mano; siguió caminando como si nada, a la vez que Kentin había retrasado su paso. No le insistiría; era libre de seguirlo si quería. Después de todo, él fue quien se lo pidió.

   Ya frente a la puerta del baño de hombres, Kentin lo había alcanzado. No intercambiaron miradas, ninguno dijo nada pero entraron al mismo tiempo. Se cercioraron de que no hubiera nadie más y entraron al último cubículo. La puerta se cerró y los cuerpos se unieron.

   Había pasado más de un mes desde lo ocurrido en el aula, cuando lo imposible (o eso creía Alexy) sucedió; y, ―aún más extraño―, había dejado secuelas. Kentin no lo olvidó, ¿cómo podría? Incluso, en sus cinco sentidos, había pedido más. Tuvieron tres o cuatro encuentros después de eso, sólo cuando las circunstancias estaban a su favor; sin embargo, en ninguna de las ocasiones llegaron hasta el final como la primera vez. Las oportunidades que se les daban eran cortas, e ir a la casa del otro no era una opción: Por un lado, Armin y sus padres siempre estaban en casa, y por otro lado, estaba el padre de Kentin quien estaba dándose unas vacaciones, y el padre de Kentin era...bueno, el padre de Kentin. Lo de quedarse de más en el instituto había quedado descartado: No todos los días podían "perder algo", y la única forma de quedarse hasta tarde era siendo parte de algún comité importante o estar en detención. Por eso Castiel y Nathaniel lo llevaban perfectamente.

Si pudieras verme. [KentinxAlexy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora