spring waltz

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Quizás su manera de ver las cosas había cambiado, pero su manera de admirar lo sublime nunca.

Ese hombre de cabellos castaños dejaba mucho que hablar con tan sólo mirar su rostro, y no es que sea tal cual la prensa inglesa dicta: arrogante, sin compasión, ambicioso, malévolo; dispuesto a ser hasta hipócrita y fingir alegría con los plebeyos para así obtener su respeto y cariño.

La persona que el periódico más atolondrado del país mencionaba, fue hecha por la misma imprenta y gracias a ello, daba por hecho que el The Times era una total falacia que debía ser exterminado de un país de máxima nobleza y prestigio.

El Conde de Warrington sólo era él mismo a pesar de ser una especie poco común en Gran Bretaña.

Cabe decir, que lo único claro que el periódico escribía con veracidad, era la seriedad y frialdad que el joven castaño relucía ante la sociedad.

Su mirada café, penetrante y fría. Su mandíbula fina con pómulos marcados y piel acanelada. Sus cabellos castaños peinados hacia los lados resaltando un poco de copete en la parte de arriba. Su porte era sumamente elegante, caballeroso y solariego, que ni por más que escrutaras esa postura, no encontrarías algún indicio de que el Conde Kim fuese el mayor defecto de un omega:

Gamma.

Lamió sus belfos con delicadeza y sencillez tratando de controlar el ritmo veloz de su órgano de vida.

Odiaba recordarse a cada instante que formaba parte de algo antinatural, pero mirar el ventanal de esa mansión vieja en plena reunión familiar, siempre le fue de ayuda emocional y mental para dejar de recordarse su condición natural.

Las gotas de lluvia que chocan contra el vidrio de la ventana, producen un ruido chocante y ensordecedor; se empañan con lentitud y pueden dar a ver la imagen de un chico triste y solitario, sin un brillo especial en esos lindos orbes cafés o una sonrisa encantadora en esos labios rosas.

"¿Conde Kim?" interrumpen su aura de tranquilidad y paz con él mismo.

"¿Deseas algo, John?"

"Mi señor Min, requiere de su presencia en la biblioteca, Conde" responde el mayordomo.

Aun dándole la espalda al sirviente, el Conde Kim observa a las afueras de la mansión.

Sus ojos viran por ese jardín repleto de flores variadas que alegran el hostil lugar que una vez fue.

Observa el gran árbol que con gran magnitud oculta el sendero a la ciudad de Londres y que también oculta la carroza que ha aparcado frente a la mansión Min.

Las ramas comienzan a moverse con fuerza, el cielo sigue gris, la lluvia no piensa cesar. Ah... lo detesta.

"Iré en un momento"

spring waltz | kookv › osDonde viven las historias. Descúbrelo ahora