Capítulo 1 " El reclutamiento del Ciervo de la Lástima "

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    «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él crea, no se pierda, más tenga vida eterna.»

San Juan: 3: 16.

    Observó con atención la pared donde yacían carteles de búsqueda hacia ocho individuos, llamados como criminales, la muerte en persona, o también dichos y conocidos como los Siete Pecados Capitales.

    Al mirar aquella pared, notó más de una cosa que sobresalía de esos carteles, ya que sobraba uno, y ciertamente no correspondían algunos retratos con los originales rostros de los criminales.

    — Señor Meliodas, ¿A quien debemos encontrar ahora? — preguntó Elizabeth, una chica de unos 16 años, cuyo cargo era encontrar a los Siete Pecados para salvar su Reyno y a su padre. Y que también era imposible mencionar que aquella chica también era princesa del gran Reino Lioness.

    El mencionado atendió al llamado de su amada, respondiendo con total seguridad, adornado con su respuesta una enorme sonrisa de alegría.
— ¡A nuestra querida Cierva de la Lástima! — exclamó entregando consigo un cartel de la mencionada retratada en la hoja de papel.

    Sus demás acompañantes (por no decir sus amigos), habían escuchado con atención a lo dicho de su capitán. Y, ¿cómo no? Expresaron de manera inquieta por lo establecido dentro del bar con sorpresa y otros con asombro.

    — ¿Emma? ¿Estás seguro capitán? ¿No sería mejor buscar primero a Merlín, para que ella encuentre a los otros primero? — inundó de angustias el Rey Hada, quién solo podía abrazar a su almohada encantada mientras esté flotaba.

    — ¡Demonios, hay que ocultar el licor! — expresó el Zorro de la Avaricia, llendo rápido a realizar su cometido.

    Angustiada por el comportamiento de los pecados, preguntó la princesa: — ¿Qué tiene de malo que vallamos a buscar a la señorita Emma? — se dirigió al capitán del grupo, quién solamente se divertía con el comportamiento de los otros pecados.

    — Créeme que es un peligro estar cerca de ella cuando se trata del alcohol. — expresó el Oso de la Pereza temblando en un rincón abrazando a más no poder su almohada, tratando de olvidar sus experiencias junto con la Cierva. — Es peor cuando le quitas la botella...

    La chica confundida se compadeció de los seres a su alrededor, quiénes por cierto, solo temblaban. — ¡Vamos chicos! Tengo la ubicación gracias al pequeño Gill, ¡Podemos ir a reclutarlos ahora mismo! — dió por terminado con energía el dragón de la irá.

    El zorro contradijo: — ¡Estás loco capitán si quieres llevar el bar con nosotros!

    — Señor Ban, no creo que la Cierva de la Lástima cause tanto miedo como la describen. — explicó la chica de cabellos plateados, revisando una vez más la imagen que representaba el cartel de la susodicha.

    — Serás la primera en morir... — susurró el inmortal con una voz escalofriante hacia la princesa introduciendo cierto miedo que en un principio fue denegado.

    — ¿Señor Meliodas..? — llamó la chica con temor.

    — Tranquila Elizabeth, no es tal como la describen. Bueno, no es todo cierto. — escapó una pequeña risa del rubio haciendo tranquilizar a la chica momentáneamente.

    — ¿Y por qué esta cara de de ángel es un pecado? — preguntó el Capitán de las Sobras al ver aquel folleto.

    — Bueno en primera estancia, es acusada del genocidio del reino antiguo Banorte... — explicó al ver el retrato de aquella chica, tomando la atención de la cabellos largos blanquecinas. — La condenaron a una muerte dolorosa al ver qué no habían pruebas para demostrar su inocencia. Era la única en pie, su honor estaba manchado con la sangre de muchos inocentes en sus manos. No obstante, escapó tres días después de su condena con una cicatriz en su pecho y una marca de un ciervo en su cuello y parte de su espalda, que significaba los lamentos de los niños, hombres y ancianos que supuestamente asesinó.

Don't Want to Die for Love || Gowther ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora